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Posted by : Vaig a Peu
sábado, 22 de junio de 2013
La Gomera tiene una
superficie de 36,76 km² y una altura máxima de 1.487 m. En la parte NO de su
costa se sitúa el enclave conocido por Los Órganos, declarado en el año 1987
como Monumento Natural y reclasificado en el año 1994. Se trata de una zona
presidida por un impresionante acantilado de unos 80 m. de altura sobre el
nivel del mar. Es de naturaleza basáltica, es decir, está formada por roca
volcánica de color oscuro a negro y su nombre se debe a su forma caprichosa de
largos tubos o columnas agrupadas, que asemejan los tubos de un majestuoso
órgano de una catedral. Esta zona de la Isla está azotada casi todo el año por
fuertes vientos alisios, lo que hace que el mar bata con vigor contra las
paredes del acantilado y que las olas se retiren con una potente resaca. Esta
acción erosiva ha permitido poner al descubierto esta formación, que en
principio estaba recubierta por roca volcánica que la ocultaba. Esta estructura
se formó a partir de lavas muy viscosas, que ascendieron dificultosamente a
través de conductos eruptivos. Una vez que llegan a la superficie, estas lavas
se expanden en todas direcciones y adoptan formas achatadas. Con el paso del
tiempo, la erosión ambiental deja al descubierto el pitón que las contiene. Es
posteriormente el mar, con el constante batir de las olas, el que erosiona el
pitón, dejando al descubierto estas formas bellas y caprichosas con aspecto de
columnas, que geológicamente son un impresionante ejemplo del fenómeno conocido
como disyunción columnar. El elevado grosor de las columnas da una idea de lo
lento que ha tenido que ser el enfriamiento de aquellas lavas viscosas. La
adopción de estas formas volubles se debió a la retracción que sufrieron por
pérdida de volumen, que provocó fracturas dispuestas en planos, dando lugar a
las figuras prismáticas que muestran hoy en día. La estructura de órganos se
continúa bajo el fondo del mar que bate contra ella, dando lugar a un
espectacular paisaje subacuático, que además alberga una gran riqueza
biológica. Los fondos de este acantilado son poco inclinados y están formados
de grandes piedras recubiertas por un tapiz de algas. A estas estructuras se
les llama en La Gomera callaos, y son propicios para el desarrollo de fauna
invertebrada, como la lapa de pie negro o de fondo (Patella). Esta riqueza
biológica propicia la cría y el desarrollo de algunos peces como es el caso de
las viejas (Sparisoma). Acompañan a este pez de gran importancia en las Islas
otros como son los sargos, abades, salemas, etc. A medida que nos alejamos de
esta zona, los fondos van perdiendo la rica diversidad que existía, apareciendo
blanquizales debido a la existencia de erizos lima (Diadema antillarum). La
plataforma litoral bajo los acantilados es escasa y sólo accesible mediante
embarcaciones, que se ven sometidas al fuerte oleaje que suele reinar. Sólo en
épocas de bonanza pueden ser avistados desde poca distancia. Esta
particularidad permite que esta zona conserve un ecosistema litoral mínimamente
alterado. El estudio general del litoral del acantilado de Los Órganos, pone de
manifiesto la predominancia de comunidades de algas cespitosas (con aspecto de
césped) e incrustantes, apreciándose una disminución de su tamaño medio como
adaptación a la violencia del oleaje.
CÓMO LLEGAR: Desde
San Sebastián de La Gomera por la GM-1 Hermigua, Agulo y Vallehermoso. Hay aparcamiento en
la Plaza de la Constitución.
ITINERARIO: VALLEHERMOSO
/ BARRANCO DE LA ERA NUEVA / ERMITA DE SANTA CLARA / ERMITA DE COROMOTO / CHIJERÉ
/ PUNTA DE ALCALÁ / PLAYA DE VALLEHERMOSO / VALLEHERMOSO.
LA RUTA: Después de nuestro cotidiano desayuno terminamos de decidir la ruta para hoy. Está dentro de las diez mejores de la isla. Es una gran circular de más de 05:00 horas y su recorrido se ubica en el nordeste de la isla, cerca del mar y fuera del perímetro del Parque Nacional, en el municipio de Vallehermoso.
