Este paraje de 3.743 hectáreas que fue
declarado parque natural por el gobierno valenciano el 27 de enero de 1989 se encuentra en la comarca de la Vega Baja del Segura, al sur de la provincia de Alicante. El
parque se encuentra situado en una cuenca cuaternaria formada por los relieves correspondientes al grupo de fallas del
bajo Segura. Existen dos lagunas principales, la de Torrevieja, de 1.400 hectáreas
con un eje mayor de 5.500 metros y la de la Mata, situada un kilómetro y medio
al noreste de la anterior con 700 hectáreas de superficie, en las que desaguan
una red de barrancos y ramblas provenientes de la cercana sierra de San Miguel de
Salinas. Las dos lagunas
se encuentran separadas por el Chaparral, un anticlinal, y se encuentran conectadas de manera artificial con el mar por un
canal conocido como el Acequión, que se construyó para la explotación de
las salinas de Torrevieja que están en explotación desde el siglo XIII. En el interior de las lagunas la vegetación es casi inexistente
debido a la gran salinidad de sus aguas, pero en las redondas de
las lagunas existen interesantes ejemplares propios del saladar como el Arthrocnemum
macrostachyum el Juncus subulatus, o el Juncus
Acutus subsp. Acutus y
especies de los géneros Suaeda, Salicornia, Salsola. También se encuentran las estepas con
saladillas (Limonium
vulgare) y los senecios (Senecio
auricula), junto a estos
se encuentra la orquídea silvestre Orchis collina. Al sur de la laguna de la Mata existe una zona con vegetación típica
mediterránea como el coscojar, el pino carrasco, el tomillo, el albardín, y una pinada de repoblación de pino piñonero, y eucaliptos (Eucalyptus
rostrata). En donde
existen aportes de aguas superficiales como ocurre en la orilla norte de la
laguna de la Mata y en algunos tramos aislados de la de Torrevieja, donde se
dan condiciones de Saladar-húmedo, hay formaciones de carrizal-juncal,
con Phragmites
communis, Cladium
mariscus, etc. En las
zonas de salinidad poco pronunciadas,
pero no encharcadas, encontramos ejemplares de taray y siemprevivas. Sin
lugar a dudas, una de las especies estrellas del parque es el flamenco, que llega a contar con 2.000 ejemplares durante la época de cría.
También es importante la presencia del zampullín
cuellinegro con
hasta 3.000 ejemplares. Del resto de aves también son de destacar la cigüeñuela, el tarro blanco, el aguilucho cenizo, la avoceta, el chorlitejo
patinegro, el charrán común, el charrancito y el alcaraván. Por último es importante reseñar la existencia de la artemia salina, un crustáceo poco común debido al elevado nivel de
salinidad que necesita en las aguas en las que vive.
CÓMO LLEGAR: Desde Elche
por la CV-853 hasta La Marina. Continuar por la N-332 dirección
Torrevieja/Cartagena, atravesar Guardamar del Segura y en la rotonda de
Torrelamata, tomar la salida al Parque Natural y el Centro de Visitantes. Hay
sitio para aparcar.
ITINERARIO: CENTRO DE
VISITANTES / VIÑEDOS / MIRADOR CIGÜEÑUELA / MIRADOR DE LA PINADA / MIRADOR DEL
ZAMPULLÍN / MIRADOR DE LA ISLA / MIRADOR TORRE-SALIDA VERJA / CASILLA
METEOROLÓGICA / PASILLO DE MATORRAL ALTO / MATORRAL BAJO / CARRETERA / DEJAR
CARRETERA MIRADOR DEL CHORLITEJO / ACEQUIÓN / CENTRO DE VISITANTES.
COMPONENTES: VICENTE Y
SUSI
LA RUTA: A unos pocos centenares de metros de las urbanizaciones en las que el hormigón y el asfalto se han apropiado del territorio en nombre del turismo residencial, resiste, irreductible, el Parque Natural de La Mata-Torrevieja. Hoy es uno de los pocos vestigios del interminable humedal costero que hace muchas décadas ocupaba esta franja de territorio entre Santa Pola y La Manga del Mar Menor.
Iniciamos desde el Centro de Visitantes que hoy domingo está cerrado. Deberían tener el mismo horario que los museos y cerrar los lunes. Nos dirigimos por la izquierda siguiendo el cercado de troncos de madera, hacia el Altillo en la zona de viñedos, denominada la Ruta del Vino.
