sábado, 28 de mayo de 2011

WEMBLEY

Hace más de seis meses Alex me dijo que él y varios de sus amigos iban solicitar a la Organización de la UEFA Champions entradas para la Final que se celebrará en Londres en el mes de mayo próximo.

A finales del mes de marzo, cuando se estaban jugando los cuartos y todavía no había ninguna certeza de los cuatro clásicos contra el Real Madrid, le confirmaron haciéndole un cargo en su tarjeta de crédito, que le habían correspondido dos entradas.

De todos los amigos que las solicitaron, solo a él le tocaron en el sorteo, ni siquiera a Guillermo que reside en Londres. Entonces entre ellos acordaron que si llegaba el Real Madrid, él cedería las entradas a dos de ellos, todos menos uno son madridistas y les acompañaría a Londres. Pero si llegaba el Barça, las entradas serían para nosotros y ellos le acompañarían a Londres para estar con Guillermo.

El tres de mayo, estando e la Feria de Servilla, después del partido y ya finalistas, me llamó para confirmar mi vuelo Alicante/Londres y la habitación del nuestro hotel. No me lo podía creer ¡¡vaya año!!

Y aquí estoy de nuevo en el aeropuerto, viernes 27 de mayo  las 19 horas 40’, es la quinta vez desde la inauguración de la nueva terminal el 24 de marzo pasado. Yo vuelo directamente Alicante/Londres y él casi a la misma hora Madrid/Londres, pero aterrizamos en aeropuertos distintos, el mío es Stansted.

Por si acaso antes de embarcar me tomo un café con leche y una magdalena, paso controles, busco mi puerta y a la cola, casi todos son pasajeros anglosajones que regresan después de algunos días de vacaciones, muy poca gente lleva signos externos o distintivos de ir con motivo del partido.

El vuelo va a tope y despegamos con puntualidad, Alex sin embargo lleva retraso, mi asiento es de pasillo y como compañeras tengo a dos inglesas ya mayorcitas que están leyendo la prensa, cuando llegan a la página de deportes y aparece un fotograma de Messi, me lo indican con el dedo, no quiero desplegar mis habilidades lingüísticas así que les sonrío y les confirmo con la cabeza, me sonríen y levantan el pulgar, son de los nuestros. Aterrizamos puntualmente.

Guillermo y Alex envían un correo a Carol para que me haga un croquis y algunas instrucciones de cómo tomar el tren en el aeropuerto con destino a Londres, cosa que no entiendo, ya sé que mi pronunciación digamos que es poco académica pero también hay mucho inglés sensiblemente inculto a las fonéticas foráneas y mi comprensión escrita a carteles e indicaciones no está mal.

Control de pasaportes y a la Station, chupao, que bueno es tener conexión con tren en el mismo aeropuerto. En la taquilla hay un joven portugués solicitando información, aprovecho para que me pida un billete de ida a  Station Liverpool St., no quiero pasmar al expendedor.

Tengo suerte y sale en cinco minutos, yo ya estoy camino de Londres y Alex todavía no ha despegado de Madrid. En un principio Alex yo habíamos quedado en esta estación, pero como él no va a llegar todavía llamo a Guillermo para que me recoja e ir al hotel.

Casi al final de los 45’ de trayecto recibo una llamada de Alex que está a punto de embarcar, con lo cual no llegará aquí antes de las cuatro de la madrugada hora local.

Ya con Guillermo, nos vamos andando hasta el hotel que está muy cerca de su domicilio en pleno centro Business  de la City, la temperatura es mucho más baja y hace un poco de aire, cuando nos asignan habitación se lo comunico a Alex por e-mail y me despido de Guillermo hasta mañana. Habitación de matrimonio y buen plato de ducha, son las 23 y 30’  no tengo hambre, la magdalena ha hecho efecto, preparo la ropa para mañana y a dormir.

