Posted by : Vaig a Peu sábado, 10 de septiembre de 2016


Rodeada por sus cuatro costados de sierra, la pedanía abanillera de El Cantón ofrece al visitante un paisaje de gran belleza. Varios kilómetros antes de entrar en la población ya se divisan las cantera de las que se extrae el mármol rojo, cantón o coralito, como también se le llama, y tan conocido fuera de estas tierras. En la Sierra del Cantón con 909 metros de altitud, se encuentra un espécimen singular llamado Caralluma Mumbyana o chumberillo de lobo. Es una especie vulnerable y en peligro de extinción, se trata del único cactus europeo y habita en una área geográfica muy reducida, limitada a las provincias de Alicante, Albacete y Murcia. Otra especie poco extendida que habita en esta sierra es el rabo de gato y destacable es, también, la presencia de brezos. Entre la fauna de estas tierras sobresalen las aves rapaces, como el águila perdicera y los azores, las perdices, y diversas especies de reptiles, desde la culebra bastarda hasta los lagartos y lagartijas. El hallazgo de herramientas de sílex, piedras pulimentadas y restos agáricos en el yacimiento del Moreterico, en la lindante sierra de Barinas, con restos cerámicos y de útiles de piedra como hachas, nos recuerdan que hace más de cuatro mil años las sociedades de cazadores y primeros agricultores se abrían paso en estas geografías. Tras ellas llegarían las primeras civilizaciones, encontrando en zonas del entorno de El Cantón vestigios de la íbera y la romana. La Historia Medieval sería testigo de cómo las aldeas de Abanilla manufacturaban muchos de los productos artesanales que se vendían en la vecina Orihuela, a la que Abanilla estaría ligada hasta el siglo XIII de una manera administrativa. Todavía en esta aldea de El Cantón se confeccionan productos como los higos secos con almendras o las puntillas y encajes de bolillos que, antiguamente, constituían parte de las mercancías llevadas a Orihuela para su venta. Al contrario que en otras aldeas de Abanilla próximas a la Comunidad Valenciana, en ésta no se habla el valenciano ya que la población que fue agregándose, sobretodo a raíz de la reconquista y, principalmente, durante las posteriores repoblaciones de la Edad moderna, provenían en su mayoría de Castilla.
CÓMO LLEGAR: Por la CV-84 dirección Aspe. En la rotonda continuar por la CV-845, pasar por Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes y en la pedanía de Barbarroja entramos en la región de Murcia por la MU-410 y al llegar a Macisvenda girar a derecha por la calle de la iglesia, salir del pueblo y seguir por camino de tierra durante algo más de 2 km hasta llegar a una pequeña explanada a la derecha con dos bloques de mármol, donde comienza otro camino que sube hasta una cantera. Aparcar.

COMPONENTES: VICENTE Y PEPE.

ITINERARIO: INICIO / DESVÍO DERECHA Y DE CRUCE REGRESO / PRIMERA LOMA / CANAL / PICO DEL BILI / CAMINO / IZQUIERDA / CANTERA / RECTO / BARRERA / DCHA. BAJADA LIBRE / CAMINO REGRESO / CRUCE REGRESO / FINAL.

LA RUTA: Primera ruta de la nueva temporada. Pese a la cercanía del comienzo del otoño el calor sigue apretando aunque hoy las máximas y las mínimas se han reducido. Hemos elegido la cercana pedanía de El Cantón en Murcia, pero lindando con la provincia de Alicante, para crestear su montaña.

Se trata de una pequeña sierra que llama la atención desde la carretera por su forma de muralla o barrera. Hace casi dos años cuando subimos al Asiento (854 m) en la sierra de Barinas, nos sorprendió su agreste panorámica. En sus laderas se cobijan algunas canteras de mármol de la apreciada calidad “coralito”.

Iniciamos prosiguiendo por el camino que nos ha traído hasta el aparcamiento, para en unos quinientos metros dejarlo por la derecha, no hay mojones ni señal alguna que indique el desvío, por lo que hay que estar atentos al GPS. Sin senda, “ladera a través” comienza una fuerte subida.

Es un tramo abrupto y desolado, de rocoso firme invadido de matorral bajo, donde predomina el romero y el espino negro que muestran la carencia mantenida de falta de lluvias. Hacia atrás las vistas se van ensanchando a la cercana sierra de la Pila y al Zulúm de Abanilla.

A golpe de GPS intentamos buscar el transito más factible, hay restos visibles de antiguos incendios, lo que entorpece un poco más la subida. Enfilamos el lomo donde vemos algunos pinos que se salvaron, el desnivel se eriza y tenemos que apechugar; por la derecha tenemos una cantera y otra en la sierra de enfrente.

Alcanzada la primera loma distinguimos muy claro el siguiente objetivo, otro gran lomo que se inicia en un paredón. A la cantera de la derecha se sube desde el camino donde hemos dejado el coche, y al fondo, reconocemos la silueta del Agudo. Por la izquierda ampliamos las vistas a la otra cantera que el sol alumbra.

El siguiente lomo comienza con un enorme paredón vertical en forma de media luna. A medida que nos vamos acercando encontramos más restos de pinos quemados vestigios del último incendio. Cerca de su base comenzamos a rodearlo por la izquierda con miradas a la Serra d'Agaiat.









