Posted by : Vaig a Peu sábado, 28 de febrero de 2015

La leyenda es el fruto de la imaginación popular: algo así como la historia "escrita" por la comunidad, en la que todos pueden ir aportando sus pequeñas invenciones. Es por tanto la más impura de las fuentes históricas, pero disfruta del favor popular, ya que la acomodamos sin grandes problemas de conciencia a nuestro gusto, muy aficionado a lo maravilloso.  El Cid estaba pasando por una pequeña crisis. Y el caso es que no era para menos. Aquella tarde se encontraba  en sus horas bajas y se acordó de lo que había dicho un buen amigo. Oye – le dijo- por esas tierras que nos usurpan los sarracenos  hay un valle fabuloso, que es un auténtico bálsamo para el espíritu. Y se extendió en la descripción. El valle estaba  encerrado entre altivas montañas, y por él se deslizaban, entre remansos sonrientes el río Vinalopó. Doradas vides y lozanos almendros oscurecían sus márgenes; y el olivo manchaba de plata el privilegiado paisaje, alternando armoniosamente  con el verde lujuriante de la feraz huerta. Realmente idílico, ¿y los colores de la tierra y del cielo? ¿Quién se resiste a tanto encanto?   No sería ciertamente Don Rodrigo  Díaz de Vivar. Solo que había un problema: el valle estaba plagado de moros. No podía exponer el Cid a sus leales, por más que les pagase puntualmente la soldada, obligándoles a acompañarle. Era todo un caballero. Así que decidió marchar solo con su Babieca. Y aconteció que este lo llevó  a lo alto de un impresionante  macizo, que dobla en altura a las montañas  que lo rodean y que se llama  la Peña del Cid; pero esto, claro,  no lo sabía nuestro héroe.  Desde allí pudo contemplar todo el valle, que era un remanso  de paz y dulzura. Cuentan las crónicas, que esta visión le hizo derramar unas lágrimas que cayeron sobre las crines del sufrido Babieca.   La noche  subía presurosa y trémula  por las laderas de los montes cuando... Babieca se movió inquieto. Don Rodrigo salió de su éxtasis  con el tiempo justo para descubrir una patrulla mora  que se le echaba encima.  ¡Vaya por Dios!, exclama Mío Cid. La papeleta se le presenta difícil: o se enfrenta a los moros, que son demasiados, o salta los mil metros que le separan del valle. Decide, superadas ya las horas blandas, enfrentarse a sus enemigos. Toma  la espada, pica espuelas y pide auxilio  al matamoros: ¡Santiago ayuda! Cuando ya había iniciado una veloz galopada, Babieca se detiene bruscamente. Y entonces se produce el prodigio: Un caballero, montado en un bellísimo corcel  blanco y con un estandarte igualmente blanco, con la cruz roja de Cristo, se interpone entre el  Cid y la cuadrilla mora. Todo ello sin decir palabra. Pero el Cid lo ha reconocido y exclama: ¡Santiago! La última sílaba le coge ya en el fondo el valle, lejos de sus enemigos. Todo ocurre en un santiamén. El Cid busca en vano  al caballero que desaparece sin dejar rastro. Babieca, en su caída, produce una enorme depresión en el terreno que, desde entonces, se llama algo imprecisamente, la pata del caballo. La noche se enseñoreaba del valle... y el Cid  con el ánimo ya sereno, se dispone a volver al campamento y a dormir esa noche como un bendito. 

CÓMO LLEGAR: Autovía A-31 hasta Petrel, salida nº 205 PETRER (SUR) POLÍGONO IND. SALINETAS. En la rotonda seguir por la derecha, Avinguda de La Molineta hasta la Avinguda dels Chaparrals, aparcar junto a los chalets.
ITINERARIO: INICIO / CRUCE / POUET PI DE L’AIRE / DEJAR CARRETERA / COLLADO / CUEVA DEL CID / CONTADOR / SEGUIR CAMINO / SENDA / IZQ. / RAMBLA / CRUCE / FINAL.
COMPONENTES: VICENTE.

LA RUTA: Hoy me he quedado sin compañeros de ruta por lo que elijo una ruta cercana en coche. Vuelvo a la Silla y al Cid con un nuevo recorrido por la parte de la solana, y en busca de la Cueva del Cid. Todo el trayecto, excepto el tramo de la Silla al Cid por el Contador, es totalmente nuevo para mí y por sendas no balizadas.

Hace un día fresquito y despejado pero al medio día llegaremos a los 17º. Nunca había iniciado desde esta zona; giramos a la izquierda por el camino del antiguo basurero y enseguida entramos en campo abierto con bancales de almendros floridos, que este año por el frío lo han hecho con retraso.


Con las primeras luces del amanecer y entre las flores de los almendros tenemos espectaculares panorámicas a una poco habitual silueta de la Silla, a la Sierra del Caballo y por detrás a la Peña de la Zafra, mucho más alejada. Llego al cruce donde se cierra el círculo de esta ruta y decido ir por la izquierda, en sentido contrario al Track del GPS.

Lo hago de esta manera porque así llegaré antes a la Cueva del Cid, que me tiene intrigado, y porque los primeros rayos del sol comienzan a iluminar las colosales y verticales paredes de la solana de la Silla.  Un grupo de corredores de montaña me pasan y se reagrupan para continuar.

Mi camino es diferente, y más adelante enlazo con  una estrecha senda que se encrespa y comienza a subir por la loma entre los pinos. Toma dirección hacia el precioso espolón oeste de la Silla. Serpentea ciñéndose a la ladera y teniendo siempre a la derecha la Colada del Cid, inicio de algunos barrancos.

