Posted by : Vaig a Peu sábado, 20 de junio de 2015

El Parc Natural de la Serra Gelada y su entorno litoral, situado en la Comarca de la Marina Baixa, en los términos municipales de Altea, l’Alfás del Pí y Benidorm, es uno de los más singulares de la Comunidad Valenciana, por tratarse de un parque natural marítimo-terrestre. Fue declarado en 2005 y tiene una extensión de 5.564 hectáreas.  De ellas, aproximadamente 4.920 son marinas e incluye la bahía de Altea y la de Benidorm hasta la cota de los 50 metros de profundidad. Dentro de sus aguas podemos encontrar algunas de las zonas submarinas  más interesantes y sorprendentes de todo el Mediterráneo peninsular. Destacan la presencia  durante todo el año de cetáceos, los importantes puntos de crías de aves marinas y las praderas de Posidonia oceánica (conocida localmente como alguers). La parte terrestre corresponde a cuatro pequeñas islas entre la que destaca l’illa de Benidorm y la de Serra Gelada, sierra litoral que alcanza su cota máxima en el Alt del Governador (438 metros) y que, en su frente litoral, forma unos imponentes acantilados, los cuales se encuentran entre los más altos de la Península Ibérica. En ellos podemos observar una duna fósil colgada, formación de gran importancia geológica. Hace unos 70 millones de años África se desplazó hacia el norte y colisionó con la Península Ibérica, originando varias cadenas montañosas en Europa. Los materiales que componen Serra Gelada se plegaron, dando como resultado la actual inclinación que observamos en sus estratos. Las rocas donde está la Cova del Bou tienen un color claro, son calizas. Si ahora miramos hacia la parte más alta de la sierra por debajo de las antenas, podemos ver de nuevo estas calizas. ¿Cómo es posible que las mismas rocas estén separadas por más de 170 metros en la vertical? La respuesta está en una gran fractura o falla que provocó el desplazamiento de las rocas. Desde que se formó este relieve escalonado, el agua se ha encargado de esculpir y moldear las rocas en un proceso lento, pero constante, excavando los pequeños barrancos que tenemos a la vista. El frente litoral de la Serra Gelada está formado por imponentes acantilados que se elevan por encima de los  400 metros sobre el nivel del mar. Deben su origen a la acción combinada de las fallas y la erosión marina. Estos acantilados poseen plantas singulares  que los botánicos denominan rupícolas, ya que viven sobre rocas con muy poco suelo. De entre éstas destaca la Silene de Ifach (Silene hifacensis), única especie vegetal de la Comunidad Valenciana que, por su elevado riesgo de desaparecer, posee un Plan de Recuperación que ayuda a su conservación. Otras especies destacadas de los acantilados son la Orelleta de ratolí (Sarcocapnos saetabensis) o la trencapedres  (Teucrium hifacensis). En estos ambientes verticales vive poca fauna, destacando a algunas aves que ocupan las oquedades de la pared para instalar sus nidos, como el Roquero solitario (Montícola solitaius) y el Halcón peregrino (Falco peregrinus) que tiene en Serra Gelada varias parejas reproductoras.
CÓMO LLEGAR: Por la AP-7 hacia Benidorm, salida en la nº 65 BENIDORM (LEVANTE) CALLOSA D’ENSARRIÁ, enlazar con la N-332 y por la izquierda continuar hasta la Playa de l’Albir. Dejar el coche en el parking del Parque Natural de Serra Gelada. También se podría aparcar cerca del supermercado Consum, donde tiene parada el bus nº 10 que nos traerá de regreso desde el Rincón de Loix. El inicio de la ruta está a menos de 10’ andando.
ITINERARIO: PARKING / MIRADOR-1 / MIRADOR-2 / FARO / MIRADOR-3 / ALT DEL GOVERNADOR / DEPOSITO INCENDIOS / CRUZ DE LOIX / ATAJOS / PARADA BUS Nº 10.
COMPONENTES: VICENTE Y PATRO

LA RUTA: Buscando la brisa marina nos vamos al Parque Natural de Serra Gelada desde l’Albir. Que como siempre, dando una vuelta de tuerca, haremos algo distinto. Llegaremos hasta el faro y desde allí comenzaremos a subir para recorrer la parte oculta y menos conocida de Serra Gelada: sus imponentes acantilados.