Los vinos, aunque varían de unas zonas a otras, son finos, excelentes, afrutados, (con una equilibrada acidez, con fondo almendrado en el paso final de boca), aromáticos y de color pálido. Son fáciles de beber, algo herbáceos y frescos. Son vinos jóvenes, generosos y de elevado contenido alcohólico.
Poco a poco nos vamos alejando de las construcciones urbanísticas y sus molestos ruidos. Llegamos al punto donde cerraremos el círculo al regreso; proseguimos por la izquierda entre eucaliptos y pinos piñoneros, respetando el cercado que no debemos traspasar. Tenemos las primeras vistas a la laguna.
Pronto llegamos al primer mirador, el de la Cigüeñuela, que al ser el primero provoca gran expectación. La entrada se encuentra entre la arboleda y está situado al final de una larga tarima de tablones y cañizo, que permiten mimetizarlo con el entorno y pasar desapercibidos para las aves.
El interior está pintado de negro y oscuro, puesto que solo hay dos aberturas horizontales que dan a la laguna; un banco de madera donde poder sentarnos a contemplar las aves con prismáticos o realizar fotografías. Estamos al inicio de la temporada y han llegado pocas aves, la mayoría flamencos.
La arena invade el camino que se vuelve playero en un entorno de nuevas viñas, nos acercamos a la zona adaptada para la visita de personas con minusvalías, espacio con exuberante vegetación. Un diminuto bosque de pinos, algún eucaliptus y enormes sauces llorones que forman un espléndido pasillo con sus curvadas ramas.
Es una zona de picnic con sombraje, mesas y bancos de madera. En la orilla de la laguna se levanta el Mirador de la Pinada. Esta vez es una torre vigía de madera, también pintada de negro y de unos cinco metros de altura; donde subimos a observar la laguna. En esta zona se mueve mucho la gente y no hay aves a la vista.
Al salir al camino vemos una juguetona ardilla. Enseguida alcanzamos el siguiente mirador, el del Zampullín. Esta vez está en un recodo y se trata de una barrera de cañizo con tejadito, sostenida por troncos de madera, con tres ventanas horizontales a tres niveles. Vemos un nutrido grupo de aves que suponemos son gaviotas Audouin.
Viene un largo recorrido por distintos paisajes, alejándonos algo de la laguna para volver luego cerca de su orilla. En las inmediaciones de una casa derruida dentro de una valla, está el Mirador de la Isla, es un simple sendero hasta la orilla donde hay un cercano islote, pero no hay aves.
Más adelante, en las proximidades de de una gran casona, que es la Casilla Meteorológica, vemos congregadas unas garcetas reales y en el centro de la laguna un alargado bando de gaviotas Audouin de las que vimos antes. Estamos llegando al final lateral de la laguna.
Nos alejamos por la izquierda hasta un cruce de caminos y el Mirador de la Torre, idéntica a la anterior. Desde arriba observamos como la laguna gira a la derecha después de la Casilla Meteorológica. A los pies de la torre hay una puerta metálica cerrada con un acceso lateral para peatones y pegada, una rotonda de la carretera CV-905.
Aquí termina la parte más lúdica del recorrido. Mucha gente regresa hasta el Centro de Visitantes; pero si queremos hacerla circular, ahora viene el tramo más agreste y salvaje de la ruta. Para ello tenemos que salir fuera del vallado y en la rotonda, junto a la señal de stop, se inicia un sendero paralelo a la valla pero fuera del recinto.
El sendero nos separa de la laguna y vemos un grupo de turistas con su guía, visitan la casona y el mirador cercano que nosotros nos hemos saltado. Luego viene el tramo dificultoso, que hace que alguna gente abandone la senda y salga a la carretera. Pero nosotros proseguimos son unos cien metros de matorral alto que obstruye la senda y araña nuestras extremidades, pero termina pronto.
Comienza un prolongado recorrido de estrecho sendero entre apretado matorral bajo de saladar. Las pasadas lluvias no le han afectado mucho y marchamos ligeros. Entre el cañaveral y los arbustos divisamos las aguas de la laguna, cada vez más lejanas.
