Situadas sobre una llanura litoral
sedimentaria al Suroeste de la Sierra de Cabo de Gata, estas salinas son las
únicas que permanecen en actividad industrial en Andalucía Oriental. La
“cosecha” de la sal se realiza al final del estío, antes que aparezcan las
primeras lluvias otoñales. La producción anual, que suele superar las 40.000
toneladas de cloruro sódico, se amontona en la zona industrial del recinto,
formando blancas montañas que resaltan aún más la singular belleza de este
rincón de la costa almeriense. Paralelas a la línea de playa ocupan una
extensión aproximada de 400 hectáreas de terrenos inundables. Se nutren de agua
marina a través de un complejo sistema de canalización que comunica al recinto
salinero con un grupo de estanques, situados en la base de unos acantilados
marinos próximos aprovechando el desnivel de las mismas. Así mismo, reciben
aportes por escorrentía superficial (lluvias) a través de las numerosas ramblas
que desaguan en la zona y, especialmente, por las procedentes del glacis
situado en el Barranco del Sabinal. En años especialmente lluviosos el área
inundable puede ampliarse considerablemente, abarcando entonces terrenos
situados al Oeste del complejo salinero que se asientan sobre arcillas y se
encharcan fácilmente. El origen de estas explotaciones se remonta probablemente
al período fenicio o cartaginés, como así lo pondría de manifiesto el origen
púnico del término Charidemo que podría traducirse como “promontorio de las
ágatas”. Del período romano existen evidencias arqueológicas de una industria
de salazón, situada junto a la cercana Ermita de Torregarcía. Sin embargo, este
aprovechamiento ha sido muy irregular a lo largo de la historia, pasando por
periodos de inactividad y de abandono a otros de frenética producción. A lo
largo de los últimos veinte años hemos registrado a 115 especies de aves
acuáticas, a partir de más de 350 censos realizados en este saladar. Esta
elevada riqueza de especies (riqueza específica), que tan sólo se supera en un
grupo muy reducido de aguazales europeos, se debe en gran medida al elevado
porcentaje de aves que utilizan a estas salinas, como punto de descanso y avituallamiento
en sus movimientos migratorios y que suponen más del 70% del total. Dadas las
especiales características climáticas que concurren en la zona, con la ausencia
de un invierno térmico, son numerosas las especies que permanecen durante este
periodo. Por último, destaca un número no menos significativo de aves
sedentarias y otras de carácter estival que nidifican en la localidad, así como
algunas que mantienen contingentes no reproductores a lo largo de todo el ciclo
anual.
CÓMO LLEGAR: Desde San José a Cabo de Gata (San Miguel).
Hay un aparcamiento cerca de la rotonda.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: SAN MIGUEL / OBSERVATORIO-1 / CAMINO / DCHA.
INVERNADEROS / DERECHA / GIRO DERECHA / OBSERVATORIO-2 / CORTIJO BECERRA /
CORTIJO DE LOS RAMONES / CARRETERA AL-3115 / ALMADRRABA DE MONTELEVA /LAS
SALINAS / IGLESIA DE LA ALMADRABA /
OBSERVATORIO-3 / OBSERVATORIO-4 / OBSERVATORIO-5 / TORRE DE SAN MIGUEL /
SAN MIGUEL.
LA RUTA: Hace un día despejado y espléndido. Iniciamos desde la misma rotonda de entrada al pueblo y por la misma carretera que hemos venido. Caminando unas decenas de metros por el arcén de la derecha que es más de espacioso.
LA RUTA: Hace un día despejado y espléndido. Iniciamos desde la misma rotonda de entrada al pueblo y por la misma carretera que hemos venido. Caminando unas decenas de metros por el arcén de la derecha que es más de espacioso.
Las salinas están situadas en una amplia llanura delimitada por el mar y las montañas del Cabo de Gata. Llegamos al primer observatorio de aves que está situado sobre un muro que separa el espacio natural.
Las vistas son extensas a las charcas pero apenas distinguimos algún ave en las aguas. Quizás la cercanía de la carretera, aunque no hay mucho tráfico, haga que busquen zonas más apartadas para poder alimentarse.
Al salir de la garita de madera comenzamos a caminar por una traza de sendero entre el muro y la valla del parque, marchando a nivel de tierra, viendo las charcas y matorral que las delimita desde primera línea.
Este sendero apenas nos dura unos cientos de metros, puesto que la valla se separa del muro de piedra y este espacio ha sido invadido por el cañaveral, haciendo imposible su transito. Volvemos al muro y lo saltamos.
Enseguida viene un camino despejado y transitable por la derecha, por el que seguimos abriéndonos paso entre el matorral del saladar. El muro se va quedando atrás y diagonalmente conectamos con otro camino junto a unos invernaderos.