Iniciamos por el remozado Camino del Faro, que nada tiene que ver con la tortuosa senda que desde su construcción en 1863 subían los fareros. Han renovado todas las señales y carteles, y abundan las peanas informativas  con datos del Parque Natural. Por la derecha dejamos atrás la subida al Alt del Governador por el PR.


Es un tramo muy concurrido por paseantes y runners. Llegamos al primer mirador, donde entre la frondosidad de los pinos tenemos las primeras vistas al mar, con el Penyal de Ifach al fondo, seguido por la muralla montañosa del Bérnia, y como no, las inconfundibles moles del Ponoig y del Puig Campana.


En el segundo mirador, algo más elevado, las panorámicas se amplían para gratitud de nuestros sentidos. Mostrándonos toda la bahía desde l’Albir hasta el puerto de Altea. Hace un día precioso con un calmado mar azul intenso. Atravesamos un pequeño túnel excavado en la sierra.


Salimos a la solana con miradas mucho más abiertas a la parte rocosa de l’Albir y al puerto pesquero de Altea, donde distinguimos en lo alto, la cúpula de su bonita iglesia. También ponemos nuestros ojos en el faro y sus instalaciones, coronando el peñascoso montículo donde está situado.


El camino hace un ancho recodo para evitar una barranquera que termina en la recogida Cala del Racó de Pallarés. Pasamos por debajo de la Cueva Boca de la Ballena, hay marcada una sendita para llegar a ella. Poco después unos carteles nos indican la situación de una antigua mina de ocre rojo y el aljibe.








Arribamos al Faro de l’Albir, convertido en Centro de Interpretación,  junto a los restos de la Torre defensiva o de guaita Bombarda, construida en tiempos de Felipe II para vigilancia a lo largo de toda la costa. Las vistas son magníficas, sobre todo al poderoso contrafuerte donde está situado el Alt del Governador.

Dejamos el faro y retrocedemos unos 150 metros hasta la subida al tercer mirador que antes hemos obviado. Desde aquí podemos comprobar la tremenda verticalidad de los acantilados y ver la incipiente traza de una senda que se inicia entre las primeras lomadas. Se acabó la visita cultural, ahora viene lo bueno.

Salimos del cercado de madera y comenzamos a lomear por una senda perdedora, no hay mojones ni marcas, y sí más de un trazo, que nos confunde. Es mejor seguir el Track del GPS para no tener que retroceder cuando no hay salida. En unas lomas se camina a media altura y otras cerca del precipicio.


Vamos cogiendo altura con facilidad, las panorámicas hacia atrás son brutales, pero las de delante son de vértigo. Marchamos sobre la loma donde está ubicada la Cueva Boca de la Ballena y tenemos claro el trayecto hasta la especie de ángulo recto que forma la loma con el espolón de la sierra.


Llegados al vértice del ángulo tenemos a la vista el fondo del mar a más de cien metros en caída vertical. Atacamos el desnivel más duro de la jornada, aunque muy encrespado, las botas se sujetan bien en el reseco terreno. Al haber más de una traza y estar atentos al GPS, elegimos a la que creemos mejor.


Hay momentos en que vamos separados, uno a la derecha, y otro más escorado hacia el precipicio, pero siempre hay un punto de encuentro en el que mientras tomamos resuello, quedamos extasiados con el tremendo paisaje, el trayecto recorrido y el desnivel superado. Pronto intuimos la cercanía de las antenas.

Alcanzamos el espolón rocoso y dejamos de subir, para comenzar a rodearlo por la izquierda, con trazos de senda que se intuyen entre algunos pinos y pegados a las rocas. Una vez en la solana, quedamos situados bajo el cantil pétreo y blanco de piedra caliza, por el que sobresale la punta de las antenas.


Emprendemos un fabuloso recorrido pegado a las paredes del acantilado, por esbozos de senda, pequeñas plataformas de suelo irregular e inestable, aunque sin peligro aparente, si no pensamos que estamos sobre un vacío de más de cuatrocientos metros de desnivel. Extremando las precauciones se puede avanzar perfectamente.


