En el monte del Mascarat, por donde se abre el paso de Altea a Calpe o
viceversa, dicen los relatos orales que vivió un temido bandolero cuya máscara
dio nombre al lugar, aunque, según algunos historiadores, el término no viene
sino de maka-as, palabra íbera que significa «piedra cortada». Tan pronto vino
como pareció irse el malhechor, encontrándose, al poco de su «marcha» y en la
montaña en la que solía ejercer su oficio de delincuente, el cadáver de un
hombre irreconocible por la lepra. Unos se aventuraron a decir que se trataba
de «El Mascarat», a quien anteriormente ya habían querido identificar con un
joven desaparecido del pueblo cercano. Pero la versión más osada de la leyenda
dice que: Hace muchos años, en el barranco del Mascarat, había un peñasco cuya
configuración, similar a la de un trono, generó una chocante leyenda. Las
sucesivas aperturas de túneles y caminos entre Calpe y Altea acabaron con la añeja
roca, pero la fantástica historia que explicaba su origen merece unas lineas.
Algunos habitantes de la Marina, decían antaño que Judas Iscariote, en vez de
ahorcarse después de entregar a Cristo, quiso redimir su pecado, intentando
devolver a los conspiradores los treinta denarios de plata que cobró a cambio
del Maestro, opción más misericorde y noble, al parecer que la del suicidio
impuesto por las crónicas. Según esa tesis, el apóstol traidor, después de
abandonar Jerusalén, embarcose desde Haifa hacia Dios sabe donde, quizás rumbo
a Roma, añado yo, porque al respecto no ofrece detalles la leyenda. En al mar,
un fortísimo viento que azotó la nave durante varios días fue a estamparla
contra la costa de Denia. Sin embargo, el maltrecho náufrago, vencido el
desencanto, aún tuvo redaños para recorrer andando el litoral alicantino, eso
sí, con la bolsa de monedas al cuello, la firme resolución de devolverlas y la
remota esperanza de que en Cartagena otro barco lo transportase al puerto
deseado. Cuando atravesaba el Mascarat, Judas, exhausto a causa de tantos
trajines físicos y morales, divisó una gran peña lisa donde sentarse a
descansar. Desde allí, el bellísimo paisaje tendido a sus pies antojósele el
remedio ideal para un alma atribulada como la suya. Frente a su infinitud,
fatigas y remordimientos amainaron poco a poco, drenados por lágrimas y
suspiros expiatorios. Pero el peso de la culpa era tan horrendo que, al
levantarse para proseguir el viaje, en la piedra quedó testimonio tangible de
ese descargo: las huellas de su espalda, del culo, de los brazos… Imposible
suceso, extravagante, conmovedor. (José
Soler Carnicer, Leyendas Valencianas)
CÓMO LLEGAR: Por la AP-7 dirección Calpe, salida en la nº 64
ALTEA/CALPE. Seguir por la N-332 dirección Calpe/Valencia para más tarde girar
a la derecha para tomar la calle Chambele y luego girar a la izquierda por la
calle Currica que tras pasar por el puerto de Campomanes nos dejará en la Cala
del Mascarat, en el barranc Salat.
COMPONENTES: VICENTE, SUSI, PEPE, TERE Y CAROL.
ITINERARIO: CALA DE MASCARAT / BARRANC SALAT / SUBIR AL PUENTE /
BAJADA BARRANCO / CANYÓ DEL MASCARAT / FINAL DEL CANYÓ / CRUCE DE REGRESO /
COLLADO / CASTELLET / BAJADA / COLLADO / URB. MARYVILLA / SENDA FINAL CHALETS /
SUBIDA CIMA / PUNTA DE TOIX / ANTENAS / VÉRTICE GEODÉSICO / MIRADOR DE TOIX /
CADENA / COLLADO / CRUCE DE REGRESO / MIRADOR ACANTILADOS / BAJADA ESCALERAS /
CALA DE MASCARAT.
LA RUTA: Este es un punto que teníamos pendiente de explorar. El Canyó del Mascarat, cuna de escaladores, es donde el Bernia se precipita antes de llegar al mar en el Morro de Toix, del que también rehuíamos por su masificación urbanística.
