Municipio incluido en la comarca de la Marina Alta, en los contrafuertes del sistema prebético extremo valenciano; el término se abre al valle del río Girona y aparece accidentado en su mitad meridional por promontorios recortados como la colina de las Hoyas, la Muntanya Gran, la Peña del Perro Flaco y el Castillo de la Solana. Drenan sus tierras los barrancos de La Alberca y sus afluentes, el de Marx y Las Fuentes. Pedreguer es un pueblo típicamente agrícola del norte de la provincia erigido al pie de la Muntanya Gran, con abundantes terrenos de regadío donde cosechan hortalizas, cítricos, y vides de cuyas uvas hacen las tradicionales y buenísimas pasas. También tiene actividad industrial especializada en la fabricación de bolsos, sombreros y marroquinería. Una originalidad de esta población son las fachadas de sus casas pintadas de colores vivos, sus balcones enrejados, las piedras de los dinteles y las puertas de madera labrada.

COMPONENTES: VICENTE Y PATRO.

LA RUTA: El día está gris y sopla un poco de aire. Iniciamos por la derecha, subiendo a la iglesia de Sant Blai para perder un poco de altura entre las eses del vía crucis y los grandes y viejos cipreses.

La senda continua a media ladera de la loma,  por encima y al lado de una canalización de agua, haciendo incomodo el transitar por ella, mientras nos vamos alejando de la población.

Más adelante llegamos al bonito rincón de la Font de la Ombreta, con exuberante vegetación, su puente e inutilizado viaducto. El agua mana abundante, saliendo entre la reja para caer al pequeño barranco.

Continuamos en ascenso por la marcada senda, provista en todos los cruces con señalización vertical con paletas metálicas, que nos llevan por las redondeadas lomas y entre pequeños barrancos hasta un corral cerrado  en las inmediaciones de un peñasco.

La vegetación de matorral es abundante. Nos vamos acercando al peñasco por la ladera del barranco, en su base tiene una abertura entre la sierra y un gran pedrusco que se apoya en ella. Ha habido algún intento de edificación para guardar ganado. La rodeamos y entramos por el otro lado.

Seguimos subiendo y acercándonos a las paredes entre vegetación y chumberas que hacen acto de presencia. La vista hacia el mar es preciosa. Urbanizaciones en alguna loma y al fondo, la ondulante cresta de la sierra de Segaria.

Llegamos a la zona de la Cova de l’Ocaive con su vertical pared desnuda y su gran oquedad, ambas perforadas infinidad de veces por clavos, clavijas y cintas que los escaladores han dejado prendidas marcando las distintas vías y niveles de dificultad.

Reanudamos dando la vuelta para subir al Castellet de l’Ocaive, pequeña masía-fortaleza en ruinas, encaramada en lo más alto de la loma. Aquí también encontramos algunos puntos de sujeción clavados en las rocas donde suelen practicar rapel.

Proseguimos por la senda, el aire ha calmado, el día sigue húmedo, ideal para caminar. Entramos en una especie de hoya en forma de herradura, de bancales de piedra seca ahora abandonados, con un aljibe cubierto estilo morisco y rebosando agua. Sigue en uso puesto que,  con la polea, la soga y un cubo de plástico han llenado recipientes para que abreve el ganado. La casa en ruinas, presidía una hermosa vista al valle.

No recuerdo este paraje de otras veces. Al culminar la loma, otro poste vertical con las paletas en el suelo. No creo que el viento haya arrancado los remaches metálicos. El paisaje se abre y tenemos una excelente vista del Montgó y las playas de Jávea. Cada vez tengo más claro que alguna de las paletas en el suelo estaba equivocada. Estamos haciendo la variante III que también va al Castillo Aixa, pero no a la Fuente de l’Ocaive, con su hermoso y bucólico rincón, y tampoco a la Font de la Tía Xima.

El curso de la senda nos conduce hacia el Castell de Aixa pero por su cara norte, hasta ahora nunca habíamos ascendido por esta cara. Pasamos por dos aljibes sin brocal, repletos de agua, las últimas lluvias han activado la naturaleza.

Castell de Aixa (608 m.) con una vista espectacular a la costa, desde el Montgó al Bernia, con un encanto especial en el Peñón de Ifach, pese a lo gris del día. Del castillo no queda nada, apenas algunos cimientos. Tomamos posesión para el almuerzo.

Comenzamos el descenso hasta el collado siguiendo las indicaciones de las paletas, para ir a la Font de Aixa por Penyes Blanques, por la margen derecha del barranco. Perdemos altura  fácilmente hasta media ladera.

Nos acercamos a un enclave rocoso que hemos de atravesar por medio de un bonito  pasillo entre rocas, pegados a las paredes repletas de verdes hiedras. El desnivel sigue menguando.

Poco antes de llegar al final tenemos otra construcción labriega en ruinas, avasallada por la vegetación. La senda llega al cauce del barranco donde encontramos más paletas informativas en dirección a la Font de Aixa.

Llaneamos entre pinos, alguno de ellos derribado y salimos a una pista que nos conduce a la Font de Aixa, con su balsa de plácidas aguas ahora salpicadas por las finas gotas de lluvia que caen, que hacen que cubramos las mochilas y aguantamos a cuerpo.

Seguimos un tramo llano entre algunas casas de guiris, hasta que comenzamos a remontar por la variante a la Font Coberta por el Barranc de l’Aigua. Hará unos tres años que este hermoso rincón fue pasto de las llamas. Era un plantel de pinos jóvenes con mucha vegetación y cuidados bancales por donde la senda ascendía hasta el final de la loma pasando por el Pouet. Lo está reforestando y muchos bancales vuelven a estar cuidados.

Arriba el sendero se convierte en pista y transitamos por el Plá de l’Era, cerca de una gran masía con dos hermosos algarrobos tenemos la Font del Rull.

El día sigue húmedo pero ya no llueve. Una pequeña culebra cruza por la pista antes de llegar a la Font Coberta, donde hay un panel informativo y el mapa de la ruta.

Justo enfrente tenemos paleta indicativa a Pedreguer por el Patronat. De nuevo en ascenso superamos un fuerte desnivel y nos desviamos unos metros a la Font de Romangat, para luego volver a la senda y rebasar el tramo hasta la loma.

Arriba, tenemos en la loma de enfrente, una bonita urbanización con vistas al mar. La senda nos acerca a un collado donde hay una casa de labor derruida y atisbamos al fondo el mar y la sierra de Segaria.

La senda nos dirige para bajar por el barranco, en la parte de arriba forma una herradura de bancales de piedra seca escalonados hasta el cauce, que en tiempos de los moriscos debió  ser grandioso por el trabajo realizado.

El descenso es largo y lleno de revueltas, con la vista de Pedreguer y el mar, cada vez más cercana. Llegando al final hay un pequeño desvío a la Coveta del Tambor, diminuta oquedad para tan sonoro nombre.