Como siempre vamos parando en casi todos los miradores. Hoy el día tampoco está muy claro y sopla el persistente aire, que pese a ello no nos ha molestado en ninguna de las rutas, siempre hemos caminado protegidos de él. En Agulo vemos la bruma posada en las cumbres.
Casi llegando a la población de Vallehermoso la mole del Roque Cano se hace omnipresente en el paisaje. Desde el mirador del Almendrillo tenemos una bonita postal de la población y del campo de fútbol en el que a estas horas ya se están ejercitando.
Aparcamos cerca de la Plaza de la Constitución que está adornada con banderitas de papel, deben de ser fiestas locales porque hay movimiento en el pueblo. Iniciamos por la calle Mayor, también engalanada con banderitas que llegan hasta la iglesia.
Vemos estrechos callejones con escaleras, uno de ellos adornado con macetas. Atravesamos la carretera que va a Valle Gran Rey y dejamos la población por un camino entre casas de campo que lleva a Santa Clara por la derecha del cementerio.
Cruzamos la rambla y nos elevamos por la derecha entre cuidadas huertas de cultivo bajo la mirada del Roque Cano. Hacia atrás tenemos una vista de las últimas casas del pueblo y entramos en el Barranco de la Era Nueva que nos ascenderá hasta el macizo de Teselinde.
Se trata de un sendero bastante cómodo por la ladera del barranco que vamos remontando suavemente. La vegetación es cambiante a medida que ascendemos, escasa al principio con alguna esporádica palmera y grupitos de tupidas sabinas.
Después aparecen las piteras y una planta crasa autóctona que desconozco. Las laderas de otras vertientes que desembocan en este barranco tienen una exuberante vegetación de matorral diverso.
A medida que subimos la humedad va aumentando y la foresta se vuelve más espesa. Aparece el cañaveral y una larga pared a la derecha tapiada con piedras, está llena de pequeñas plantas crasas. Los helechos nos acompañan en el camino.
El sendero se encrespa para salvar unos repechos y la vegetación forma casi un túnel; luego vienen enormes y espigados eucaliptos para llegar a la cresta de la loma. El camino se bifurca, por la derecha asciende a una de las cumbres, ida y vuelta, nosotros proseguimos por la izquierda subiendo la loma.
Giramos a la derecha y la senda se ensancha, progresa con más suavidad y unas barandas de madera nos protegen en los surcos del frondoso barranco que llega hasta el mar.
Salimos a un pequeño collado con paneles informativos. Al otro lado una lápida con unos versos a Santa Clara y una cruz de hierro miran a la cumbre envuelta en la bruma.
Poco más adelante está el mirador de Santa Clara con una espectacular vista a los acantilados que rompen en el mar junto a la aldea de Arguamul, por la izquierda el PR-LG 10 nos desciende hasta ella. La bruma nos impide ver las islas de Tenerife y La Palma.
Llegamos a la Ermita de Santa Clara construida en 1888. En la parte de atrás hay una pequeña área recreativa con mesas y bancos de madera a la sombra de unos árboles. Decidimos parar a comer, y como por arte de magia aparecen dos presumidos gallos y una gallina. La bruma y el aire hacen que nos abriguemos.
Aquí el sendero se bifurca, por la derecha de la ermita continúa una pista y por la izquierda junto a los acantilados el sendero prosigue hasta que más adelante se unen de nuevo. Un matrimonio de Gran Canaria está indeciso pero al final escogen como nosotros, las vistas al mar.
El sendero junto al abismo de unos setecientos metros hasta el mar, está protegido por unas barandas de madera. Las estelas blancas que deja el oleaje al romper contra las rocas son impresionantes. Por detrás la bruma sigue cubriendo las lomas.
El paisaje va cambiando poco a poco, la vegetación se vuele rala y da paso a matorral achaparrado por la fuerza de los vientos. El suelo muy erosionado, se torna ocre tostado en un entorno de dunas fósiles cerca de la Cumbre de Chijeré.