LA RUTA: Este es un punto que teníamos pendiente de explorar. El Canyó del Mascarat, cuna de escaladores, es donde el Bernia se precipita antes de llegar al mar en el Morro de Toix, del que también rehuíamos por su masificación urbanística.
La Cala de Mascarat está muy tranquila a estas horas. Iniciamos desde el cauce del barranc Salat que desemboca en la misma cala, al principio es un ancho camino entre muros y chalets con miradas al Castellet y el Morro de Toix.
Muy pronto el barranco se va estrechando entre un lecho de aluvión, cantos rodados y exuberante vegetación que nos tapona el paso. Por la derecha aparece un sendero más despejado por el que salimos a un puente.
Arriba, cruzamos la carretera y por la izquierda del puente buscamos la mejor manera entre unos pinos, de volver a bajar al cauce del barranc del Mascarat. Aquí hay pocos trazos de sendero y avanzamos intuitivamente.
Tenemos vistas parciales al primero de los puentes y a los altos pivotes que configuran el desfiladero. En el cauce, de mediana anchura, tenemos que ir sorteando enormes peñascos y grandes bloques de piedras entre persistente vegetación de matorral.
No resulta difícil progresar pero hay que estar muy atentos buscando el mejor paso. A medida que nos acercamos a los puentes la estrecha garganta, se angosta mucho más entre las verticales paredes que nos oprimen.
El primer puente construido en sillería es de 1885 y actualmente está en desuso. Es de un solo ojo y de porte elegante. Una vez sobrepasado, las paredes vuelven a estrecharse formando un recodo pétreo y firme.
El segundo puente es de cemento y con doble carril en dos direcciones, corresponde a la carretera N-332 y fue construido en 1925. El cauce parece obstruirse entre las verticales paredes, pero siempre queda un resquicio por donde avanzar.
El tercer puente es metálico de 1915 y atravesado por la vía férrea del TRAM. Mirar hacia arriba impresiona, las paredes apenas están separadas por tan solo un metro y hay pedruscos a modo de cuña encajados que parecen evitar que se junten.
Queda el pedazo más bonito, de paso franco pero encajonado hasta un punto donde la rendija entre paredes está totalmente obstruida para el senderismo. Es un lugar algo místico que me recuerda a la Cova Santa en el barranc de l’Infern.
Vamos regresando por el mismo sitio, observando el poder erosivo y abrasivo de las aguas en miles de años, también la solubilidad de las rocas calizas que han moldeado este impresionante desfiladero y sus paredes de más de cien metros de altura.
Nos recreamos en pequeños detalles observados desde distintas perspectivas. Merece la pena llegar hasta este punto del barranc del Mascarat. Con meteorología adversa y fuertes lluvias debemos de abstenernos.
De nuevo en el puente proseguimos por la izquierda dejando el cauce, hasta llegar al punto marcado como cruce de regreso, donde ahora giramos a la izquierda para comenzar a subir suavemente en aceras y asfalto.
Es un tramo de conexión con la Penya del Castellet. Pasaremos por diversas urbanizaciones que han ganado terreno a la montaña hasta limites insospechados. Al menos las cumbres nos las dejan libres de cemento.
El asfalto se inclina con fortísimos desniveles, a cambio mirando hacia atrás, tenemos espléndidas vistas a la ensenada que se forma desde el Alt del Governador en serra Gelada, al Morro de Toix, cuyo pivote tenemos a la vista.
Algunos desniveles de asfalto resultan complicados para vehículos a motor. Se termina el asfalto y por camino de tierra llegamos al Collado entre el Morro de Toix y el Castellet, donde distinguimos su único lienzo en pie.
Desde el Collado, con buenas vistas a la sierra de la Oltá, tomamos el sendero que rodeando la peña comienza a ascendernos. Dados los primeros pasos las miradas se amplían al Alt del Morro de Toix, con el mar y el Penyó d’Ifach a nuestro alcance.
Llegamos a un poste con paletas informativas en un pequeño rellano donde observar serra Gelada. Ahora tenemos que superar el desnivel más fuerte de subida, para lo que han colocado varios tramos de soga que nos ayudan a subir.
