Andando
por los diversos senderos de la sierra de Aitana, o contemplando sus
espectaculares paisajes desde los puntos más altos, constantemente nos
encontramos con unas construcciones circulares excavadas en el suelo, hoy en
día en estado de ruinas, son las conocidas como cavas o pozos de nieve,
estructuras que en su día cumplieron la función de ser verdaderos almacenes de
nieve. Se trata de pozos de considerable diámetro excavados en el suelo y con
sus paredes cubiertas con muros de piedra, algunos de ellos contaban
también con techo, así al aislarse del exterior y excavar varios metros en el
suelo se obtenía una cámara con temperaturas más frescas. Tras las nevadas del
invierno la nieve se recogía y se almacenaba en el interior de las cavas, donde
se prensaba para convertirla en hielo para conseguir así que esta perdurara
congelada hasta el verano, entonces se cortaba el hielo en bloques y se
transportaba a lomos de animales de tiro, como burros o caballos y siempre
durante la noche para que el hielo permaneciera congelado hasta llegar a su
lugar de destino. En la sierra de Aitana, encontramos un total de 18 pozos de
nieve, o lo que queda de ellos, de estos 18, encontramos dos con ubicación
solana (al sur), se trata de los pozos más modernos, construidos
aproximadamente en 1840. El resto se ubicaban en la umbría de la sierra (ladera
norte) y fueron construidos entre los siglos XVI y XVIII, además todos ellos se
encuentran por encima de los 1.250 metros de altitud. El hielo que se producía
en la sierra de Aitana se destinaba a la conservación de alimentos en las
poblaciones que se encuentran a sus faldas, entre otros usos, pero el uso
principal que se le daba al hielo era el de conservar el pescado en su transporte
desde la costa hasta las poblaciones que encontramos a los pies de la Aitana.
También se tiene constancia de que se llegara a embarcar algún cargamento de
hielo con destino a Orán (Argelia). En la actualidad, nos encontramos los pocos
restos de lo que en su día fue una potente industria y que han quedado en
entornos cada vez más secos y cálidos, que nos hacen pensar sobre cómo puede
ser que nevara tanto en estos lugares donde hoy casi apenas nieva, he aquí uno
más de los evidentes signos del cambio climático.
CÓMO LLEGAR: Por la A-7 dirección
Valencia, salida en la nº 691 rotonda de San Vicente del Raspeig, dirección
Alcoy por la A-7. Después de los túneles de la Font Roja, Salida en la nº 449 a
BENILLOBA, continuar por la CV-70 a Benilloba y seguir hasta Benasau, donde
tomamos la CV-770 hacia Alcolecha y tomar por la izquierda la carreterita de
montaña que luego se convierte en pista de tierra y que en unos 5 km nos llevará a la Font del Arbre.
COMPONENTES: VICENTE Y PEPE.
ITINERARIO: FONT DE L’ARBRE / DESVÍO A LA MOLETA / DESVÍO DCHA. /
CAMPO A TRAVÉS / TEIX / RACÓ / VENTISQUER / TEJO / CANTAL L’HEURA / PUNTAL /
POU DE NEU / RACÓ DEL ESPINAL / VESTISQUERO / NEVERO / INICIO DEL ARRÁN /
BÓVEDA / MIRADOR / MOJÓN / HITO / CORDAL DE AITANA / LA MOLETA / DESTREPE /
COLL DEL VENTISQUER / LOMAS DE AITANA/ INICIO VERJA / PASO VERJA / VISTA CIM DE
AITANA / FIN VERJA / SENDA DE LA PINADA / FONT DE LA FORATA / PR-CV 20-21 / POU
DE NEU / POZO DE NIEVE / DERECHA / FONT DE L’ARBRE.
LA RUTA: Aitana es una de las pocas posibilidades de nieve en la
provincia y no siempre se acierta. De la nevada de hace dos días apenas quedan
rastros blancos sobre el terreno, en cambio tenemos una mañana fría y ventosa.
Hoy vamos a patear su parte Oeste por la base de sus paredes para subir por l’Arran dels Esquiladors, y recorrer todo el cordal de la sierra hasta pasar la valla metálica del recinto militar, donde se encuentra el vértice geodésico de la cima de Aitana.
Iniciamos desde la Font de l’Arbre con el cielo encapotado de nubes grises que el aire mueve. Tomamos el ancho camino de los PR-CV 20-21 que van a la cima y a Benifato. El suelo está duro y helado con peligro de resbalones.
