Garajonay es el
bosque más extenso y mejor conservado de monteverde canario, una selva ancestral
única. Conocidas estas formaciones como monteverde en el lenguaje popular,
-aquí en La Gomera le llamamos monte- denominación que alude a su carácter
siempre verde, se designan en el lenguaje académico como laurisilva y
fayal-brezal; empleándose el primer término, para referirse a los bosques bien
conservados con árboles de hoja del tipo del laurel situados en los enclaves
umbrosos y húmedos y el segundo para las formaciones con elevada presencia de
brezos, propias de lugares más secos, más fríos, peores suelos o como resultado
de la degradación por la explotación
humana Estos bosques son una auténtica reliquia del pasado, porque conservan
parte de la flora de los bosques que hace millones de años poblaban el área
mediterránea, y que desaparecieron del continente como consecuencia de cambios
climáticos que apenas afectaron a las islas. A ello se une el interés de una notabilísima
flora y fauna exclusivas, únicas en el mundo, resultado de una evolución
diferenciada, propiciada por el aislamiento oceánico. El monteverde canario es
el elemento determinante en Garajonay, cubriendo más del 85% de su superficie.
Cerca de 20 especies arbóreas participan en su composición, distribuyéndose y mezclándose
de acuerdo con sus afinidades ecológicas, para formar varios bosques
diferentes. Las especies dominantes son
el haya, el acebiño, el loro, el viñátigo, el palo blanco, y el brezo arbóreo,
(que aquí alcanza posiblemente las mayores tallas de la especie en todo el
mundo, llegando a acercarse a los 20 m. de altura). Otras especies como el til,
el tejo canario y el barbusano son abundantes de forma local. Destaca también
la abundancia de musgos y líquenes recubriendo los troncos de los árboles, así
como la cobertura de helechos, indicadores de la elevada humedad ambiental.
Muy interesante es la flora que vive en los Roques y paredones rocosos, en cuyas grietas se puede observar un elevado número de especies raras, exclusivas
de estos enclaves. Merece destacarse la singularidad de las plantas con flores,
que presentan un gran número de especies endémicas canarias –en torno a 120-,
algunas de las cuales son exclusivas del Parque. Destaca también, en la flora del Parque, la presencia de
fenómenos propios de la evolución en islas, como por ejemplo, el gigantismo,
por el cual desarrollan formas leñosas de gran tamaño en especies cuyos
parientes continentales, de los que se originaron tienen porte de hierbas.
CÓMO LLEGAR: Desde
San Sebastián por la TF-711 y por la 14-CV adentrarnos en el Parque Nacional
hasta conectar con la TF-713 en dirección a Pajarito y al aparcamiento de El
Contadero.
ITINERARIO:
EL CONTADERO / ERMITA DE LOURDES / EL CEDRO / ERMITA DE LOURDES / EL CONTADERO.
LA RUTA: Amanece
un día desapacible, está nublado y sopla un viento muy molesto. Después del desayuno
tardamos bastante en decidir la ruta de hoy. Le damos muchas vueltas a la
información recogida ayer en el Parque y a nuestra pequeña guía Rother, el aire
condiciona mucho, pero creo que hemos acertado, iremos de nuevo al Contadero
para bajar por el Barranco de El Cedro, entre la laurisilva estaremos más
protegidos. Para algunas publicaciones parte de este recorrido es de lo mejor
de la isla.
Cargamos con un poco más de ropa de abrigo por si acaso. Hoy nos vamos por la otra carretera, tiene más revueltas pero así cambiamos de paisaje. Paramos en algún mirador pero la bruma y el fuerte viento apenas nos dejan ver nada. En el restaurante de la Degollada de Peraza paramos y logramos hacer alguna foto al Embalse de Chejelipes.
Hoy hay menos coches aparcados que ayer. Iniciamos el descenso por sendero flanqueado por la vegetación. Es la ruta número 9 de las del Parque Nacional, pero también está marcada como PR-LG 23 y al final conecta con el GR-131 hasta Hermigua. Todo ese tramo nuestra pequeña guía la distingue como la nº 52.
Poco a poco el bosque se hace más denso, el sendero describe unas rampas protegidas con troncos de madera que resultan muy cómodas de bajar. Aparecen los helechos y todo se torna de color verde.
El aire no penetra en el tupido bosque, se incrementa la humedad y hay tramos con bruma. Entramos en el bosque mágico. Los troncos de los árboles aumentan de envergadura y se cubren con musgos y líquenes. Los helechos crecen de tamaño.
Algunos ejemplares de árboles son realmente enormes y de gran magnitud. El piso del sendero está húmedo sin llegar a resbalar y lleno de hojas caídas; por momentos creemos que estamos en un hayedo en pleno otoño, pero en el cual predominan todos los matices del color verde.
Algunas zonas son espectaculares, de una gran belleza salvaje, de retorcidos troncos y ondulantes ramas, pobladas de helechos, indicadores de una elevada humedad ambiental.