De gruesa maroma y bien anclados en la roca, a modo de pasamanos nos ayudan a izarnos. Cuidado con la soga que está reseca por el sol y puede causar alguna abrasión. El resto de subida resulta muy asequible.
Castell de Calp o del Mascarat (252 m.) Como fortificación accesoria se construyó un puesto vigía avanzado en el sur de la medina en la sierra del Mascarat, donde solo queda un lienzo de muralla y que protegían las escaramuzas cristianas desde las comarcas al sur de Calpe.
En el año 1254 las tropas del rey Jaime I el Conquistador toman la población, su castillo y, en un rápido ataque, se hacen con el castillo de Mascarat. Los territorios conquistados serían cedidos a Pedro Eximén d´En Carroç.
Con panorámicas a las últimas estribaciones de Bérnia e inverosímiles perspectivas a la cresta del Morro de Toix, deshacemos sendero y bajada por las maromas hasta el Collado, haciendo una variación por la derecha y por asfalto.
Seguimos un corto sendero por la izquierda que nos lleva a la Urbanización Maryvilla, este será también un punto de cruce para el regreso. Continuamos con asfalto entre chalets por la derecha, para al final de ellos, tomar una senda.
Estamos a media falda de la ladera derecha del Morro de Toix. Este sendero es utilizado por los escaladores para llegar a las paredes. Su desnivel es fuerte y encrespado, hay que tomarlo con mucha paciencia.
A cambio tenemos vistas maravillosas al trio del Alt de la Pedrissa, el Bérnia y la Penya del Castellet. A media subida la senda se estabiliza, avanzando en sentido horizontal con un desnivel llevadero que nos permite recrearnos con extensas miradas.
Alcanzamos el nido de antenas y con ello el camino que recorre el estrecho morro. Desde este punto también se puede acceder al Alt de la Punta del Morro de Toix (338 m) con algunos pasos muy aéreos que dejamos para otro día.
Tras un breve descanso, el camino se convierte en un espléndido balcón al mar que pese a la bruma existente, distinguimos todo el litoral de costa y las grandes cumbres de Aitana, Puig Campana, Ponoig y Bérnia donde se enganchas las nubes.
Antes de llegar al final hay una pequeña abertura a la izquierda que nos permite contemplar la otra vertiente del litoral masificada de urbanizaciones, pero de una gran belleza, desde Calpe con el Penyó d’Ifach hasta Moraira.
Podemos acceder hasta el vértice geodésico (285 m) con vistas a 360º, quizás las mejores de las dos Marinas, la Alta y la Baixa. Es un punto para extasiar los sentidos, aunque viajemos, debemos de apreciar las maravillas de nuestra provincia.
El camino sigue hasta la punta donde da la vuelta y forma un amplio Mirador al Penyó d’Ifach, icono de esta zona. Ahora por la otra vertiente, en suave descenso vamos regresando con largas miradas a la Oltá y la bahía de Calpe.
Pasamos por una cadena que cierra el acceso a vehículos, y por asfalto y entre chalets, vamos a buscar el cruce de retorno en la urbanización Maryvilla y llegar al Collado, y de ahí al asfalto, deshaciendo el camino en bajada por las urbanizaciones.
Llegados al primer cruce de retorno de esta mañana, cuando hemos salido del barranc del Mascarat, ahora nos vamos por la izquierda, subiendo a una urbanización para coger la Ronda del Atardecer que nos llevará por la línea del mar.
Tendremos grandiosas vistas al Morro de Toix, y a la escondida cala del Racó del Corb a sus pies. Más adelante, desde otro mirador obtendremos cercanas vistas a sus acantilados cortados a bisel en las cercanías de la cova dels Coloms.
Por último veremos la punta del Mascarat que se adentra en el mar, con la primera y pequeña cala solitaria y, al otro lado la nuestra. Unas escaleras nos bajan al chiringuito grande y a la cala del Mascarat. Primero el baño y luego las birras.
RECORRIDO: CIRCULAR
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 10,8 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:30 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 285 M. (Vértice geodésico del Morro de Toix)
ALTURA MÍNIMA: NIVEL DEL MAR.
DESNIVEL POSITIVO: 502 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 506M.
DIFICULTAD:
MODERADA.
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