Volvemos a pegarnos a las paredes cerca de unos pinos hasta encontrar una especie de canaleta rocosa por la que se puede ascender. Seguimos sin ver marcas ni mojones. Es una trepada sencilla en la que nos ayudamos con las manos apoyándonos en las rocas y troncos de los pinos.

Ganamos altura con facilidad y comenzamos a ver por detrás de la sierra la gran cantera de mármol blanco marfil de La Algueña, de enormes proporciones, y que se nos antoja la obra faraónica de las pirámides de Egipto, pero lo que están haciendo es comerse la montaña literalmente.


Avanzamos de forma vertical y escalonada para coronar el gran peñasco, a cada paso crecen las panorámicas hacia el valle de Abanilla donde solo sobresale su sierra y la de Orihuela, con los surcos y Bad Lans del río Chícamo, y en la otra vertiente, la alargada mirada al completo de la Serra de l'Algaiat.

Una vez arriba, el transito por la cresta es bastante evidente pese a la ausencia de mojones o marcas, hay tramos con buena anchura y otros en los que tenemos que extremar las precauciones, con constantes ondulaciones que lo hace muy entretenido. Al inicio de alguna rambla los acantilados son impresionantes.

Hace un día espléndido y el calor no aprieta. Seguimos bajando y subiendo rocosos montículos que nos permiten obtener sugestivas miradas. Marchamos de Oeste a Este por lo que el sol nos deslumbra constantemente y resulta casi imposible hacer fotos en ese sentido, nos tenemos que conformar mirando hacia atrás.


El próximo objetivo es el lomo principal y el más elevado donde está ubicada la cima. La primera mirada nos sorprende por su envergadura y encrespada silueta, también por el nuevo desnivel a superar. A partir de la especie de collado que une los dos lomos aparecen los primeros mojones.

A medida que nos vamos acercando a la grandiosa mole su tamaño parece menguar, resultan entretenidas las maniobras de aproximación, salvando diversos roquedos y pasando por un pequeño reducto de pinar, para cuando nos damos cuentas estamos en su umbría y subiendo en diagonal por su izquierda.


Poco antes de alcanzar la cima comenzamos a tener magnificas vistas de 360º. El Pico del Bili (909 m), la máxima altura de esta sierra está marcada por una piqueta metálica con un trapo anudado, y otra piqueta más pequeña con una placa y los datos de la cumbre encima de un montón de piedras entre matas de esparto.


Apenas encontramos sombra en un lateral del cordal para zamparnos nuestro merecido almuerzo. En un entorno montañoso de mediana altura distinguimos el Carche, la Pila, la sierra de Orihuela, la de Abanilla con el Zulúm y el Agudo, sierra de Crevillente, de la Cava y de l'Agaiat con la pedanía de El Cantón.

Emprendemos el descenso por la cuerda de la sierra, siguiendo algunos mojones y trazos de senda que van y vienen. Es una bajada curiosa puesto que vamos de lomo en lomo pero sin ver el siguiente, por lo que crea un poco de incertidumbre creyendo que va a haber un precipicio.

Todas la miradas son para la sierra de l'Algaiat y las casas de El Cantón, lejano punto de referencia. Dejando atrás un gran lomo, las trazas de senda desaparecen y todo es mucho más pedregoso, tenemos que estar muy atentos a los mojones y se convierte en una bajada técnica donde tenemos que asegurar nuestros pasos.

Los lindes de la cresta se afilan y en varias ocasiones tenemos que dejarla por la derecha buscando pasos más asequibles, por seguridad el ritmo se hace mucho más lento y nos lo tomamos con calma. Casi llegando al final hacemos un giro a la izquierda en un tramo libre sin mojones para evitar tocar la carretera.

Conectamos con un camino de tierra para comenzar a rodear la montaña. Mirando hacia arriba, vemos los increíbles paredones verticales por los que hemos transitado en su parte alta, para culminar el fuerte descenso. Llegados a unos bloque de mármol, tomamos el camino de la izquierda.


Por el nuevo camino nos adentramos en la ladera por una exigua pinada a las destartaladas y abandonadas instalaciones de una antigua cantera de mármol, depósitos de agua, transformadores inutilizados y en una especie de cueva, con mesas y sillas, restos de una oficina con albaranes de ventas por los suelos.

En la cantera giramos a la derecha donde el camino hace una gran curva a la izquierda paseándonos por bancales de viñas de uva tinta para caldos de vino de la zona alicantina. En suave ascenso seguimos rodeando esta larga sierra hasta toparnos con una viga metálica que corta el camino.

La traspasamos ascendiendo a una planicie donde dejamos el camino por la derecha, por donde bajamos campo a través un buen tramo hasta conectar con otro camino que seguimos por la derecha, y en casi dos kilómetros nos dejará en el aparcamiento. Ruta muy interesante y agreste, no apta para todo el mundo. Imprescindible GPS.

RECORRIDO: CIRCULAR.

AGUA EN RUTA: NO.

DISTANCIA: 11,100 KMS.

TIEMPO EN MOVIMIENTO: 05:00 HORAS.

ALTURA MÁXIMA: 911 M.(Cumbre del Bili)

ALTURA MÍNIMA: 428 M. (Camino de la Boquera)

DESNIVEL POSITIVO: 734 M.

DESNIVEL NEGATIVO: 734 M.

DIFICULTAD: ALTA.

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