Me ha costado coger el sueño y en ese momento llegaba Alex, me dice que él se levantará más tarde, le pido que me deje unas libras sueltas para desayunar puesto que yo no he cambiado e intento coger de nuevo el sueño.

Poco antes de las 8 ya no puedo estar en la cama, en hora española serán cerca de las nueve, no se debe perder el tiempo así. A la ducha.

Ya en la calle el cielo está gris y amenaza lluvia, hace un poco de aire y al no haberme secado el pelo noto más el fresquete. Doy vueltas alrededor del hotel en busca de una cafetería pero casi todas están cerradas, ya me contó Guillermo que  cuando cierran las oficinas los viernes a las seis de la tarde, los compañeros de trabajo se van a tomar pintas a los pubs o cafeterías ya que todos residen fuera de Londres y hoy abren más tarde.

Encuentro una pequeña abierta pero sus desayunos son para mineros galeses, patatas fritas salchichas, huevos, bacón, Ketchup, así que sigo buscando por otra zona y la encuentro, es una franquicia italiana, capuchino grande y dos croissant que están riquísimos.












Continúo paseando y me acerco al 30 St. Mery Axa, el Edificio del Pepino de Londres, que está muy cerca y desde el hotel veía su cúpula, lo recuerdo muy bien de la primera vez que estuvimos aquí. Tengo entendido que solo trabajan en las oficinas de la primera planta el resto están vacías, pero es todo un símbolo.

Recibo una llamada de Alex, va a meterse en la ducha, regreso al hotel así cogeré la cámara de la que me olvidé esta mañana.


Como los demás todavía se están acicalando hacemos tiempo visitando un mercadillo cercano, pero hoy es sábado y apenas hay gente y puestos abiertos, el día de los mercados son los domingos, recuerdo los más clásicos visitados en viajes anteriores.





Otra llamada telefónica y quedamos en una cafetería cercana, es un local moderno en dos niveles y cada rincón o espacio está decorado con mobiliario diferente. Llegan todos, Nacho, Alfonso, Guillermo e Isabel su pareja, que es ilicitana, Nacho y Guillermo con sendas camisetas del Manchester, pero Alfonso pese a ser madrileño lleva una hermosa samarreta del Barça, más tarde llega Alan, también disfrazado del Manchester. Piden una especie de platos combinados que les sirven en sartenes pequeñas, salchichas, bacón, habichuelas y alguna variante más, Isabel y yo pedimos algo más clásico, unos panecillos con salmón y té.



Luego nos vamos andando y por un puente cruzamos el Támesis y al fondo vemos la Torre de Londres. Por la derecha bajamos al the Market Porter, situado bajo las aéreas vías del tren. Aquí si hay mucha gente, es un mercado de carne, pescado, verduras, comida recién cocinada, quesos, aceitunas, panes de todo tipo, pasteles, té.














De aquí nos vamos a Pub clásico a tomar unas pintas de cerveza, hay bastante gente y con motivo del partido han puesto globos hinchados con los colores de los dos equipos, no todo el mundo bebe cerveza, veo a dos que toman vino blanco y en una cubitera tienen la botella culo arriba como pidiendo que se la repongan.

Decidimos irnos para Wembley, el partido es una hora antes, a las 19 horas 45’. Vamos a coger el tren o Metro, Guillermo quiere llevarnos por un itinerario distinto aunque tengamos que hacer trasbordo, así evitaremos las grandes aglomeraciones. Efectivamente los vagones están vacíos y dos o tres estaciones después cuando sube mucha más gente nosotros ya estamos sentados. Son doce kilómetros, algo más de media hora con las paradas.




La estación está en una calle ancha donde se ubican los últimos bares y pubs en los que se pueden tomar bebidas alcohólicas y enfrente en perpendicular la gran avenida de casi un kilómetro de larga con Wembley Park al fondo coronado por su arco metálico.

