Posted by : Vaig a Peu miércoles, 20 de junio de 2012


COMO LLEGAR: Desde Los Cancajos. Por la LP-3 hasta los Llanos de Aridane. En la población seguir las indicaciones hasta el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, continuar hasta el punto de información del Lomo de los Caballos. Aparcar el coche y contratar taxi 4X4 hasta el Mirador de los Brecitos.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: LOMO DE LOS CABALLOS / TAXI 4X4 / MIRADOR DE LOS BRECITOS / PLAYA DE TABURIENTE / ZONA DE ACAMPADA-CENTRO DE SERVICIOS / SOMADA DEL PALO / EL REVENTÓN / CASCADA DE COLORES / DOS AGUAS / LA ESTRECHURA / BARRANCO DE LAS ANGUSTIAS / LOMO DE LOS CABALLOS.



LA RUTA: Nuevo y distinto amanecer desde nuestra terracita mientras desayunamos. Antes de las 08 horas estamos en el jardín de la recepción y al poco llegan Isabel y Félix, María lo hace después para decirnos que no puede venirse, tiene catarro y no se atreve realizar la marcha. Nos vamos las dos parejas, cada una con su coche para no obligarnos a nada y después de la ruta que cada cual decida.



Llegamos a Los Llanos de Aridane y al Centro de Información del Lomo de los Caballos. ¿A qué no sabéis quién estaba allí? Efectivamente. Habéis acertado. La pareja franco-alemana, es la tercera excursión donde coincidimos. Los seis ocupamos el taxi 4X4 y comienzan los casi 8 km de fuerte subida y rampas que las marchas automáticas del 4X4 superan en 50 minutos.




Mirador de los Brecitos (1.081 m.) punto más elevado e inicio de nuestra ruta. De no haber optado por el transporte mecanizado, la ruta se incrementa con cerca de tres horas más. El mirador es una pequeña explanada con barandas de madera, rodeada de altos y espigados pinos canarios. Buenas vistas que las nubes algodonadas acentúan su belleza.




Iniciamos por la izquierda, es un paisaje similar al del Bejenado. Hermosa senda otoñal con rojiza pinocha caída de los pinos, que se ciñe a la montaña pero sin rampas de subida. Su trazado es casi horizontal con leve inclinación descendente.




Aunque el desnivel a la derecha, hacia el barranco, es muy fuerte, no existe la sensación de peligro por la cercanía de los pinos. A tener en cuenta en días más secos y con calzado no adecuado, los posibles deslizamientos por la pinocha.








Por nuestra izquierda y casi en vertical, cae desde gran altura un pequeño arroyo de agua fresca y buena para beber, cuya barranquera se salva con un pequeño puente de madera. En la ladera las raíces de algunos pinos se retuercen en el aire.





La señalización se corresponde con la de los parques naturales, paletas metálicas con información en ambos sentidos y algún cartel con los senderos de la Caldera de Taburiente.






No todo es bajar, hay pequeños repechos para tomar la entrada de algún barranco por la serpenteante senda. Entre los pinos vemos los altos y puntiagudos riscos envueltos entre las nubes que les dan un aire enigmático.






Atravesamos otro puente de madera en el Barranco de las Cañeras, haciendo una gran “ese” hacia el interior para volver a salir de nuevo de la umbría.




En un recodo tenemos una preciosa vista del Pico Bejenado, en el lado opuesto de la Caldera que nos hace recordar la bonita excursión de hace unos días; entonces la oteamos y hoy nos adentramos en ella.





Pasamos una zona de helechos secos de color rojizo y entramos en un área de grandes pinos, con troncos esbeltos y ramas como extraños brazos. Los barrancos hacia el interior son de pinar muy frondoso.









Llegamos al Barranco de Traves donde cambia la vegetación, y hay vestigios de grandes arrastres en las lluvias torrenciales. Una enorme piedra de varias toneladas de peso nos da idea de la fuerza de las aguas en algunos momentos.










Volvemos a la senda y los pinos, de entre ellos, divisamos Los Agujeritos, conjunto de picos en forma de dientes de sierra que envueltos entre brumosas nubes parecen mucho más agrestes e inaccesibles.









Al pasar por el Barranco de las Piedras Redondas nos sorprende el tamaño de los desprendimientos que han originado las redondeadas piedras y rocas que dan nombre este barranco.





Una baranda de madera y la consiguiente paleta informativa nos indica que estamos en el Mirador de Tagasaste. Por la izquierda la enorme muralla formada por los roques y a la derecha de nuevo el Pico Bejenado.









Retornan los grandes ejemplares de pino canario, de enormes troncos, retorcidas ramas como candelabros, con largas y serpenteantes raíces a flor de tierra.





Entre sus ramas, vemos el impresionante Risco Liso, de un tono rojizo y surcado de vetas blancas a modo de vías de escalada o intricado mapa labrado de caminos y senderos que se entrecruzan.