Dejamos el saladar por un ancho camino entre nuevas plantaciones de naranjos y limoneros ya en producción; extensos terrenos en la zona norte y más alejada de la laguna. Almorzamos a la sombra de unos pinos. Más adelante, paseamos por bancales de alcachofas y nos cruzamos con un jinete que hace el recorrido a caballo.
Se acaban los cultivos y seguimos sin ver la laguna. Entramos en una zona de cañaveral y el camino hace algunas curvas en donde el agua de las lluvias se ha embalsado, y no queda más remedio que mojar un poco las botas. El camino termina en otro con restos de asfalto y bancales de olivos de la variedad hojiblanca, según nos comentan los dueños que los están recolectando.
Pasamos por una finca con grandes eucaliptos y salimos a un camino asfaltado, es la Cañada Real de la Costa. A estas horas el tráfico es intenso para llegar a la rotonda de La Mata. Cruzamos a la izquierda y tenemos suerte de que apenas viene algún coche en sentido contrario. El trazado de apenas un kilómetro forma un ángulo recto a la derecha.
LA RUTA: A unos pocos centenares de metros de las urbanizaciones en las que el hormigón y el asfalto se han apropiado del territorio en nombre del turismo residencial, resiste, irreductible, el Parque Natural de La Mata-Torrevieja. Hoy es uno de los pocos vestigios del interminable humedal costero que hace muchas décadas ocupaba esta franja de territorio entre Santa Pola y La Manga del Mar Menor.
Iniciamos desde el Centro de Visitantes que hoy domingo está cerrado. Deberían tener el mismo horario que los museos y cerrar los lunes. Nos dirigimos por la izquierda siguiendo el cercado de troncos de madera, hacia el Altillo en la zona de viñedos, denominada la Ruta del Vino.
Los vinos, aunque varían de unas zonas a otras, son finos, excelentes, afrutados, (con una equilibrada acidez, con fondo almendrado en el paso final de boca), aromáticos y de color pálido. Son fáciles de beber, algo herbáceos y frescos. Son vinos jóvenes, generosos y de elevado contenido alcohólico.
Poco a poco nos vamos alejando de las construcciones urbanísticas y sus molestos ruidos. Llegamos al punto donde cerraremos el círculo al regreso; proseguimos por la izquierda entre eucaliptos y pinos piñoneros, respetando el cercado que no debemos traspasar. Tenemos las primeras vistas a la laguna.
Pronto llegamos al primer mirador, el de la Cigüeñuela, que al ser el primero provoca gran expectación. La entrada se encuentra entre la arboleda y está situado al final de una larga tarima de tablones y cañizo, que permiten mimetizarlo con el entorno y pasar desapercibidos para las aves.
El interior está pintado de negro y oscuro, puesto que solo hay dos aberturas horizontales que dan a la laguna; un banco de madera donde poder sentarnos a contemplar las aves con prismáticos o realizar fotografías. Estamos al inicio de la temporada y han llegado pocas aves, la mayoría flamencos.
La arena invade el camino que se vuelve playero en un entorno de nuevas viñas, nos acercamos a la zona adaptada para la visita de personas con minusvalías, espacio con exuberante vegetación. Un diminuto bosque de pinos, algún eucaliptus y enormes sauces llorones que forman un espléndido pasillo con sus curvadas ramas.
Es una zona de picnic con sombraje, mesas y bancos de madera. En la orilla de la laguna se levanta el Mirador de la Pinada. Esta vez es una torre vigía de madera, también pintada de negro y de unos cinco metros de altura; donde subimos a observar la laguna. En esta zona se mueve mucho la gente y no hay aves a la vista.
Al salir al camino vemos una juguetona ardilla. Enseguida alcanzamos el siguiente mirador, el del Zampullín. Esta vez está en un recodo y se trata de una barrera de cañizo con tejadito, sostenida por troncos de madera, con tres ventanas horizontales a tres niveles. Vemos un nutrido grupo de aves que suponemos son gaviotas Audouin.
Viene un largo recorrido por distintos paisajes, alejándonos algo de la laguna para volver luego cerca de su orilla. En las inmediaciones de una casa derruida dentro de una valla, está el Mirador de la Isla, es un simple sendero hasta la orilla donde hay un cercano islote, pero no hay aves.
Más adelante, en las proximidades de de una gran casona, que es la Casilla Meteorológica, vemos congregadas unas garcetas reales y en el centro de la laguna un alargado bando de gaviotas Audouin de las que vimos antes. Estamos llegando al final lateral de la laguna.