Abajo, en el mar, comienza a despuntar, impresionante por su color claro y exento de vegetación, el Roque de los Órganos. Dentro de poco tendremos a nuestros pies y hasta el fondo del acantilado este Monumento Natural, pero no podremos ver nada y acercarse al abismo es sumamente peligroso. Su visita solo es posible por mar. Hay barcos que hacen este recorrido pero no siempre pueden acercarse, es zona batida por los vientos y el oleaje.
Arribamos a la Ermita de Nuestra Señora de Coromoto donde ya se han unido los dos senderos. El entorno de la ermita está protegido con pequeñas cercas de madera y reforestado para anclar la tierra de las dunas para que los fuertes vientos, y las lluvias no la deslicen por los acantilados.
A la izquierda tenemos un ramal que se desvía hasta el despoblado guanche de Chijeré. Han querido reconstruir alguna de las casas pero por lo visto se les acabó el presupuesto. Ahora si estamos en perpendicular a Los Órganos. Hay una sendita que parece llevarnos pero al poco está cerrada por la vegetación y los carteles de advertencia nos hacen desistir.
Regresamos al camino principal y en una especie de colladito volvemos a tener vistas algo brumosas de Vallehermoso y el Roque Cano; por el otro lado el mar, con todos los acantilados donde rompen las olas.
Nos desviamos quinientos metros hacia la Punta de Alcalá, ida y vuelta, con una peana informativa e impactantes vistas a los verticales precipicios que escalonados forman una ondulada barrera al mar.
Volvemos al collado donde unas paletas informativas nos indican el sendero de la playa. Comienza una espectacular y vertiginosa bajada de más de quinientos metros de desnivel hasta la Playa de Vallehermoso.
Pese a todo el sendero está bien peritado, y las rampas y zigzags hacen más llevadero el descenso. Poco a poco los planos son más cercanos a Vallehermoso y a su playa, donde vemos una singular piscina triangular con agua marina de un azul turquesa intenso.
Los cuadros de las huertas son cada vez más patentes, y vemos el batir de las olas en la playa. El sendero termina junto a una casa de campo en la carretera. El matrimonio canario ha llamado a un taxi para que venga recogerles. Nosotros continuamos el corto trayecto hasta la playa.
La Playa de Vallehermoso, de piedras volcánicas negras junto al Castillo del Mar y las curiosa piscina triangular de agua marina, están solitarias. El mar bate las olas contra las rocas dejando una amplia estela blanca.
Emprendemos el último tramo hasta Vallehermoso que dista unos 3,7 km. El primer tramo es por carretera siguiendo el GR-131, para girar luego a la izquierda en busca de una carretera interior, que al terminar en unas fincas se convierte en sendero, y éste nos conduce entre huertas bajo la mirada atenta del Roque Cano, hasta que entramos por las calles del pueblo.
Ha sido la ruta más
dura de las que hemos realizado, pero preciosa por el constante cambio de
paisajes en su recorrido. Tomamos un helado en la Plaza de la Constitución
mientras oímos ensayar a unos músicos gomeros. Retornamos tranquilamente a
nuestro apartamento y tras la ducha, bajamos a San Sebastián a cenar en un
pequeño restaurante.
AGUA EN RUTA:
SI. (Ermita de Santa Clara)
DISTANCIA:
17,6 KM.
TIEMPO: 05:38
HORAS.
ALTURA MÁXIMA:
777 M. (Cumbre de Chijeré)
ALTURA MÍNIMA:
0,0 M. (Playa de Vallehermoso)
DESNIVEL
POSITIVO: 850 M.
DESNIVEL NEGATIVO:
874 M.
DIFICULTAD:
MODERADA.
Muy interesante la descripción del recorrido, pero hay un error en la interpretación de algunas zonas: en la cumbre de Chijeré NO EXISTEN DUNAS FÓSILES. ¿De dónde han sacado esta (des)información? Se trata de materiales ignimbríticos y basálticos muy alterados por la erosión.
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