Lo seguimos por la derecha, pero al poco nos separamos de las instalaciones de los invernaderos por otro camino a la derecha. Caminamos por una zona intermedia entre unos bancales de hortalizas y la valla del parque.
El camino se ensancha y pasa a denominarse Camino del Pozo del Cabo. Pasamos por la construcción derruida de una antigua balsa y al poco volvemos a lindar con la valla del parque, que a partir de ahora nos acompañará.
Las vistas al humedal son preciosas y al tratarse de una estrecha y alargada franja paralela al mar, cualquier cosa que sobresalga en ella es visible. Comenzamos a distinguir la torre de la iglesia de La Almadraba.
Poco después también observamos las instalaciones de las salinas junto a los grandes cúmulos de sal apilada, con diversos tonos de blancura dependiendo del tiempo que haya transcurrido desde su recolección.
Alcanzamos el segundo observatorio de aves, prácticamente frente a las instalaciones salineras y junto a un margen de separación de los acuíferos. Aunque alejadas, logramos ver un grupo de gaviotas sobre una lengua de arena.
La franja de agua que vemos ahora corresponde a la embalsada para las salinas, al tiempo que por el otro lado, nos acercamos a la formación montañosa, donde vemos restos de construcciones y después el cortijo Becerra en ruinas.
Más tarde en la falda de la montaña distinguimos el cortijo de los Ramones que sigue habitado. Pasamos por otras fincas o chalets que han quedado dentro del parque. Llegamos al final rodeando el extremo, cruzando el canal que abastece de agua del mar a las salinas.
Cruzamos una pequeña llanura para llegar a la carretera AL-3115 que sube al faro y al mar, girando a la derecha junto a la valla, para caminar un corto trecho hasta llegar a La Amadraba de Monteleva, donde han pavimentado un acceso peatonal.
Al núcleo de población se le denomina La Almadraba de Monteleva, en alusión a este arte de pesca del atún que se practicaba antiguamente en la zona. Se construyó en el siglo XIX con el fin de proporcionar vivienda a los trabajadores y a sus familias, empleados en la recolecta de la sal.
Las explotaciones salineras de La Almadraba de Monteleva, existentes desde época romana, fueron enajenadas en 1872 por el Estado y en 1882 adquiridas por particulares que contrataron a vecinos y pescadores transformándose en un pequeño pueblo.
En 1907 se construyó la iglesia para el culto religioso católico de los trabajadores de las salinas. El 25 de diciembre de 2004 se ofició misa por última vez, no siendo definitivo su cierre, ya que con permisos especiales del Obispado, se celebran ceremonias religiosas, como bodas y bautizos.
Desde la iglesia, giramos a la derecha tomando un camino interior que vuelve a lindar con la valla del parque. Marchamos en paralelo, separados por algo más de cien metros de la carretera y de la línea de la costa.
Llega el tercer Observatorio. Para acceder a ellos hay que caminar unas decenas de metros hacia el interior por un pasillo vallado y tapado con cañizo. En éste, dada su cercanía a las salinas, solo vemos dos flamencos.
Seguimos caminando hasta el cuarto Observatorio, quizás el más centrado y apartado, tiene cerca un acceso desde la carretera. Es el mejor de todos, donde más aves podemos ver, sobretodo flamencos. Está ocupado al completo por una familia.
Al quinto y último Observatorio de aves cuesta algo más de llegar, puesto que su pasillo interior es arenoso. Solamente hay un grupo de flamencos, pero desde las compuertas hay buenas vistas a la iglesia y el núcleo de población.
La arena va invadiendo el camino haciendo más trabajoso el caminar, luego vuelve a ser más firme. La valla se aleja girando a la derecha y el camino toma dirección al pueblo de Cabo de Gata, para girar luego hacia el Torreón.
El Torreón de San Miguel fue construido en 1756 por orden de Fernando VI para proteger el poblado de La Almadraba de Monteleva y sus salinas. Tiene forma cónica y sustituye al anterior torreón, destruido.
Después de la Guerra de la Independencia la torre es desarticulada y en 1941 pasó a ser la casa-cuartel de la Guardia Civil. Actualmente está en desuso, y aunque sigue perteneciendo a este cuerpo, el ayuntamiento de Almería negocia su adquisición para crear un museo dedicado a la pesca.
Cerramos la ruta en el pueblo y con el coche nos dirigimos hacia el faro del Cabo de Gata donde contemplamos bellas vistas a los acantilados y al Cerro de la Vela Blanca (212 m) y su torre, que ayer veíamos desde la playa de Mónsul.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA: SI. (En la Almadraba)
DISTANCIA: 13,5 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 03:15 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: + - el nivel del mar aproximadamente.
ALTURA MÍNIMA: + - el nivel del mar aproximadamente.
DESNIVEL POSITIVO: 39 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 43 M.
DIFICULTAD: BAJA.
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