Atajamos por un sendero intermedio que cruza dos grandes curvas del camino elevándonos con facilidad; enseguida tenemos hacia atrás miradas a la Serrella, el Pla de la Caça y a la Font de l’Arbre y sus casas.
De nuevo por el camino seguimos subiendo con la vista puesta en los grandes paredones de la Penya Catxa (1.245 m.) y la Moleta d’Aitana (1.468 m.). En la siguiente curva dejamos el camino por la derecha, ver mojones.
Un incipiente sendero se abre paso ascendiendo entre el pequeño bosque de pinos que cruzamos lateralmente para salir otra vez al espacio abierto. Las nubes comienzan a romperse y oímos como sopla en aire arriba, de momento estamos protegidos.
El sendero se desvanece pero es fácil seguir el trazo del GPS, vamos subiendo de plataforma en plataforma avanzando hacia los enormes paredones. Hacemos un giro a la izquierda y tenemos una amplia visión de la muralla rocosa.
Entramos en un precioso recodo de altas paredes salpicadas con el verde intenso de las grandiosas hiedras. También vemos junto a unos formidables peñasco puntiagudos, un hermoso tejo de poca altura y ancho ramaje.
En todo este tramo vamos sin sendero, marcas o mojones que nos indique el paso, pero es todo muy intuitivo siguiendo el GPS. El entorno resulta abrumador, de una belleza salvaje, con grandes farallones y altas placas abruptas.
Pasamos junto a los restos de lo que fue el Clot del Ventisquer, antiguo pozo de nieve semienterrado por los derrumbes y con extensas vistas a la Serrella. Nuevas murallas rocosas con hiedras agazapadas y arbustos de arce.
Poco después tenemos otro ejemplar de tejo junto a una vertical pared lisa. Normalmente crecen pegados a las paredes de roca caliza, que son las que les proporcionan agua y abundante humedad para su desarrollo.
Nos acercamos al Cantal de la Heura, una curiosa laja desprendida que ha quedado en posición oblicua y, en los muros de su alrededor se concentra un gran número de hiedras adheridas que trepan buscando la luz y la humedad.
Pese a estar en la cara norte, la cantidad de nieve es exigua, moteando algunos rincones de la umbría. En el siguiente trecho el paisaje cambia, las altas paredes son menos verticales y más romas, dejando el frío color gris por un tono más ocre.
Llegamos al Clot del Tío Virgilio, mejor conservado que el anterior pero también con su profundidad menguada por los avatares naturales. Alojado cerca de las paredes y de los runares en constante movimiento.
Sabemos que estamos cerca de l’Arran dels Esquiladors pero al no haber hitos o marcas no vemos el lugar de subida hacia el cordal de la sierra. Mirando hacia atrás tenemos la visión del impresionante recorrido bajo las paredes.
Indagamos por las pedreras y runares y por la base de los paredones buscando un resquicio o subida al cordal, pero las señales del GPS rebotan contra las paredes y es difícil situarnos pese a estar en el sitio adecuado.
Vemos el tercer pozo de nieve y bajamos un poco a visitarlo. Clot del Banc dels Esquiladors, el mejor conservado de los tres ya que mantiene su antigua profundidad y está protegido por estacas unidas por una cuerda.
Desde el nevero observamos las sonrosadas y hermosas paredes buscando el paso. Intuitivamente solo vemos una posibilidad, cerca de las oquedades parece haber una inclinada subida hacia el borde de las paredes.
L’Arran en valenciano significa al ras o al borde de… Hacemos nuestro último intento y subimos a la base de las sonrosadas paredes. De cerca son todavía más hermosas si cabe, reflejos de oxido tiñen grietas y oquedades.
Es un lugar impresionante. Paredes cuarteadas como bloques o ladrillos que se comban formando una espectacular bóveda con pequeñas oquedades o nichos que nos hacen pensar que estamos en un lugar de culto.
Junto a las paredes, inclinado hacia arriba parece haber un paso que llega hasta una cornisa, no sabemos que hay detrás, pero estamos casi seguros de que hemos pulsado la tecla adecuada. Las panorámicas son fabulosas.
Al girar la cornisa todo queda resuelto, una sencilla trepada poniendo las manos y nos topamos con un mojón de piedras grande. Podían haber puesto otro al inicio de l’Arran, pero no hubiera sido tan emocionante.
