sábado, 14 de mayo de 2011

PICÓN DE JEREZ Y CERRO PELADO

COMPONENTES: VICENTE, PATRO, PEPE Y ANTONIO.

ITINERARIO:

Autovía con salida en Guadix, a Jerez del Marquesado y por camino forestal y cortafuegos, ahora en buen estado, al refugio Postero Alto (1.880 m).

Salimos el viernes a las 16 horas y a las 19 estábamos en Jerez del Marquesado, cervecita en la terraza del bar, observando las cumbres nevadas y recordando las anteriores subidas. También  pasamos por la pequeña plaza del pueblo donde en un monolito hay un avión, en recuerdo al accidente aéreo, que el año pasado cumplió 50 años, de un avión americano que cayó cerca de las Chorreras Negras y fueron socorridos por los habitantes del pueblo. Luego tranquilamente hacemos los doce kilómetros de camino y cortafuegos hasta el Refugio.















Ha llegado poca gente, aparcamos el coche y cargamos los trastos para dormir y salir mañana, el resto lo dejamos. Nos inscribimos, nos dan una habitación de ocho para nosotros solos, todos elegimos la litera de bajo y salimos hacer fotos a los picos nevados, mientras va arribando más gente, cenaremos las 21 horas.



Ahora ya estamos todos y van a servir la cena, hay un grupo de unos diez de Murcia que vienen con guía, también había dos mujeres más que nos dicen son de Elche, pero se han ido a cenar y dormir al pueblo y mañana vendrán a la hora de salir, hacen malas caras.
Nos colocamos los vasos platos y cubiertos, pedimos una botella de vino y de primero tenemos una sopa de verduras, después macarrones con tomate y pollo con setas. Un poco de conversación, pedimos el desayuno para las 7 horas y a dormir. Tenemos a alguien nuevo en la habitación y le ha quitado el sitio a Antonio, Se lo decimos y no se queda muy conforme, antes de apagar las luces recoge sus cosas y se va, parece que había un error al darle habitación.








Antes de las siete suena la alarma del móvil y todos en pié, abluciones, ropa de faena, botas y a desayunar. Muy completo, leche, café, cacao, galletas, magdalenas, palmeras de hojaldre, tostaditas, mantequilla y mermelada.

Cargamos mochilas con crampones y piolet, dejamos el resto de cosas en el coche, no hace frío y emprendemos camino por el cortafuegos de la Loma de Enmedio durante unos trescientos metros para desviarnos a la derecha salvando algunos pequeños montículos en busca del curso del arroyo Alhorí.




Ya con manga corta seguimos su curso por la izquierda guiados por mojones. Viene caudaloso pero siempre es mejor cruzarlo más arriba. Seguimos ascendiendo y haciendo fotos pero como siempre alguien se sale del guión y cruza, otros le seguimos y al final hay que volver a cruzar porque no es lugar idóneo.







Seguimos mojones hasta que el arroyo se encajona y ya no queda más remedio que cruzar, el caudal es ahora más fuerte y los sitios para cruzar tienen dificultad. Pepe lo hace por la parte más alta y lo logra mojándose poco, yo le sigo pero mi pié de apoyo resbala en el musgo y caigo dentro, me mojo las botas y la corriente de agua anega la funda de la cámara y mis pantalones. Como ya no hay remedio, me apuntalo con los palos y con la ayuda de Pepe cruzo a la otra parte.

Entre todos empezamos escurrir botas, calcetines, pantalones y funda de cámara y Antonio se dedica a desmontarla, quitarle la batería, las tarjetas y la guardamos en la mochila, en cuanto a cámaras mojadas somos muy expertos.


Solo tengo recambio de calcetines, así que me arremango los camales del pantalón hasta las rodillas y como hace un buen día de sol, a caminar de nuevo. Lo ocurrido nos despista un poco,  podíamos haber seguido de frente, salvando unas rocas, en busca del nacimiento del Alhorí y decidimos rodear el gran peñasco que ya lo hicimos en otra vez anterior.

Todos teníamos muy claro, incluso en croquis en papel, que debíamos llegar al Nacimiento, pero aquí entra en juego el GPS. Patro y yo que íbamos delante sin tomar mucha altura, cuando pudimos seguimos por la izquierda  y pronto tuvimos delante el Nacimiento, con lo cual sin bajar mucho y en diagonal nos plantamos en él, rodeados del espléndido circo y las grandes palas de nieve que llevan al Picón. Pero estos no aparecían, desde nuestra posición nos dimos cuenta de la vuelta que estaban dando y a saber por donde podrán bajar.

Decidimos seguir hacia la gran pala, si asomaban nos veríamos. Nos cruzamos con dos personas que iban más a la izquierda y pisando los neveros. Nosotros decidimos evitarlos con lo cual progresábamos más rápido. Cuando llegamos al fondo del circo, escrutamos bien toda la pala para evitar en lo posible los grandes desniveles y cruzarla lo más cómodamente.

Entonces los vimos y nos vieron, les hicimos señas para que bajaran, podían haberlo hecho, puesto que había un sitio con menos desnivel y en diez minutos nos hubiéramos reunido, pero no, dichoso GPS, siguieron por el cordal.










Así que Patro y yo nos planteamos hacer el resto de la excursión solos, en las rocas donde estábamos, bebimos, nos tomamos barritas, gel, energéticos y almendras de su cosecha. 