En otras, son infinidad de delgados troncos, como varas que surgen del suelo sin ningún orden ni control, elevándose y cruzándose entre ellos buscando la luz del sol y solo encuentran la espesa bruma que los envuelve.
No puedo dejar de hacer fotos, cada rincón tiene un matiz distinto. La mayoría son árboles casi desnudos de hojas, en otros abundan más. En unos hay un orden lineal, casi arquitectónico y en otros impera el caos y la anarquía.
Alcanzamos al fondo del Barranco y para hacerlo más bello, la senda se une al cauce del arroyo de El Cedro, con agua constante durante todo el año. Lo cruzamos varias veces por medio de piedras o de pasarelas de madera, siempre envueltos en ese halo sutil de bruma.
Llegamos a un cruce de caminos con carteles e indicaciones; seguimos en dirección a la Ermita de Lourdes. Al regreso caminaremos un tramo por un camino distinto que luego se une al principal. Al pie de un gran árbol hay una refrescante fuente.
Marchamos por un camino otoñal con barandas de madera hasta cruzar el arroyo de nuevo por una pasarela de madera. El cauce del riachuelo se ensancha y aumenta de caudal acompañándonos con su música.
Arribamos a la Ermita de Lourdes donde hay alguna mesa y bancos. Una artística fuente mana del tronco de un árbol, no sé cómo lo han hecho pero no veo la goma por ninguna parte. Una placa indica que fue erigida por la devoción mariana de Stephen Perry fallecido en 1964.
Continuamos cerca del arroyo hasta que el sendero se separa y salimos a una zona más abierta donde también persiste la bruma. Pasamos junto a las Casas de El Cedro, la mayoría de ellas están abandonadas. Atravesamos una franja de grandes helechos.
Estamos en el Área
Recreativa de El Cedro donde llegamos el otro día con el coche. Hay bancos,
mesas techadas, se puede acampar y un restaurante que se sube por una empinada
senda. Seguimos adelante por el GR-131 hacia Hermigua por si vemos el Chorro y
la cascada de El Cedro. Comienza una vertiginosa bajada de más de 300 m. de
desnivel, entre escalones de piedra con una baranda de madera al vacío. La
niebla impide ver nada. Así que volvemos atrás y comemos en una de las mesas.
Iniciamos el regreso
con tranquilidad, intentando descubrir algún rincón o matiz que hubiésemos pasado
por alto. Al llegar a la Ermita de Lourdes oímos silbidos como de pájaros
tropicales. Hay dos ornitólogos que apenas superan la treintena y que están recogiendo
sus aparatos de grabación. Les pregunto por los sonidos que hemos oído y uno de
ellos nos dice que ha sido él practicando el silbo gomero. Nos pregunta nuestros
nombres y nos hace una demostración. Se entiende perfectamente: Vicente dale un
beso a Susi. Cumplo su mandato.
Nos fijamos más en los musgos y líquenes, hasta encontramos un bonito grupo de boletus y una seta de las que salen en los troncos secos y que luego se vuelven leñosas. Poco a poco vamos remontando el corazón verde del bosque y llegamos a El Contadero.
La tarde ha mejorado
muchísimo, apenas sopla el aire y la nube de bruma se está disipando. Nos
cambiamos de ropa y enfilamos directos a Playa de Santiago. De camino paramos
en algunos miradores, en uno de ellos nos sorprende ver toda una ladera
totalmente abancalada donde han sido recogidas las mieses de cereales,
suponemos que para mezclar y hacer gofio gomero. Su color pajizo contrasta con
el verde que todavía guardamos en nuestras retinas.
Playa Santiago es una pequeña y tranquila población costera, en una plaza con un enorme Laurel de Indias compramos unos helados que degustamos en una larga pasarela de madera que se adentra en el mar. A estas alturas de junio, el turismo apenas se nota.
Llegamos a nuestro apartamento y después de una relajante ducha nos vamos a cenar. Hoy toca el Parador de La Gomera. Es un placer comer en los restaurantes de Paradores, platos y vinos isleños de gran porte.
Hoy ha sido el día
que más hemos disfrutado. Pese a los daños que ha sufrido el bosque de
laurisilva no recuerdo nada igual o que lo supere. Merece la pena haber venido
a La Gomera.
AGUA EN RUTA:
SI. (Fuente en el Barranco, cruce de caminos. Fuente en la ermita de Lourdes y
restaurante en la zona recreativa de El Cedro)
DISTANCIA:
13,0 KM.
TIEMPO: 05:10
HORAS.
ALTURA MÁXIMA:
1.357 M. (El Contadero)
ALTURA MÍNIMA: 730
M. (El Choro del Cedro)
DESNIVEL
POSITIVO: 696 M.
DESNIVEL
NEGATIVO: 701 M.
DIFICULTAD:
MODERADA.
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