Posted by : Vaig a Peu viernes, 22 de junio de 2012

COMO LLEGAR: Contratamos un taxi desde Los Cancajos. Por la LP-3 para más tarde enlazar con LP-301 hasta la zona recreativa del Refugio El Pilar. Para el regreso desde Los Canarios utilizamos el Servicio Público de la guagua hasta el cruce de Los Cancajos y a pie por el paseo marítimo hasta el hotel.


ITINERARIO: VOLCÁN BIRIGOYO / HOYO NEGRO / LAS DESEADAS / VOLCÁN MARTIN / LOS ROQUES / LOS CANARIOS.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.


Ayer fue un día de relax, un paréntesis entre rutas. Después del desayuno, fuimos por el paseo marítimo hasta la playa de arenas negras de Los Cancajos, que recorrimos en su totalidad. La Oficina de Turismo ubicada allí, nos ha sido de gran utilidad para la ruta de hoy. El chaval palmero nos resolvió el problema de qué hacer con el coche al ser un recorrido lineal solo de ida. Contratar un taxi que nos lleve al Refugio El Pilar, regresar desde Los Canarios en guagua y olvidarnos del coche. Para celebrarlo nos fuimos a comer pescado a Casa Goyo. Exquisito. La tarde la pasamos de compras por Santa Cruz.


LA RUTA: En el amanecer desayunando en la terracita, hoy la franja de nubes estaba más alta y ha sido distinto a los demás días. Antes de las 8 estamos en la zona del hotel. El taxi que contratamos anoche llega puntual.


Cargamos las mochilas y los bastones, vamos con las botas puestas y un segundo y ligero calzado para el regreso. Pronto comenzamos a elevarnos y por carreteras secundarias vamos atravesando la isla, después de la población de El Llanito paramos en un bello mirador para contemplar dos hermosos dragos. Y en un poco más estamos en la zona recreativa.

Refugio El Pilar (1.456 m.) dentro del Parque Natural de Cumbre  Vieja con una superficie de 7.500 hectáreas, distribuidas en los municipios de Fuencaliente, Mazo, El Paso, Breña Alta y Breña Baja. En conjunto constituye una estructura volcánica de gran interés representativa de la geología insular, donde se encuentran elementos puntuales singulares, como los roques de Jedey y Niquiomo, y muestras de mayor parte de los episodios de volcanismo histórico de la isla. Desde el punto de vista botánico destacan las masas de pinar, que contribuyen a la protección de los suelos y la captación de agua, así como numerosas especies de flora y fauna protegidas y amenazadas.






Hay poca gente y los empleados comienzan su trabajo, cruzamos el recinto de entrada donde están todos los servicios, bebemos agua en la fuente, leemos cartelitos botánicos y por detrás de los edificios comienza la senda.









Entre espigados pinos canarios llena de pinocha discurre la herbosa senda en ascenso; hasta que lleguemos a Las Deseadas todo será subida. Coinciden varios senderos pero el principal será el GR-LP 131 o Ruta del Bastón que recorre la columna vertebral volcánica de la isla.





Pronto tomamos altura y tenemos una espectacular vista de la Caldera de Taburiente con toda su grandeza, formando ese círculo que lo abraza todo y con la mole del Pico Bejenado en el centro como privilegiado otero.





Llegamos a un mirador con una peana informativa y al fondo a la derecha observamos como unas nubes bajas se van acercando hacia la Caldera, sin embargo, aquí tenemos un sol limpio y claro.





Oímos voces de gente al acercarnos a un poste con paletas que marcan la subida al primero de los volcanes, el Birigoyo. Son cuatro personas que vienen con una guía y nos dicen que vale la pena el esfuerzo de subir.





Iniciamos el duro ascenso por las acentuadas rampas de piedras sueltas, elevándonos con rapidez y nuestra sorpresa es mayúscula al mirar hacia la Caldera. Las nubes bajas que veíamos antes se han convertido en un mar de nubes.





Seguimos esforzándonos por llegar al borde del cráter, pero nuestros ojos siempre vuelven hacia atrás, al ganar altura el espectáculo es más impresionante. Ya no es un mar, es un océano de nubes, y no es una exageración.




Arribamos al cráter del Volcán Birigoyo (1.807 m.), yo continúo hasta su parte más elevada, tiene la boca casi circular como el de San Antonio pero más grande. Al fondo, en el interior, hay un círculo alargado hecho con piedras, dentro de él una tosca cruz y el nombre de JUAN, al que alguien quiere recordar.