Nos alejamos por la izquierda hasta un cruce de caminos y el Mirador de la Torre, idéntica a la anterior. Desde arriba observamos como la laguna gira a la derecha después de la Casilla Meteorológica. A los pies de la torre hay una puerta metálica cerrada con un acceso lateral para peatones y pegada, una rotonda de la carretera CV-905.
Aquí termina la parte más lúdica del recorrido. Mucha gente regresa hasta el Centro de Visitantes; pero si queremos hacerla circular, ahora viene el tramo más agreste y salvaje de la ruta. Para ello tenemos que salir fuera del vallado y en la rotonda, junto a la señal de stop, se inicia un sendero paralelo a la valla pero fuera del recinto.
El sendero nos separa de la laguna y vemos un grupo de turistas con su guía, visitan la casona y el mirador cercano que nosotros nos hemos saltado. Luego viene el tramo dificultoso, que hace que alguna gente abandone la senda y salga a la carretera. Pero nosotros proseguimos son unos cien metros de matorral alto que obstruye la senda y araña nuestras extremidades, pero termina pronto.
Comienza un prolongado recorrido de estrecho sendero entre apretado matorral bajo de saladar. Las pasadas lluvias no le han afectado mucho y marchamos ligeros. Entre el cañaveral y los arbustos divisamos las aguas de la laguna, cada vez más lejanas.
Dejamos el saladar por un ancho camino entre nuevas plantaciones de naranjos y limoneros ya en producción; extensos terrenos en la zona norte y más alejada de la laguna. Almorzamos a la sombra de unos pinos. Más adelante, paseamos por bancales de alcachofas y nos cruzamos con un jinete que hace el recorrido a caballo.
Se acaban los cultivos y seguimos sin ver la laguna. Entramos en una zona de cañaveral y el camino hace algunas curvas en donde el agua de las lluvias se ha embalsado, y no queda más remedio que mojar un poco las botas. El camino termina en otro con restos de asfalto y bancales de olivos de la variedad hojiblanca, según nos comentan los dueños que los están recolectando.
Pasamos por una finca con grandes eucaliptos y salimos a un camino asfaltado, es la Cañada Real de la Costa. A estas horas el tráfico es intenso para llegar a la rotonda de La Mata. Cruzamos a la izquierda y tenemos suerte de que apenas viene algún coche en sentido contrario. El trazado de apenas un kilómetro forma un ángulo recto a la derecha.
Salimos de la carretera por la derecha, para entrar de nuevo en el Parque Natural junto a su valla. Volvemos al camino de tierra y pronto tenemos a la izquierda un centro ecuestre donde alquilan caballos para hacer el recorrido. También vemos muy cercana la torre de Guardamar.
Volvemos a lindar con la laguna y entre el cañaveral vemos algunos flamencos. Avanzamos hasta llegar al último de los miradores, el del Chorlitejo. Al igual que los anteriores, pasillo estrecho de cañizo hasta el oscuro interior, desde donde miramos flamencos atareados buscando en el fondo de la laguna.
En otro largo tramo de camino junto a la valla, pasamos cerca de la derruida Casa de Salas y oteamos las aguas buscando algún ave más. Vamos cerrando el círculo y arribamos al Acequión, canal que alimenta de agua salada del mar la laguna, que una vez calentada, a su vez, nutre a la laguna rosa de las salinas de Torrevieja.
Concluimos el circuito en los grandes eucaliptos, y por los bancales de cepas de vid alcanzamos el Centro de Visitantes y nuestro coche. Es un fácil recorrido que se puede adaptar a distintas aptitudes, haciéndolo lineal, de ida y vuelta. Hoy no ha sido el mejor día para avistar aves, pero podemos informarnos de las mejores fechas en el Teléfono 966920404 y en http://www.citma.gva.es/web/pn-lagunas-de-la-mata-torrevieja/folleto-del-parque
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO
DISTANCIA: 17,7 KM.
TIEMPO: 04:40 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 0 M. (El
GPS ha marcado entre +15 y -10 M., prácticamente el
nivel del mar)
ALTURA MÍNIMA: 0 M.
DESNIVEL POSITIVO: 0 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 0 M.
DIFICULTAD: MODERADA. (Por la distancia recorrida)
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