Enseguida viene otro mojón y las vistas al mar Mediterráneo, con el Cabeçó d’Or al fondo, el Puig Campana y su muesca con la isla de Benidorm, y al frente, el cordal de la sierra de Aitana que vamos a recorrer.
El viento comienza a vapulearnos, sopla que no veas. El trazo ahora es sencillo y no tiene pérdida, el suelo está duro y helado. Solo tenemos que ir superando lomas y pronto tenemos a la vista los artilugios de la base militar.
Culminada la primera gran loma tenemos a la vista un gran mojón de piedras que marca la Moleta d’Aitana (1.468 m.) Esta era nuestra meta pero vamos a continuar hasta la cima de Aitana. Extensa panorámica del cordal con las antenas y el Bérnia.
Continuamos por la cuerda de la sierra siempre cerca de los precipicios y con las preciosas miradas a la cima, flanqueada por cada lado, por el Bérnia y el Puig Campana que completan una visión extraordinaria.
Hacemos un pequeño destrepe por la izquierda, bajando un roquedo y comenzar a subir por otro lomo más empinado con nuevas vistas a la Serrella y a todo el tramo de sierra recorrida, con la Moleta quedándose atrás.
Nos vamos acercando a la última lomada con sus paredes acantiladas. Largas miradas al mar con Cabeçó d’Or y al amplio paisaje montañoso que se va abriendo a medida que tomamos altura. El viento ha dejado grandes planchas nubosas.
Alcanzamos la valla del alargado recinto militar que comenzamos a rodear por la izquierda. Al principio los rastros de senda nos llevan algo separados de la valla hasta que saltamos el primer pasillo que conducía a una de las garitas.
Luego caminamos cada vez más cerca hasta que nos pegamos a ella. El vallado es doble, separado por un pasillo interior de más de un metro. Debido al viento y las bajas temperaturas se ha formado una cencellada en los rombos de la alambrada.
El efecto visual es muy singular ya que parecen blancas rejillas de panales, que en caso de apoyarnos en la valla se desmoronan formando rectangulares cubiteras de hielo vacías. Hay tramos inmaculados con toda la verja de rejillas blancas.
Tenemos un paso donde la valla se eleva sobre un roquedo, con cuidado se puede pasar sujetándonos de la valla. Tras la gran bola blanca, entre las rejas, podemos ver en el interior el vértice geodésico de la cima de Aitana (1.558 m.)
Viene otro pasillo de garita que volvemos a saltar y tras el cual ya vamos viendo el final de este entretenido recorrido por la valla, con casi 1,5 km de longitud, hoy algo más lento debido al hielo y al fuerte viento.
Escondidos tras un pequeño grupo de carrascas nos protegemos del aire para dar cuenta de nuestro merecido almuerzo, aliñado con intensas miradas al Bérnia, las Simas de Partagat, al Puig Campana y a nuestro mar Mediterráneo.
Emprendemos el regreso por la inclinada senda que se inicia al final de la verja. El frío hace que las piedras se contraigan y se sujeten entre ellas, haciendo más segura la bajada y al cruzar el bosque de pinos sea más rápida.
Admiramos los grandes peñascos y riscos que vamos dejamos atrás, y la Penya Forata, emblemático símbolo de Aitana, hasta que llegamos a la Font de la Forata, sin hielo ni nieve y de la que cada vez mana menos agua.
Giramos a la izquierda tomando la ancha pista del PR-CV 20-21, y ahora resguardados del viento, caminamos paralelos observando desde la distancia las antenas y radares de las instalaciones militares que antes casi hemos tocado.
Marchamos junto al Clot del Pas I, y poco más adelante, tras una gran hiedra y un escondido tejo, tenemos el Clot del Pas II. Hoy sin grandes esfuerzos hemos visitado 5 de los 18 pozos contabilizados en la sierra de Aitana.
Últimas miradas a las paredes y al bosque de pinos, el camino gira a la derecha y por los atajos de esta mañana cerramos la ruta en la Font de l’Arbre. La calificamos de dificultad ALTA técnicamente, por el manejo del GPS y la subida por l’Arran.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA: SI. (Font Forata)
DISTANCIA:11,2 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 05:15 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.558 (Aitana)
ALTURA MÍNIMA: 1.156 m. (Font del Arbre)
DESNIVEL POSITIVO: 610 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 610 M.
DIFICULTAD: ALTA.
DIFICULTAD: ALTA.
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