Antes de iniciar el descenso, con el objetivo puesto en la cámara, distingo a Susi entre las ramas de los pinos y a esta altura el gran espectáculo de las nubes es sublime. Nunca hasta ahora, había contemplado un mar de nubes tan majestuoso. Es como una gran jarra de cerveza que la espuma desborda y cae derramándose.





Volvemos a la senda principal y continuamos bordeando la ladera del volcán. Ahora los pinos escasean y un pequeño muro contiene la grava volcánica para mantener limpio el trazado. Los colores van cambiando y todo se vuelve rojizo.




Vemos como las nubes derramadas llegan al Paso y a Los Llanos camino del mar. Desembocamos en un cruce de caminos perfectamente balizados. Te informan constantemente de la distancia recorrida y la que te queda, lo cual resulta un poco agobiante al principio.





Alcanzamos otra zona de pinar denso con grandes ejemplares,  el sendero se ensancha y está delimitado con piedras, vamos subiendo por pequeñas lomas redondeadas muy pobladas de vegetación.





En una loma dominante tenemos una gran vista del este de la isla, hacia el mar. Desde allí vienen las nubes que forman la densa plancha, y entre ellas sobresale la isla de Tenerife, reconocible por el cono elevado del Teide.




Seguimos elevándonos paulatinamente, dejando atrás la zigzagueante senda entre las lomas superadas y sus colores ocres. El mar de nubes en toda su inmensidad sigue avanzando perezosamente copando todo el valle.





Proseguimos avanzando y nos acercamos al Hoyo Negro (1.871 m.) otro gran volcán. Su cota es más elevada que el Bejenado. No tiene un cráter definido como los anteriores, la explosión debió de ser terrible, abriendo un boquete colosal.






Las siguientes lomas, son áridas y arenosas, casi despobladas de vegetación, solo algunas zarzas se aferran a este terreno de colores tostados y ocres, que no logra retener el agua y la humedad.




Todo está lleno de contrastes. Las sucesivas lomas vuelven a estar invadidas por el pino canario; mirando hacia atrás, la lengua del mar de nubes continúa inundando la Caldera y todo el valle.




El bosque de pinos se hace más denso, con ejemplares de enorme tamaño; cuando logran repoblarse forman pequeños microclimas que retienen la humedad. Algunos tocones descarnados y resecos, nos recuerdan los estragos causados por antiguos incendios.



En la siguiente colina vuelve a cambiar. Tenemos la impresionante estampa del Volcán Duraznero (1.840 m.), de color negruzco y la colada de lavas a sus pies. Desde esta altura se distingue perfectamente como después de varios siglos desde su erupción, la vegetación no ha logrado penetrar en esa zona.





La visión de estas lavas es tan impactante como las del Volcán Teneguía, parecen estar en movimiento todavía. Voy subiendo al cráter y el paisaje es dramático, lleno de grietas y el agujero lateral por donde lanzaba escorias y gases, es portentoso.






De regreso a la senda principal donde me espera Susi; observo que a esta altura sigue siendo patente la delimitación, como una barrera no visible, entre el conjunto del volcán y la vegetación.





La senda discurre por la ladera rodeando el volcán. Otros senderistas vienen en sentido contrario o hacen parte de la ruta y regresan. Continuamos la subida, vemos las colinas que dejamos atrás y al fondo el mar de nubes.


Un esfuerzo más y superamos la última cuesta, estamos en Las Deseadas (1.933 m.) máxima altitud de nuestro recorrido. Dos lomas casi gemelas, originadas por el antiguo volcán. Tiene punto geodésico y las vistas son preciosas. El mar de nubes ha cubierto por completo la Caldera de Taburiente y solo sobresale, como flotando, la alta barrera de los roques.




Iniciamos el descenso con suave declive y una maravillosa vista por delante. Por la izquierda la isla de Tenerife con una nitidez perfecta; enfrente, las próximas colinas con diversos tonos entre el rojo, el negro, y pobladas de verdes pinos; por la derecha las nubes inundan Los Llanos de Aridane camino del mar.




Continuamos la fácil bajada entre las lomas, la senda se vuelve más ancha y de color gris oscuro, haciendo contraste con el color pardo de la parte no transitada; nos adelanta una persona que va sola y poco después entramos en el Llano de los Guanches.




En este tramo llano, el camino vuelve a estar delimitado por piedras; aprovechamos para comer a la sombra de unos pinos cercanos, pese a la vegetación es un paraje desolado y con cierto halo de tristeza.






Reemprendemos la marcha, que nos cunde por esta zona casi llana, solo interrumpida por la loma de un volcán a nuestra derecha y que el camino esquiva casi en su totalidad.