En nuestro caminar arribamos a la Playa de Taburiente, que es el lecho del Barranco de las Bombas de Agua por donde discurre el Arroyo de Taburiente en una amplia zona despejada.





Vadeamos el arroyo por medio de unas piedras y entre las rocas está la zona de baño, formada por algún remanso y pequeñas pozas. Los demás deciden quedarse a descansar y refrescarse. El trayecto ha sido agradable y nosotros decidimos continuar un poco más.



Subimos hacia la Zona de Acampada, delimitada por unas barandas de madera. Estamos casi en el centro de la Caldera de Taburiente. Aquí se inicia un sendero al Hoyo Verde, que realmente sería el centro. Son unos 3,5 km con un desnivel de 635 m., unas 02:30 horas ida y para gente sin vértigo. A la sombra de un gran pino repasamos la ruta que nos queda y subimos al Área de Servicios.




Es una bonita edificación de piedra gris, con aseos, cocina, agua y una amplia sala donde el guarda tiene una gran maqueta de la Caldera de Taburiente y sus alrededores,  amablemente nos explica sobre ella, el largo recorrido que vamos a efectuar de regreso, dándonos puntos de referencia y distancias.






A la salida, enfrente tenemos el inicio de la senda de regreso. El paisaje ha cambiado de vegetación, han desaparecido los pinos y hacen acto de presencia las chumberas y los helechos.





Pasamos a la vertiente del Barranco del Almendro Amargo y lo primero que nos sorprende es lo profundo de su cauce si lo comparamos con el del Arroyo de Taburiente.



Poco después llegamos a un pequeño lomo que es la Asomada del Palo, un punto para observar hacia el interior la gran masa de vegetación, que en algunos puntos ocupa el cien por cien, y al otro lado, la imponente mole del Pico Bejenado, que va acumulando nubes procedentes de los roques.




Se inicia ahora un descenso largo conocido como la cuesta del Reventón, topónimo que tiene pleno significado cuando el recorrido se hace en sentido inverso, dada su dureza. Regresa la masa de pinos a acompañarnos durante el descenso.




El desnivel de bajada es fuerte y las rampas acentuadas. La mayor parte del trayecto ha sido empedrada con cemento, en caso contrario sería imposible transitarlo en días de lluvia y la pinocha lo volvería poco estable.







Entre rampa y rampa, además del Bejenado, se hace cada vez más patente la silueta del Roque Idafe que se recorta sobre el fondo. Su aspecto va cambiando según bajamos, desde ser un pequeño dedo en una ladera hasta convertirse en un imponente monolito cuando estamos a sus pies. Cuenta la leyenda que en su base los aborígenes adoraban al dios Abora.



Llegamos al cauce del Barranco y proseguimos por la derecha hasta un tramo llamado las Lajitas del Viento, que puede hacerse por dos ramales: uno normal, que vuelve a subir un poco, y otro que es un atajo de pequeña anchura. Este último solo se aconseja a los caminantes muy seguros y sin vértigo.







Se unen de nuevo los caminos y continuamos por encima del cauce, llegamos a una gran tienda de campaña, barracón de loma, rodeado de una valla de alambre. Es para cobijo de los que trabajan en reparaciones del cauce. Estar atentos porque cerca de la entrada está la paleta informativa de la Cascada de Colores, pero mirando hacia el Cauce.



Hemos de bajar al cauce y seguir curso arriba, unos cien metros, hasta el cruce con el Barranco del Limonero o Rivaceras, siempre con el Roque Idafe al frente. Llegaremos a la confluencia de los dos arroyos. El de la izquierda, de aguas claras, que era por el que veníamos y el de la derecha, del Limonero y de aguas amarillas. ¡Sí, amarillas!





Proseguimos por el arroyo amarillo de aguas ferruginosas, no muy caudaloso, que cruzamos de lado a lado según la anchura del cauce y que da un no sé qué pisar sus aguas, cada vez más amarillas.










El lecho del arroyo se encajona y angosta formando un pequeño desfiladero. El espectáculo visual es grandioso y algo surrealista. Llega un momento que el agua cubre todo el cauce, pero como ya veníamos preparados, nos quitamos las botas y nos calzamos los escarpines de goma.






Metemos los pies con cuidado en el agua, esperando ocurra algo, que se nos tiñan o comiencen a caerse a pedazos, pero no sucede nada, el agua está fresca. Salvamos un pequeño escalón, prestar atención a los resbalones. Y llega el gran espectáculo…









Tenemos ante nuestros ojos la Cascada de Colores. Es alucinante verla, aunque hayas visto fotos no te la puedes imaginar. Es un salto de agua de unos ocho metros, no muy caudaloso y que ha teñido la pared de colores amarillos y ocres en todos los tonos, mezclados con los verdes de musgo y las algas. Se ve claramente que la pared es artificial y por la erosión, en 2003 fue restaurada por su imagen cultural muy difundida en el parque.