Ya con mi ropa seca y las botas bastante bien, comenzamos a cruzar de rocas a pequeña pala de nieve blanda y sin hielo a rocas, sin los crampones hasta que solo nos quedaba la gran pala con su desnivel, entonces nos los calzamos, comprobamos que estaban bien atados, plegamos palos y descolgamos el piolet de la mochila.











Patro alucinaba, cómo se clavan, qué seguridad y el piolet como mandan los cánones, siempre en la mano de la ladera, sujeto por la pala y el pico siempre adelante. Poco a poco sin prisa, pero sin pausa, clavando las doce púas a más de veinticinco centímetros y a veces hasta las rodillas. El cabreo del GPS se nos estaba pasando, tenemos pocas fotos porque la pendiente no lo permitía, pero la sonrisa de Patro era enorme.













Unas veces seguíamos huellas, otras las hacíamos nuevas por lo que parábamos de vez en cuando a respirar. Calculo que fueron unos quinientos metros hasta que llegamos al cordal y como la mayoría del tiempo los íbamos viendo, nos desviábamos  hacia la izquierda para coincidir, pero la pendiente así era mayor.








Ya en el cordal en la cara sur no había nieve, salimos un poco después de la cima del Picón y nos quitamos los crampones, pero no los veíamos por ninguna parte. Cerca del Puntal de Juntillas vimos un grupo de gente que parecían los murcianos del Refugio, fuimos hacia ellos pero venían unos cincuenta metros por debajo y no llegamos a cruzarnos.

Pasado el Juntillas los vimos que estaban llegando al Cerro Pelao, les hicimos señas para reunirnos allí y seguimos caminando, ascendiendo suavemente hacía las rocas de la cumbre, cuando llegamos a las piedras no había nadie y en la otra cumbre a unos doscientos metros  más  creíamos ver a alguien. Nos pareció tonto que hubieran seguido andando, pero bueno. Estábamos arribando cuando oímos unas voces por detrás, nos volvemos y estaban en la cima anterior, serán. . . . .eso.

Pillé un buen cabreo y les dije que si querían almorzar que viniesen, yo no volvía y nos sentamos a preparar nuestro almuerzo. Cómo es posible que viéndonos llegar se coloquen en un sitio donde no nos veían ni los veíamos. Hay que estar zombis.




Una vez desahogados, nos pusimos a almorzar, ellos no habían parado en ningún momento, apenas tomado líquidos y por supuesto nada sólido, a Pepe se le nota el cansancio, así que con vino del abuelo las penas son mejores, después café, té y pastas con chocolate.

Las vistas del Alcazaba y Mulhacen nevados son impresionantes. Iniciamos el descenso volviendo a la primera cumbre para tener una buena visión de la Piedra de los Ladrones, que será la referencia para llegar al Puerto de Trevélez y hacer la bajada tradicional, cerca del Cortijo de los Rojos y por la Loma de Enmedio.



Delante de nosotros tenemos una pala de nieve enorme con gran desnivel de bajada y luego de subida.  Lo normal si queremos evitar la nieve sería volver cerca del Juntillas y de allí a la Piedra. Seguimos avanzando y en un momento determinado aparecen a la derecha unas huellas en la nieve y el desnivel nos parece asequible, así que decidimos hollarlas, están locos por pisar la nieve.

Hago la primera prueba, la nieve está blanda y te hundes perfectamente, no me pongo los crampones, Pepe me sigue pero Patro y Antonio se los colocan. Sé que vuelvo a mojarme las botas pero se avanza de maravilla pese al desnivel y cuando se acaban las huellas o entiendo que hay que cambiar por evitar más pendiente, no hay problema, solo algunas veces nos hundimos hasta las rodillas.















Al cabo de un buen rato cuando llegamos a la Piedra de los Ladrones y nos dirigimos hacia el Puerto, entonces vimos que Pepe, sin decir nada, se rezaga y comienza a bajar por delante de la Piedra, maldito GPS, no tenemos ganas de discutir y le seguimos a unos cien metros, lo mismo da bajar por aquí que por la senda, lo curioso es que al rato y antes de conectar con la Loma de En medio, aparece la senda oficial, nosotros la seguimos pero él va fuera de ella y a cinco metros de nosotros, el GPS es el GPS.

Por este lado no pasamos por el Cortijo de los Rojos pero la bajada es igual de larga y pesada, son unos 1.300 metros de desnivel en un corto tramo. Pronto vemos el Refugio pero no llegamos nunca, comenzamos a estar cansados, el tramo del cortafuegos ahora nos parece deprimente.


Fin de la etapa y coche, es muy buena hora, nos cambiamos de ropa tranquilamente y liquidamos la cuenta del Refugio. No tenemos hambre y acordamos no parar en el pueblo y seguir el camino de regreso, a mitad del mismo nos detendremos a tomar algo.

Venta Quemada  es el sitio elegido, solo con el primer sorbo de cerveza se nos despierta el apetito y de la barra pasamos a una mesa, pinchito de tortilla, queso, choricitos y acabamos con carne a la brasa, Antonio dice que en dos días es su cumpleaños y su medio santo, nos invita, Pepe paga los helados, así da gusto.

Por el camino vamos haciendo planes para en verano hacer la integral de los tresmiles, no tenemos remedio. Antes de las diez estamos en casa.




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