Al ir descendiendo, las brumosas nubes nos dan alcance, ya se están expandiendo por todo el cono sur de la isla. En el mirador de Montaña Cabrito nos envuelven y dificultan la contemplación del paisaje.










Avanzamos acercándonos al Volcán de Martín, otro histórico de la isla. En las cercanías, todo vuelve a mutar, la senda se torna gris, acotada con piedras, fuera del contorno el suelo enrojece y las secas hierbas son de un amarillo pálido. Nos fijamos en los pinos y tenemos un claro ejemplo de su recuperación en los incendios. Tienen brotes nuevos por el tronco y todas las ramas. Vuelven a resurgir.




Estamos en el mirador del volcán pero solo vemos brumas, la nube lo está invadiendo. Es curioso caminar por un sendero volcánico sin visibilidad a veinte metros, pero constantes, es como si al avanzar empujáramos la bruma manteniendo siempre la misma distancia.






Volcán de Martín (1.630 m.), última erupción en 1646. Emprendo la senda de subida al cráter pero a mitad del recorrido desisto, la bruma lo llena todo. Lo bonito era contemplar sus tonalidades rojizas en contraste con el negro y el gris, pero apenas distingo nada.



Enlazamos con la senda principal y comenzamos a rodear las laderas del volcán, la nube se ha quedado engancha en el cráter y la parte baja está más despejada. Enfrente a la derecha hay dos boquetes a unos ciento cincuenta metros, con senda de ida y vuelta. He leído que en su interior desprenden algo de calor.





Nos elevamos un poco y continuamos rodeando la gran loma del volcán, a esta altura vuelven las brumas y nos cruzamos con gente que viene en sentido contrario.





Arribamos a un nuevo cruce de caminos donde el pinar canario predomina en las lomas, la bruma parece disolverse entre los altos y crecidos pinos.






Más adelante todo vuelve a cambiar. La bruma se va disipando y los pinos son más esbeltos, la senda acotada por grandes piedras e invadida por la pinocha caída del bosque de pinos.










Vuelve la claridad y el paisaje se torna rocoso. Los pinos muestran su heridas de antiguos incendios, sus troncos están ennegrecidos y sus cortezas tienen huellas de quemados.






Nos acercamos a nuestro destino y el desnivel de descenso se hace más patente, unas veces delimitados por piedras y otras por las rampas de alguna ladera.




Llegamos al desvío balizado a la zona recreativa de Los Roques y su fuente que están a unos quinientos metros. Decidimos no bajar puesto que tenemos reserva suficiente de líquidos en las mochilas.




El descenso se acelera, aparecen muretes en el camino y algún trozo escalonado. El perímetro incendiado debió de ser enorme puesto que llevamos varios kilómetros y no cesan los vestigios, pese a ello el nivel de recuperación es muy satisfactorio.






La senda por fin llega a la carretera que cruzamos dos veces en sus lazadas. Tenemos a nuestros pies la población de Los Canarios en el municipio de Fuencaliente.






Dejamos la carretera y por una senda entramos en la población. Un gran cartel a modo de paletas informativas nos indica que hemos dejado atrás y que vamos a encontrar en el núcleo urbano, el buen sentido del humor impera.
Llegamos a la parada de la guagua y faltan dos horas para la próxima. Tiempo más que suficiente para cruzar la acera y en los aseos de uno de los bares nos lavamos y cambiamos de indumentaria y de calzado. Para empezar dos buenas jarras de cerveza y picamos aperitivos de la zona. Cuando llega la guagua el cielo está cubierto y chispea un poco. Nos apeamos en el cruce de Los Cancajos y recorremos el paseo marítimo hasta el hotel. Hoy llenamos la bañera mientras realizamos la triste tarea de preparar las maletas, mañana a primera hora de la tarde nos vamos. Marchamos de nuevo a Santa Cruz a cenar en el Cuarto de Tula, unos buenos camarones alivian nuestro pesar.
CIRCULAR: NO. RECORRIDO LINEAL DE IDA.
AGUA EN RUTA: SI. AL INICIO EN EL REFUGIO DEL PILAR Y CASI AL FINAL, EN LA FUENTE DE LOS ROQUES.
DISTANCIA: 17,650 KM.
TIEMPO: 05:19 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 1.933 M. EN LAS DESEADAS.
ALTURA MÍNIMA: 720 M. EN LOS CANARIOS.
DESNIVEL POSITIVO: 756 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 1.415 M.
DIFICULTAD: MEDIA

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  1. Aquí el chaval palmero de la Oficina de Información Turística de Los Cancajos. Me alegro de que el servicio que allí prestamos le haya servido de ayuda.
    Un cordial saludo,
    Miguel Guerra

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