Pedimos unas cervezas y nos mezclamos con la gente que ahora si va engalanada con camisetas y parafernalias de ambos equipos, siguen llegando autobuses y trenes  repletos, pero el ambiente es sereno, tranquilo, los dos bandos se saludan y hacen fotos juntos, ellos alardean de Chicharito con algún que otro sombrero mejicano, en nuestro bando hay varias alusiones de Mouriño como es lógico.


Bajamos a la gran avenida para ir acercándonos poco a poco y nos despedimos, ellos nos desean una dulce derrota y nosotros que tengan una gran lección de fútbol.






La marea humana ahora es enorme, pero no hay sensación de agobio, sino un gran respeto mutuo. A mitad de la avenida en el suelo están pintados los escudos de los dos equipos, todo el mundo quiere hacerse fotos pero guardan su turno y se piden unos a otros que les hagan la foto, fantástico.

También a ambos lados  hay instaladas grandes casetas la UEFA Champions donde venden camisetas, bufandas, banderines gorras y demás artículos de ambos equipos y a sus precios en libras, menuda recaudación.









Mientras nos vamos acercando, al fondo a la derecha hay una pantalla gigante, donde van emitiendo jugadas y goles de los dos equipos hasta que llegaron a la final. Alguien reconoce a Víctor Muñoz entre la gente y se arma el revuelo en los culés, todos queremos hacernos fotos con él, que con mucha paciencia acepta, abrazos, manos, si sigue así posiblemente llegue tarde al partido.







Elegimos la rampa de la izquierda para acceder al estadio donde está nuestra entrada letra E. Cuando vamos a entrar, se arma un gran revuelo en un aseo de minusválidos, alguien ha roto un tabique e intentan colarse, la policía entra a saco y los tira a todos fuera sin ningún miramiento, mayores, mujeres e incluso niños, no hay respeto para los que quieran colarse. Nos hacemos a un lado y cuando se calma un poco entramos.

El primer control de entradas, de los muchos que hay antes de llegar a tu asiento, es con láser, vamos ascendiendo por suaves escalones y anchos pasillos buscando nuestro Block 502, entonces te das cuenta de la cantidad de gorilas y agentes de paisano con pinganillo que hay mezclados entre la gente, antes de entrar al campo meamos por si acaso.











Una vez dentro buscamos nuestra Fila 14 y los asientos 33 y 34. Estamos justo en el centro del campo, vaya pasada. Falta más de una hora para el inicio y todavía hay poca gente, en el anillo de enfrente están el anagrama de la Champions y los escudos de los dos equipos y en los dos fondos sendas pantallas gigantes donde están haciendo entrevistas.









Comienzan a colocar en el círculo central la lona con el escudo de Wembley y al poco salen a calentar los porteros del Manchester, aplausos entre sus seguidores, mientras el estadio sigue llenándose, poco después salen a calentar el resto de jugadores, los cinco colegiados y por fin los porteros del Barça y más tarde el equipo entero. No hemos leído la prensa ni ayer ni hoy y nos extrañamos al no ver a Pujol calentar.



En esos momentos el fondo de mi derecha que corresponde a los hinchas del Barça está casi totalmente lleno y poco a poco comienzan a deslizar por encima de sus cabezas una gran bandera con el escudo de más de diez metros de larga y otros tantos de ancha, una vez llega al final vuelve otra vez al inicio.











Los jugadores se retiran para salir con la equipación oficial y entonces un centenar de actores saltan al campo a realizar una bonita ceremonia formando con paraguas de colores una espléndida coreografía.

Vemos las alineaciones en las pantallas, no está Pujol y si Abidal desde el inicio lo cual nos parece muy bien. En los recuadros marcados para los entrenadores han puesto dos plataformas y todos los fotógrafos de ambas porterías corren a coger sitio. En ese momento salen cuatro componentes de la Guardia Real portando la copa y una mesita de metacrilato y la colocan en el vértice con la línea del centro del campo y a continuación salen los dos equipos con los niños cogidos de la mano, los fotógrafos disparan sin cesar y en los fondos de cada equipo los hinchas con cartulinas forman unas frases que no logro leer.



















