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Posted by : Vaig a Peu
martes, 9 de mayo de 2017
Desde el
Paleolítico, la provincia de Córdoba ha quedado marcada por la huella del hombre.
Tartésicos y oretanos se disputaron la posesión de estas tierras y la
explotación de sus minas de hierro, plomo y cobre. Los romanos la conquistaron
fascinados por la belleza de su paisaje y la fertilidad de su valle. De su
presencia dan testimonio las innumerables construcciones que recorren la
provincia. Tras la expansión musulmana por la península ibérica, el territorio
del Al-Andalus cordobés se erige en el principal foco de irradiación cultural y
económico de la Europa medieval. Con el Emirato independiente instaurado por
Abderramán I y el califato Omeya de Abderramán III, Córdoba vive su máximo
protagonismo histórico. El magisterio de grandes hombres -Séneca, Maimónides,
Averroes...- difundió por todo el orbe el esplendor y apogeo cordobés. Tras la
conquista cristiana, las repoblaciones del valle del Guadalquivir por Carlos
III y las agitaciones sociales del siglo XIX, la provincia emprende un nuevo
rumbo histórico. Hoy, este privilegiado enclave andaluz atesora un patrimonio
monumental, capaz de cautivar al viajero más exigente.
Este viaje surgió a raíz de dos objetivos
pendientes para senderismo: El Caminito del Rey y recorrer el Cabo de Gata. Por
la distancia entre ambos resultaba complejo emparejarlos, y lo primero que
había que tener era una fecha fija y con reserva para el Caminito. Una vez
conseguida todo fue más sencillo: 11 de mayo. El Chorro es provincia de Málaga,
pero qué hay cerca de allí: en primavera Córdoba y sus patios. Hecho. La ruta
estaba montada. Córdoba, El Chorro, Málaga, Almería, San José de Níjar. Con
tiempo y antelación en las reservas, los hoteles se pueden elegir cerca de las
zonas por donde nos vayamos a mover. Dos noches en Córdoba, dos noches en
Málaga y cuatro en Cabo de Gata.
Somos madrugadores y sobre el mediodía estábamos a la puerta de nuestro sencillo hotelito, situado cerca de la Plaza del Potro, del puente de Miraflores, de la Mezquita, la judería y de un montón de floridos patíos. Sin deshacer maletas nos fuimos a comer a la Plaza del Potro y regresamos a descansar.
Esta vez nos centraremos en los patios y la Mezquita, en otros viajes estuvimos en museos, Medina Azahara, en bonitos pueblos blancos y hasta subimos a la Tiñosa (1.570 m) máxima altura de esta provincia.
Hace una tarde estupenda y no hay gran aglomeración de turistas extranjeros con sus guías, que a golpe de mapa recorren uno a uno los 46 patios de este año, e incluso los 14 restantes fuera de concurso. Nuestra idea es pasear, dejarnos llevar.
Sin darnos cuenta los patios van apareciendo en nuestro camino, pero un patio no son solamente macetas floridas. Su arquitectura habla de una época pasada que es cuidada con mimo, de grandes balconadas y escalera de madera.
Entre patio y patio nos metemos por estrechos callejones blancos, rectos o curvos, con casas de cuidadas fachadas casi siempre blancas o con las cenefas de color ocre como manda la tradición, de enrejados ventanales o mínimos balcones.
Otro patio, que escogido al azar resulta ser uno de los más visitados, el patio de la fuente de estrella. No es muy grande pero es espectacular, con muchas macetas en las paredes y gran variedad de flores y plantas.
Aparece la Sinagoga y entramos. Aunque la conocíamos, siempre es bueno recodar, distinguir y respetar las distintas culturas que tuvimos. Nunca sabremos que hubiera sucedido si no las hubiésemos expulsado, pero eso fueron otros tiempos.
Algunos patios son comunitarios y por lo tanto más grandes, éste tiene dos ficus benjamina y un ciprés que sobrepasa la altura del edificio. Cuadrado y con doble arcada a modo de claustro, para el patio y para las viviendas.
Resulta casi imposible resistirse a fotografiarnos junto a la estatua de Mainónides, o en el patio del Museo Taurino, enfocar al gran toro del jardín y, como no, al sencillo busto de la leyenda taurina, Manolete.
Balcones engalanados con macetas, rejas en las que cuelgan plantas crasas; puertas, portales y zaguanes de cerrajería artesanal que dejan entrever otros patios particulares no abiertos al publico. Más callejones.
Nuestros pasos nos llevan a la Mezquita que visitaremos mañana, pero no podemos resistirnos a rodearla e ir fotografiando algunas de sus emblemáticas puertas diseminadas por los cuatro muros, todas tienen su nombre.
Nos desviamos hacia el Guadalquivir por el triunfo de San Rafael y la colosal Puerta del Puente que nos da acceso al Puente Romano y su discutida remodelación que le cambió su aspecto conservado durante siglos.
Volvemos al casco antiguo y a los patios aleatoriamente. El siguiente es de un colorido excepcional, grandes ramilletes de hortensias, buganvillas, petunias, geranios, claveles, gitanillas, y en el centro una pequeña fuente.
Floridos balcones, callejuelas y otro patio comunal con pozo en el centro. A la entrada en carteles, cuentan la historia de la casa, cuyo origen eran unas antiguas cuadras que fueron encaladas y adecuadas para acoger cada una a una familia completa.
Poco a poco vamos cerrando el círculo de patios visitando el último, con una pequeña piscina donde manan dos caños donde se arremolinan flores y macetas a su alrededor. Luego volvemos a hotel para acicalarnos y buscar una terracita para cenar.