Como estaba previsto
amanece un día frío y gris con llovizna. Mañana y el resto de días volverá a
lucir el sol. Después de un contundente desayuno nos dirigimos a la espaciosa
oficina de turismo, la oferta es enorme pese a ser invierno. Tomamos contacto
con la zona y escuchamos consejos; tal como está el día de hoy, lo mejor será
visitar el Château de Foix, quizás la Grotte de Niaux, Les Bains du Couloubret
y acercarnos a la oficina de turismo de Vicdessos donde parten muchas de las
rutas de senderismo de la zona y nos pueden aconsejar sobre el mapa.
Al llegar a Foix aparcamos en el centro donde hay mucho bullicio porque es día de mercado pese a la lluvia. Además de los puestos de ropa, complementos y plantas, bajo un techado están los de frutas, verduras y comestibles, con gran variedad en los de quesos, patés, embutidos y panes rústicos, donde nos surtimos para nuestros días de mochila. La gente es muy amable, intentamos chapurrear algo de francés y ellos aportan su limitado español dándonos consejos sobre qué vinos acompañar con los quesos y patés.
Seguimos las indicaciones hasta llegar al castillo, somos los primeros en iniciar la visita, luego se unirá más gente. Por una especie de túnel entramos en el recinto amurallado con bonitas vistas la ciudad de Foix; por medio de rampas nos vamos acercando a la base de las tres torres.
Primero entramos al Cuerpo de Guardia, amplía sala donde un panel en forma de fortaleza cuenta la formación del condado de Foix, desde sus orígenes en 1002 hasta 1594. Los capiteles románicos procedentes del claustro destruido de la abadía de Saint Volusien ilustran una exposición sobre la historia de esta abadía (del siglo IX al XVI).
Ahora nos dirigimos hacia la Torre Redonda de imponente planta. Se entra bajando por un portillo para comenzar a subir por una estrecha escalera de caracol con innumerables peldaños. Está dividida en tres plantas y algunos accesos a ventanucos.
En la primera planta, al abrir el portón nos reciben sonidos y ruidos de aparejos de cantera, y está dedicada a la construcción medieval (siglo XIV), presenta los diferentes gremios del edificio y un muro de adobe.
La segunda planta está dedicada a Gaston Fébus, príncipe de los Pirineos. Apasionado por la caza, Fébus transmite su saber escribiendo “Le libre de la chasse” (El libro de la caza) a finales de 1380, que aquí está reproducido en versión electrónica y se pueden ir pasando las páginas.
Continuamos subiendo escalones sin cesar hasta la tercera planta, que dedican a Andorra y su historia, que permite comprender mejor las relaciones del Principado con España y Francia hasta nuestros días.
Y por fin llegamos a las almenas y última planta. Pese a lo nublado del día hay buenas vistas, y tenemos muy cerca las otras dos torres. Comenzamos a bajar. Creíamos que sería más agobiante, pero se hace cómodamente, pese a ello habrá gente a la que le imponga la bajada.
La Torre Central. Esta torre es cuadrada y su acceso es también con escalera de caracol. La planta baja está dedicada a las armas y armaduras. En esta pequeña habitación, las armas de guerra acompañan a las armaduras de gala: cota de malla, escudo, visera, peto, maza…
En la primera planta está la tienda de verano que está cerrada, y en la segunda, los universos del rey Enrique IV. La cama de Enrique IV es el principal mueble presentado en el castillo de Foix, es un objeto de primer orden del patrimonio histórico y artístico de Ariége.
También subimos muchísimos escalones y revueltas hasta la terraza almenada de esta torre, se nota que estamos bien entrenados. Tenemos bonitas panorámicas y emprendemos el paulatino descenso.
La Torre de Arget. Está en el norte y es la primera torre cuadrada, data del siglo IX. Fue cubierta con pizarra a finales del siglo XIX y es la torre más antigua; se sube por rampas de escalera pero hoy su acceso está cerrado. Terminamos de bajar y concluimos la visita.
Ahora nos vamos a Vicdessos, aunque no cesa de lloviznar, queremos recoger la información de los senderos. Al llegar, son las 13:00 horas en punto, acaban de cerrar la oficina y no vuelven hasta las dos. En estos días tenemos que habituarnos al horario francés. Así que entramos en un pequeño restaurante, los franceses ya están tomando café, pero nos atienden amablemente: potaje de carne y magret de canard, espectacular. A las dos estamos en la puerta y ya tienen abierto. Nos aconsejan dos sitios: Un recorrido entre varios pueblos situados en la ladera de la montaña y una ruta por el GR-10 hasta el Etang de Soulcem. Este último no lo aconsejan para ahora puesto que está nevando.
Pues nada, nos dirigimos hacia Orus que es el pueblo que nos indican como inicio y final de la ruta. Comenzamos a subir por una estrecha pista de montaña asfaltada, cuando digo estrecha, es estrecha. Va haciendo rampas y lazos con cerradas curvas, en una de ellas nos topamos con un camión que bajaba. Decenas de maniobras hasta que logramos pasar. Esto nos alertó un poco por la lluvia, pero ya no nos cruzamos con nadie. La primera vista a un largo hilo de cascada, es impresionante.
El pueblo, una calle y media, pero con iglesia, está completamente solitario. El coche marca 0º y empiezan a caer diminutos copos de nieve pero las vistas son espectaculares; apenas distinguimos las montañas nevadas porque están cubiertas por las nubes.
Hay una fuente con una cruz de hierro y un poste de madera con paletas informativas de varios senderos. Pateamos un poco por uno de ellos pero está algo embarrado y decidimos no cambiarnos y dejarlo para mañana.
Repasamos nuestra lista de actividades pendientes y lo tenemos claro. Rumbo a Ax-les-Thernes, a les Bains du Couloubret. Llegamos a tiempo, un poco de cola por ser viernes, y a disfrutar durante dos horas de las aguas termales. Son muy parecidos a los baños de Archena en Murcia, quizás algo más grandes y te dejan entrar a la sauna seca, de vapor, turca y las aguas frías y calientes. También tiene una piscina exterior. Salimos relajados y flotando, tanto que, decidimos no ir a cenar y tomar unos bocados de nuestras viandas del mercadillo.
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