Los fotógrafos inmortalizan a los dos equipos y se sortean los campos, se quedan como están, el Manchester en el lado de su grada y el Barça en la suya, saca de centro el Manchester, los cánticos se hacen ensordecedores.









Comienza el encuentro, la visibilidad que tenemos es espectacular. La presión que nos hacen es agobiante, no tenemos el balón y Valencia empieza a repartir estopa, Alex y yo nos miramos, si esto sigue así lo vamos a pasar mal. Pero antes de diez minutos los pequeñitos toman el control del balón y la cosa cambia por completo, ahora quien corre son ellos y tenemos alguna que otra oportunidad. En el minuto veintiséis Pedro a un gran pase de Xavi y con la derecha marca el primero de la noche, Júbilo y cánticos en las gradas, ya vamos delante.

Pero seis minutos después Rooney a pase de Giggs empató en un gran gol, desde las gradas no vimos nada anormal y nos pareció un buen gol. Pese a ello el Barça no acusó el golpe y siguió dominando el encuentro hasta el final de la primera parte.



En el inicio de la segunda parte el Barça fue a por el partido, Iniesta y Messi se lanzaron al ataque, volvieron loca a la defensa y la posesión del balón fue abrumadora. A los ocho minutos Messi de un zurdazo desde fuera del área hizo el segundo, las gradas fueron un clamor, ya eran nuestros. Era el primer gol de Messi en UK su alegría fue enorme y quería más. Así que siguieron con el mismo ritmo e intensidad y en minuto sesenta y ocho Villa controla un balón fuera del área y la pone donde quiere, en la escuadra, Van der Sar con la mirada pide explicaciones a sus compañeros, pero todos tienen la cabeza gacha. Ahora si que si.

Ferguson hace cambios pero es tarde, están muy tocados, siguen sin tener el balón y nadie les había bailado así. El Barça quería más pero sin descomponerse, tocando y tocando y buscando la oportunidad adecuada. Sin darnos cuenta llegaba el final y Guardiola, como siempre hace con sus jugadores, dio la oportunidad de salir a Pujol con su brazalete de capitán en el último minuto.

Tres minutos de añadido y final del partido, caemos en la cuenta de que solo han chutado una vez a puerta, la del gol y no han llegado a botar ningún saque de esquina. Se han cometido muy pocas falta, ellos más y casi todas de Valencia.












El júbilo en las gradas es incontenible, el resto del equipo y el cuerpo técnico saltan al césped y forman un corro todos apiñados, aparece una botella de cava y los seguidores del Manchester comienzan a abandonar el estadio.

Está todo preparado y vienen las ceremonias. Colocan de nuevo en el círculo central el escudo de Wembley y aparece una valla alargada ya con los escudos del Barça y como en los Oscars la palabra WINNERS, mientras los jugadores del Barça hacen pasillo a los del Manchester para que suban a recoger las medallas como finalistas.









Y ahora le toca subir al Barça, en ese momento Pujol y Xavi llaman a Abidal y le entregan el brazalete de capitán a él para que recoja la copa, sencillamente delicioso. Desde nuestra posición no podemos ver la entrega puesto que estamos encima de ellos, pero si por las pantallas y con cañones de aire comprimido lanzan serpentinas de oro y plata haciendo que el estadio parezca un escenario espectacular.


















Una vez en el césped, fotos detrás de la valla de Winners y a pasearla por Fondo de los culés. No queda nadie del Manchester, así que decidimos ir saliendo poco a poco del estadio, todo el mundo en orden, unos tristes otros contentos, pero sin resentimiento ni euforias descontroladas.




Ya en la gran avenida la lengua de gente nos va llevando hacia la estación de Metro, una vez allí, aún habiendo escaleras y pasillos mucho más estrechos, se avanza tranquilamente, no hay prisa, vamos desembocando en un andén y en cinco minutos llega un tren totalmente vacío y una puerta se abre ante nosotros. Estamos dentro y en algo más de media hora en nuestra Station de Liverpool St., aprovechamos para comprar mi billete de tren hasta el aeropuerto para mañana, yo salgo a las once y él a las dieciséis horas.