Alcanzada la loma se pierde un poco de desnivel para volver a remontar entre el bosquete de pinos. La senda es muy nítida y clara, y siempre tendremos de frente el majestuoso espolón oeste soleado. Su silueta cambia muy poco dependiendo de si subimos o bajamos. Llego a la carretera asfaltada que viene desde la chabola forestal.

Enfrente está el brocal cerrado del Pouet del Pí de l’Aire, donde termina la senda que baja desde la chabola forestal. Hay que caminar un poco por la derecha de la carretera y después de una curva cerrada, a la izquierda veremos unos mojones que marcan nuestra nueva senda.

Incipiente al principio pero reafirmándose enseguida, comienza a elevarnos con fuerza, siempre entre pinos y el gran espolón como destino. Después va virando a la izquierda acentuando el desnivel y encarando el lomo inferior de la sierra. Desde esta altura, el Cid, los Chaparrales, parece una redondeada loma.

El sendero hace varias rampas elevándose con rapidez y entrando en la umbría. Dejamos de ver la gran peña soleada pasando cerca de dos contrafuertes rocosos y alcanzar el lomo o pequeño collado. Las vistas al valle del Vinalopó son extensas llegando a la Sierra de Crevillente y al mar.

En este punto nos unimos al PR-CV 36 que va la cumbre de La Silla, pero nosotros solo  utilizaremos un tramo sus repechos y zigzags, para dejarlo por la derecha, ver mojones, y situarnos en lo alto del morro, arriba de la peña soleada. Las vistas son preciosas. Veremos una sendita que baja en diagonal por la derecha y tras un recodo rocoso nos deja en la cueva.







Cueva del Cid (1.035 m.) Para el que llega por primera vez resulta algo frustrante, no es profunda, es una oquedad a la que se le ganado espacio y protección con un murete de piedras. Lo impresionante vendrá luego, cuando estemos regresando y miremos hacia arriba, a la derecha de la punta del morro y veamos el agujero donde estamos ahora. Una pasada.

Obtengo bonitas fotos desde su interior ya que es un balcón excepcional. Poco a poco deshago el camino hasta lo alto del morro, pero en vez de volver al PR, de frente a la derecha se inicia una senda muy visible que reforzada con pequeños muretes de piedra seca, y con poca inclinación comienza a bajar.

Este es otro sendero nuevo para mí, y aunque la cima de La Silla está cercana, podría ir y volver, prefiero patear lo desconocido. Lo primero que cambia es el horizonte, ocupado ahora por las siluetas del Ventós (900 m.), Cabeçó d’Or (1.209 m.) y el puntiagudo Moigmó (1.296 m.).

La tranquila bajada entre pinos de menor tamaño, termina después de que la senda se convierta en camino nos lleve a la base de la subida a La Silla, uniéndose al PR-CV 6.6 que desde Rabosa viene por el Comptador. Hay gente bajando o subiendo cerca del espolón Este de la sierra. Su forma de pirámide impresiona.

Prosigo por camino conocido; este es un tramo que siempre está muy concurrido. Al llegar al Comptador me asomo para realizar varias fotografías al generoso paisaje: la Crestería del Frare y el Despenyador (1.261 m.) en su totalidad; el Maigmó y los Rasos de Catí (996 m.) que dan una nota de color.

Este precioso recorrido bordeando los precipicios, es un clásico en las rutas que ascienden a las dos cumbres de esta sierra. Dejamos dos veces el camino por las sendas de la izquierda, que junto los abismos, nos permite saborear las espectaculares panorámicas. Compruebo que el Track tampoco sube a esta cumbre, decido almorzar mirando al valle y al mar.


Supero otra de las ondulaciones y antes de empezar la última, donde una trocha pedregosa te sube a la cima, hay que continuar por la pista de tierra, por la derecha. Tenemos a la vista la clásica mirada de La Silla con sus dos morros, y por la otra parte nos despedimos del valle del Vinalopó.

La pista de tierra hace una gran curva casi paralela a la sierra para comenzar a bajar con suavidad entre el manto de pinos,  tomando dirección al morro oeste donde esta mañana he subido. Recto, atravesamos la carretera de servicio y unos terraplenes donde conectamos con una senda que sigue bajando.

Estamos frente al espolón o morro oeste de la sierra, la peña soleada que veía temprano. Echando mano del zoom de la cámara, se distingue a la perfección en lo alto a la derecha, la Cueva del Cid. Desde esta distancia parece difícil acceder a ella, pero la realidad es distinta puesto que se llega con relativa sencillez.


El desnivel de bajada se acentúa. Hacia atrás las antenas del Cid están cada vez más lejanas y el espolón oeste, sin acercarnos a él va quedando a nuestra derecha. Tomamos un desvío a la izquierda, cruzamos una rambla y un poco después caminamos un tramo por su interior hasta unas casas de campo.

La bajada todavía es rápida pero se intuye la cercanía de la población. El espolón ha cobrado vida y vuelve a ser arrogante. Entre casas de campo el Cid queda muy alejado. Pronto alcanzamos el cruce donde se cierra el círculo de la ruta y caminamos apaciblemente hasta los chalets y el coche. Agradable ruta que ha vuelto a sorprenderme con nuevas sendas desconocidas.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 17,0 KM.
TIEMPO: 05:10 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.060 M. (Collado Cueva)
ALTURA MÍNIMA: 486 M. (Inicio)
DESNIVEL POSITIVO: 715 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 715 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

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