Posted by : Vaig a Peu viernes, 21 de junio de 2013

Restaurante La Montaña Casa Efigenia: Un rincón ajeno al tiempo. La Gomera es uno de esos lugares mágicos en la tierra donde se puede ir para escapar al paso del tiempo, donde uno puede olvidar el reloj, la rutina y el mundo real y sumergirse en una tierra indiferente al incesante cambio de años y estaciones. Y es en esta isla maravillosa donde encontramos uno de los rincones que nos muestran que se puede viajar en el tiempo tan sólo con la vista, el oído, el paladar y los sentimientos. Este lugar maravilloso es Casa Efigenia…Y todo comenzaba al terminar la agitada década de los cuarenta, cuando Efigenia y Manuel, una joven pareja decidía compartir su vida, y su pasión por hacer la de los demás más agradable. Juntos sacaron adelante “la ventita del barrio”. El negocio crecía con el boca a boca como única publicidad, lo que llevaba a la pareja a ampliarlo y crear por fin en los sesenta un restaurante donde la protagonista sería Efigenia, una mujer nacida en tierra gomera que había crecido desde niña entre frutos, verduras y hortalizas, llevándolos del huerto al fogón con sus manos precisas y artesanas, y del fogón a la mesa con su carácter amable, hogareño, y su don de gentes. Gracias a ella, un pequeño rincón perdido en esta isla de ensueño se ha convertido en un referente de la gastronomía canaria tradicional. Casa Efigenia es un lugar donde los platos compuestos únicamente por productos vegetales de la tierra, desde los licores, los guisos hasta el gofio o los deliciosos postres, son cocinados con ternura y con el gusto de quién ha vivido una vida entera de ofrecer a los demás. Un restaurante donde cada cliente es uno más de la familia y donde el carácter de la tierra se imprime en cada aroma, cada color y cada sonrisa. Un restaurante que no sólo ha sobrevivido al paso del tiempo, sino que parece haberlo sorteado para contarnos, casi sin querer, que la gastronomía no tiene secreto ni artificio, que el trato no tiene protocolo ni medida, que quién nace con el don de ofrecer y confortar a los demás, recibe sin pedirlo. Casa Efigenia es sin duda la mejor muestra del buen hacer de la tierra canaria.
CÓMO LLEGAR: Desde San Sebastián por la GM-2 dirección Valle Gran Rey. Pasar El Contadero y La Laguna Grande, el próximo cruce a la izquierda nos llevará a Las Hayas. Podemos dejar el coche en el aparcamiento del Restaurante Casa Efigenia.
ITINERARIO: LAS HAYAS / LAS CRECES / RISQUILLOS DE CORGO / RASO DE LA BRUMA / LAS HAYAS.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.




LA RUTA: Hoy también desayunamos pronto en nuestra terraza junto a la piscina. La ruta está decidida. Iremos a Las Hayas a comer en Casa Efigenia comida vegetariana. Muy recomendada en toda la isla y todos los ingredientes proceden de su huerta, desde el aceite hasta el vino. La caminata parte desde el mismo restaurante hasta el Jardín de las Creces, aunque nosotros la alargaremos un poco más por recomendación del guarda del Centro de Visitantes.

Hace menos aire que ayer pero el día también está brumoso. Camino del Valle Gran Rey paramos en el mirador del Roque Aganzo. Los demás días que hemos pasado lo cubría la niebla o el fuerte viento nos impedía salir del coche. El incendio se ha cebado con él arrasando su ladera, por donde transitan varias rutas hasta la costa. He visto fotos anteriores y la vegetación coronaba su impresionante mole. Ahora, de su corpulencia solo emana una gran tristeza.





Llegamos al aparcamiento de Casa Efigenia. Hay varios coches a la sombra de unos enormes eucaliptos. Nos enfundamos ropa de montaña, las botas y en la mochila solo un poco de fruta. Antes de partir entro al restaurante para reservar. Me atiende una mujer mayor de movimientos pausados y me dice que no habrá problema. No es necesario que le dé mi nombre para la reserva.









Iniciamos siguiendo las señales y paletas informativas del GR-131, a la izquierda de la curva que hace la carretera por donde hemos venido. Cuesta arriba por un camino junto a un chalet con artística valla.













Al ganar altura tenemos una buena vista del pequeño valle salpicado de palmeras. La información del GR-131 es exhaustiva y abundante en todos los puntos. Pasamos por arriba de la iglesia.









Enseguida aparece la selva verde. Sin darnos cuenta estamos dentro de un túnel de vegetación fayal-brezal de retorcidos troncos y alargadas ramas forman un sombraje espectacular. De nuevo estamos a cubierto del aire pero hay menos humedad que ayer.











En esta parte del recorrido no hay bruma, por lo que los rayos del sol penetran entre el ramaje haciendo un bonito contraste de contraluces. Una pareja joven de extranjeros que nos precede andan ensimismados contemplando el paisaje.









Al principio nuestra ruta es la número 5 del Parque Nacional pero la alargaremos conectando con la número 12 y luego regresando la mayor parte por el GR-131. Gradualmente la humedad va en aumento y llegamos a una zona de enormes helechos.