Llegan Isabel y Félix, intercambiamos cámaras para las fotos y los dejamos deleitándose mientras nosotros iniciamos el regreso. Cuando nos estamos calzando las botas viene la pareja franco-alemana, les prestamos los bastones y los escarpines de Susi para ella, puesto que él calza un 43. Mientras nosotros, nos preparamos los bocatas para comer a un lado del cauce.




Reanudamos la marcha por dentro de cauce del Barranco del Almendro Amargo, cruzando su curso varias veces de lado a lado. En menos de un kilómetro llegamos a Dos Aguas, inicio del barranco de las Angustias, donde se une el arroyo Taburiente y existe un tomadero de agua.



Con riesgo de lluvias o días después de producirse, este itinerario es peligroso. De hecho se ha cobrado varias víctimas en el trascurso de los años. Algunas medidas como un sendero fuera del cauce o pasarelas peatonales, han sido rechazadas por su impacto visual.




En el cauce se observan multitud de diques, cada uno fruto de una erupción, que nos dan idea de la intensa actividad volcánica de la zona en el pasado. Entre los diques hay fragmentos blanquecinos de rocas similares a los granitos.





Por la izquierda, en varias rampas abandonamos el cauce elevándonos por la ladera. Pasamos por la Rosera, hermoso ejemplar de pino canario con multitud de ramas y troncos que asemejan un poblado rosal.




Descendemos de nuevo al fondo del cauce del barranco para cruzar a la otra ladera y volver a subir para esquivar el penoso caminar en esta parte del cauce. Vamos a media altura por una clara senda terrosa donde la vegetación vuelve a cambiar apareciendo de nuevos los pinos pero de menor tamaño.







Más adelante, una paleta informativa nos indica que estamos llegando a La Estrechura, para lo que tenemos que descender otra vez al fondo del barranco, cerca del Morro de la Era.











Cruzamos cerca de un estrecho y alto acueducto, en el cauce nos refrescamos en una bonita chorrera de agua que se precipita desde arriba.






Estamos acercándonos a La Estrechura, el cauce se oprime y atasca entre enormes rocas y pedruscos, entre ellas vemos un hilillo de agua que forma una minúscula cascada.





Entramos en un laberinto de grandes rocas blanquecinas muy erosionadas y desgastadas por el paso torrencial de aguas turbulentas, que forman un vericueto de pasillos con pequeñas pozas de agua donde croan las ranas.











Nos adentramos y recorremos todas sus encrucijadas, admirándonos de la enormidad de algunas rocas y los efectos que la erosión ha ejercido sobre ellas.




Regresamos y tomamos la senda por la derecha que nos eleva unos metros por encima del cauce para evitar un encajonamiento, posibles saltos y pozas que dificultan el que sigamos transitando por el mismo.


Es una zona árida y desolada de laderas herbosas. Sin embargo, llama la atención, y en algunas fotos se percibe, la presencia de ejemplares de Bejeque Rojo (Aeonium nobile). Es una planta endémica de La Palma de gruesas hojas anaranjadas, y flores rojizas en los meses de mayo a julio, vive principalmente en las cotas bajas.



Poco antes de llegar al final de la ruta se divisan fincas de aguacates en producción, puentes y tubos que cruzan el barranco. Pasamos a la izquierda y un poste con paletas nos indica la senda que nos eleva a nuestro destino: Lomo de los Caballos.

Nos aseamos y cambiamos de ropa. A la salida del aparcamiento del Centro de Visitantes, a la derecha, habíamos visto un cartel de Bar Restaurante El Mirador, quedamos con Isabel y Félix para tomar una merecida cerveza contemplando la muralla rocosa de los roques, ahora, con nubes enganchadas, y en nuestras mentes la diversidad de paisajes recorridos hoy.
Son dos personas estupendas. Mañana quieren hacer la parte larga de la Ruta de los Volcanes, nosotros descansaremos  e iremos de compras por Santa Cruz, llevamos muchas rutas seguidas. Para el viernes caerá la de los Volcanes. Volvemos a los coches, ellos se quedan por Los Llanos y nosotros continuamos hasta el hotel, piscina y a elegir restaurante para cenar.



 CIRCULAR: SI.
AGUA EN RUTA: SI. EN LA ZONA DE ACAMPADA-CENTRO DE SERVICIOS.
DISTANCIA: 16,5 KM.
TIEMPO: 06:17 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.081 M. (MIRADOR DE LOS BRECITOS)
ALTURA MÍNIMA: 220 M. (BARRANCO DE LAS ANGUSTIAS)
DESNIVEL POSITIVO: 357 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 818 M.
DIFICULTAD: MEDIA-ALTA.



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  1. Muy interesante y sobretodo con información precisa del recorrido,
    muchas gracias!!

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