Sin dejar de pensar en la altura a que nos manejamos, las grandes paredes calizas atraen toda nuestra atención. El viento y el agua se han encargado de erosionar a su antojo, formando un mosaico de oquedades, cárcavas y cavidades que probablemente el halcón peregrino y el roquero solitario utilicen para anidar.









Situados debajo mismos de las antenas y sobre el Morro de Sant Jordi, donde está ubicado el vértice geodésico del Alt del Governador (438 m.), tenemos la posibilidad de trepar para alcanzar la cima; pero decidimos continuar el trayecto del acantilado que desconocíamos hasta hoy.


Al voltear un risco tenemos una panorámica magistral, con la Punta del Morret Negret y flotando en el mar la diminuta Illeta Penyes d’Arabí. Un poco más al interior, ya se divisa parte de la bahía de Benidorm y sus verticales edificios que compiten en altura con la montaña.


En este tramo la senda es de tierra y algo más firme, haciendo algunos altibajos, pero siempre cerca de las desgastadas paredes. La imagen de las antenas va quedando atrás, y por delante, se aproxima la Punta del Morret Negret, pero antes de vaguada junto al depósito de agua, termina el trazado del acantilado.

Tenemos dos opciones, bajar y subir la vaguada para conectar con el sendero de los pinos, o con otra sendita a la derecha, pasar por delante del depósito y en la pineda enlazar con el sendero. Nosotros elegimos la segunda alternativa y a la sombra de los pinos disfrutamos de nuestro merecido almuerzo.


Tras reponer fuerzas, tomamos el sendero que ahora está marcado con señales de PR. Este trazado nos es muy conocido por haberlo realizado otras veces, aunque pocas en este sentido. La dureza es la misma, porque hay que subir y bajar las mismas olas montañosas, quizás te detienes más a observar los acantilados.


Al principio las ondulaciones de la sierra son constantes pero de poco desnivel y se avanza con rapidez. Las antenas de la cumbre nos sirven de referencia y van menguando al alejarnos de ellas, dejándonos bonitas imágenes del Morro de Sant Jordi y el Penyal de Ifach adentrándose en el mar.


Poco a poco van llegando las grandes oscilaciones, fuerte bajada de unos 120 metros de desnivel,  seguida de una encrespada subida de al menos otros 100 metros positivos. En las partes bajas podemos asomarnos a los profundos abismos y en las altas, posar ante los verticales precipicios.



Superados los últimos declives, Benidorm es una constante en nuestro horizonte, resulta impactante el contraste rural con los modernos y verticales rascacielos. Hacemos un descenso moderado hasta la Cruz de Loix, donde han adecentado el recinto, limpiándolo de cenizas humanas y de mascotas, así como de fotos y recuerdos.

Sin subir a la cruz, la rodeamos por la derecha hasta el asfalto. Unas decenas de metros después, dejamos el asfalto entre los quitamiedos de obra, ver un lomo de tierra con trazas de sendero, está marcado en el Track, y atajando nos evitará casi todas las curvas de la carretera.

Proseguimos por los primeros apartamentos donde echamos un  último vistazo a la recogida Cala de Punta del Pinet. Cuesta abajo callejeamos hasta el Rincón de Loix y al principio de la Avenida del Mediterráneo con la parada del Bus nº 10 que llega a l’Albir y Altea. Montaña y mar, preciosa ruta la realizada.

RECORRIDO: LINEAL.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 12,10 KM.
TIEMPO: 05:10 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 438 M. (Alt del Governador)
ALTURA MÍNIMA: 0 M. (Nivel del mar)
DESNIVEL POSITIVO: 853 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 897 M.
DIFICULTAD: ALTA. No hay mucha altura pero las subidas y bajadas son constantes y pronunciadas. No subestimar el recorrido. La zona de los acantilados no es apta para personas con vértigo y poca experiencia.


Leave a Reply

Subscribe to Posts | Subscribe to Comments

Entradas Más Visitadas

Patrocinadores:

Retales Design. Con la tecnología de Blogger.

- Copyright © Vaig a Peu - Buscando Nuevos Senderos -Metrominimalist- Template by Johanes Djogan - Blog Designed by Díez Pérez - Gráfico&Web -