Continuamos paseando inmersos en la laurisilva. Para nosotros caminar por estos parajes de exuberante vegetación y humedad es una delicia, acostumbrados a nuestras tierras del sureste peninsular con escasez de agua y una foresta totalmente distinta.








Llegamos al Área Recreativa de Las Creces donde hay un espacio con bancos de madera. La ruta número 5 del Parque continúa por la izquierda y regresa a Las Hayas formando un pequeño círculo. Nosotros continuaremos recto, por el GR-131 hasta la carretera trasversal.


















Una vez en ella, la cruzamos con precaución y por un sendero que nos conduce durante un trecho paralelo al asfalto, proseguimos la ruta en dirección al Mirador Risquillos de Corgo y el paraje Raso de la Bruma.










De nuevo estamos sumergidos en la selva verde. Dejamos el GR-131 y proseguimos por la ruta del Parque número 12. Es una zona mucho más húmeda que la anterior y de los árboles cuelgan musgos y líquenes.






Nos desviamos a la derecha para asomarnos al Mirador Risquillos de Corgo, protegido con unas barandas de madera y donde tenemos una ventana al hermoso valle abarrotado de vegetación. En las altas cumbres las nubes de bruma están enganchadas aunque el aire las mueve de un lado a otro. Tomamos nuestras frutas contemplado el cambiante paisaje brumoso.












Volvemos al ramal principal y nos adentramos en un paisaje parecido al de ayer, verde selva con bruma y un alto grado de humedad, dentro de un entorno asilvestrado con escasa manipulación humana.








Arribamos a Raso de la Bruma con una pequeña Área Recreativa con bancos de madera, que tiene acceso por carretera, a la que se llega por una estrecha senda. También podríamos alargarla un poco más añadiéndole la corta ruta circular número 10 Cañada de Jorge.










Queremos ser puntuales para comer en Casa Efigenia por lo que decidimos iniciar el regreso. En este sector los árboles son de una altura considerable y los contraluces cuando el sol penetra a través de sus ramas son preciosos. En un escalón de madera vemos setas adosadas.













Vamos deshaciendo camino entre helechos y cambiante paisaje de laurisilva; ahora árboles de troncos grandes, ahora abundantes y retorcidas varas que buscan la luz del sol.









Llegamos a Risquillo de Corgo. Para cambiar de recorrido y paisaje, aquí continuamos por el GR-131, con un bonito sendero que bordea la loma sin pasar por el Mirador. A la derecha tenemos un hilillo de agua que mana de una fuente.











En la carretera trasversal cruzamos con precaución y marchamos en dirección al Área Recreativa de las Creces. Un trino de pájaro no conocido me llama la atención pero  no logro ubicarlo. Esto me hace pensar que hemos visto muy pocas aves en la isla.







En las Creces, nos vamos por la derecha, cerrando un pequeño círculo. Vuelve a sorprendernos el paisaje, al ser una franja más interior, es mucho más húmeda. Primero con estampas otoñales de sendero almohadillado con las hojas secas caídas, y luego con grandes árboles, helechos y laurisilva.










Conectamos con el GR-131 a la entrada del Caserío de Las Hayas. Parte del diminuto valle con palmeras está invadido por la bruma. Llegamos al coche, nos aseamos un poco y nos cambiamos de ropa.


Pese al cambio de ropa, al entrar en el restaurante la mujer me reconoce y me indica la cabecera de una larga mesa donde hay preparados cubiertos para dos personas. Estamos solos en el comedor pero en la terraza hay unas ocho personas en varias mesas. Preferimos quedarnos en la tranquilidad del comedor que tiene aspecto de un museo con cartas y misivas de reconocimiento a la señora Efigenia. Recorro todas sus salas y un diminuto patio con orquídeas haciendo fotografías.


Nos sirven la comida. Nada de florituras. Nada que elegir. Solo comida tradicional gomera. Una buena ensalada con trozos de calabaza, pan para untar un excelente almogrote, un sabroso puchero vegetariano, escaldón de gofio, para beber, cerveza y vino blanco de la casa. Pastelito de postre con un rico licor casero. Después la ronda de saludos de la anfitriona, que nos regala unos pastelitos y frutos secos tostados por ella. No apto para los que busquen alta gastronomía, ni servicio exquisito, sino para una experiencia agradable y diferente.











Hace una tarde preciosa. Salimos a la carretera principal y nos dirigimos hacia Valle Gran Rey. Paramos en algunos miradores, y en su bonita y solitaria playa de bolos de origen volcánico de color gris oscuro.








Luego remontamos valle arriba en dirección a San Sebastián. Pasamos por una zona devastada por el fuego donde han puesto cercas para contener la tierra en las lluvias, en espera de que rebroten nuevas plantas. Al pasar otra vez por el Roque Aganzo, la niebla lo envuelve casi por completo.






En nuestro apartamento, después de la relajante ducha, nos ponemos al día con el iPad y nos acicalamos para ir a cenar otra vez al Parador. Al ser “Amigo de Paradores”, por internet hemos conseguido una reserva a mitad de precio de la carta. Hoy ha sido un día de Laurisilva y degustaciones, la cocina nativa sencilla y la elaborada. Nos quedamos con las dos.

RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 9,6 KM.
TIEMPO: 04:10 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.178 M.
ALTURA MÍNIMA: 983 M.
DESNIVEL POSITIVO: 275 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 288 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

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