Hacemos una llamada y no se creen que estemos ya de regreso, Guillermo e Isabel están cenando muy cerca de aquí y el resto ahogando sus penas en un Pub. Convenimos en acercarnos al hotel,  para cambiarnos y acicalarnos un poco.

Nos reunimos con Guillermo e Isabel y nos vamos a por el resto al Pub, como llevan más de una Pinta, su dolor es menos intenso y aceptamos sin rencor sus felicitaciones y nuestras Pintas. A las doce en punto dejan servir alcohol en la barra, pero puedes seguir mientras te quede en la copa.

Nacho se queda con una chica que ha conocido y el resto nos vamos a otro Pub que ya no sirven en la barra, pero por una escalera subimos dos pisos más a una especie de discoteca, hacia muchos años que no me ponían un sello en la muñeca, no hay aglomeración, buena música y todavía consiguen una cerveza más. Se puede salir a una pequeña terraza exterior y ver Londres de noche. Pero aquí también van a cerrar pronto, el horario de las discotecas es hasta las dos de la madrugada.

Me despido de todos, puesto que mañana no los veré, a Alex  le dará tiempo y comerá con ellos. Llegamos al hotel, dejo el troley medio preparado, pongo la alarma del móvil a las ocho por si acaso y a dormir.

Como es normal y pese a habernos acostado tarde, a las siete hora local estoy despierto, aguanto un poco y me voy a la ducha, recojo mis cosas y me despido de Alex, no lo veré hasta finales de junio.

Hace algo de fresco y cerca del hotel, camino de Liverpool St., están montando los puestos de un mercadillo, hoy es domingo y hay gente por las calles.

Ya en la estación compruebo mi andén y pregunto cuando sale el próximo tren, me dicen que en cinco minutos, así que subo rápidamente. En mi vagón apenas hay gente, un matrimonio de mediana edad con su hija que lleva puesta la camiseta del Barça y cinco chavales menores de veinte años, hablan castellano y todos llevan la camiseta del Barça., están simpáticos contando sus anécdotas de anoche. Nos pasa lo mismo que el día que llegué, a la tercera estación nos hacen bajar y esperar a otro tren que llega en diez minutos. Una vez arriba nos quedan cuarenta minutos hasta el aeropuerto de Stansted.

Como ya conozco el camino resulta muy fácil ahora, busco la pantalla de salidas y localizo mi vuelo, todavía no tiene asignada puerta de embarque, así que me voy a desayunar, tengo mucho tiempo, lo hago tranquilamente y me entretengo eligiendo.

Ya tengo puerta de embarque, ahora a buscarla. Este aeropuerto te engaña, parece pequeño pero es bastante grande. Hay poca cola y aparentemente saldrá en hora. Pasa el tiempo pero nadie viene a atendernos. Avisan de que habrá un retraso de veinte minutos y aparece un chico de la compañía que empieza a activar los ordenadores pero con mucha parsimonia. Comienza a revisar las tarjetas de embarque de los pasajeros con prioridad y comprobando algún equipaje, de momento deja de hacerlo y vuelve a los ordenadores. No vemos ningún avión de Ryanair en la pista, o sea que tardaremos un poco más en salir.

Al rato aparecen en la pista tres aviones de la compañía que acaban de aterrizar y uno de ellos se acerca a nuestra puerta, aplausos de la gente y llega otra auxiliar de vuelo, ahora tienen prisa, tanta que no comprueban tamaños de equipajes y apenas las tarjetas y pasaportes. Embarcamos y puedo escoger asiento de ventanilla.

Despegamos con una hora aproximadamente de retraso, no me duermo pero con los ojos cerrados y relajados voy repasando este intenso fin de semana, sobre todo el partido, haber estado allí va a ser un recuerdo imborrable.


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