domingo, 14 de octubre de 2012

HAYEDO DE EL RAJAO, TOBÍA




Hoy es nuestro último día en La Rioja y tenemos una apretada jornada por delante fuera del Parque Natural. De camino a Tobía nos desviamos hacia el Monasterio de Valvanera, que rodeado de un paisaje de impresionante belleza, en uno de los valles, recoleto y exuberante, de las estribaciones de la Sierra de la Demanda, no lejos del Pico San Lorenzo, a 1042 m.s.n.m., es uno de los corazones espirituales de La Rioja y testigo de once siglos de su historia. La leyenda de la fundación del cenobio cuenta cómo un hombre llamado Nuño natural de Montenegro, entregado a una vida licenciosa, decidió retirarse a la cueva de Trómbalos en la vecina localidad de Anguiano para vivir dedicado intensamente a la oración y al arrepentimiento. Mientras lloraba sus culpas, tuvo una revelación que le llevó a caminar por el valle Venario en compañía de un clérigo llamado Domingo en busca de una imagen de la Virgen, que ambos encontraron en el hueco de un gran roble donde enjambraban las abejas y a cuyo pie brotaba un manantial. En ese momento se inició el culto a la Virgen de Valvanera. Actualmente una comunidad de monjes benedictinos está dedicada a custodiar el Santuario de Nuestra Señora de Valvanera, Patrona de La Rioja. Se rigen por la santa Regla de San Benito.
COMO LLEGAR: Desde Rasillo de Cameros, salimos por la LA-253 durante 3 km, para girar a la derecha por la LR-332 durante 24 km, donde giramos a la derecha por la LR-113, circular durante 18 km. para torcer a la izquierda por la LR-331 seguir durante 800 metros y torcer a la izquierda por la LR-432 durante 4,5 km hasta el pueblo d Tobía. Seguir por la carreterita durante unos 8 km hasta la zona recreativa de El Rajao donde podemos aparcar.
ITINERARIO: REFUGIO / BARRANCO TOBÍA / LAS TRES AGUAS / LA MINA DE ORO / REFUGIO.
COMPONENTES: VICENTE, SUSI, ANTONIO Y MARIBEL.


La primera cita documental de Tobía data del año 1014, al donar entonces la villa de Colia –situada entre Tubía y Matute- el rey don Sancho el Mayor al Monasterio de San Millán de la Cogolla. Seis años después, en 1020, el mismo monarca ratificaba la cesión del Monasterio de Tobía al de San Millán. El 28 de mayo de 1040 se inscribía la villa –en la escritura de arras otorgada por el rey García el de Nájera a su esposa doña Estefanía- entre las poblaciones cedidas a la reina. En el año 1137 regalaba Alfonso VII al Monasterio de Santa María de Nájera, la iglesia de Tobía. Villa de realengo con alcalde ordinario, formó parte de la provincia de Burgos hasta la creación de la provincia de Logroño por Real Decreto del 30 de noviembre de 1833.


LA RUTA: Después de la relajante visita a Valvanera llegamos a Tobía con su bonita iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles y continuamos por la carreterita hasta el refugio, donde dejamos el coche. Iniciamos en leve ascenso por la ancha pista, y en seguida estamos inmersos en el hayedo, el colorido es apabullante, se respira el otoño.





Está claro que en cada hayedo influye su situación, orientación, altitud y grado de humedad para que comience el cambio otoñal. Esto hace que pueda haber varias semanas entre la eclosión de alguno de ellos, y éste de Tobía, ubicado en las umbrías de la Sierra de la Demanda está en pleno apogeo.



Desciendo cerca del arroyo haciendo fotos y un chico me indica que en la otra orilla hay un ramillete de hongos en un tocón de haya. Cuando llego al lugar, me quedo pasmado, tres fotógrafos “profesionales” con trípodes, con grandes objetivos en sus caras cámaras, rodean el tocón midiendo la luz ambiental y ajustando sus flases. Esperé que hicieran varias fotos y con mi Olympus 410 sin utilizar el flas hice varios disparos al tocón y a otro grupo de hongos que había a unos metros.






Vuelvo al camino, y a cada paso tenemos que parar para hacer fotos, la naturaleza aquí es espléndida, el suelo está tapizado por el color ocre tostado de las hojas caídas y por las laderas pequeños torrentes fluyen sus aguas al arroyo Tobía.






El arroyo nos acompaña en el recorrido, donde tienen marcados y numerados algunos puestos de pesca. En las laderas, la frondosidad de las hayas jóvenes apenas deja pasar los rayos del sol que intenta colarse entre sus ramas.


Un hombre, posiblemente paisano del pueblo, viene en sentido contrario con una amplia sonrisa y portando una cesta de fibras vegetales repleta de grandes hongos de largos y gruesos tallos, dice que los ha cosechado desde las ocho de la mañana. Ufano nos deja fotografiarlas pero no logramos sonsacarle la zona en que los ha recolectado.














A ambos lados del camino las hayas ganan en tamaño y frondosidad. Continuamos ascendiendo suavemente. Por las laderas, pequeñas chorreras y torrentes siguen contribuyendo al arroyo Tobía, manteniendo así la humedad necesaria en este hermoso hayedo.















Entusiasmado, subo y bajo cerca de los torrentes, extasiado por los bellos rincones que la naturaleza crea en esta época. No ceso de hacer fotos. Apenas percibo que el camino se inclina un poco más y estamos llegando a la zona de las Tres Aguas.





Por un puente de cemento cruzamos a la otra orilla del arroyo Tobía, donde se une con otros torrentes al final del barranco del mismo nombre. Llegamos a una zona más despejada y por la derecha salimos a otro camino que  sigue ganando altura y alejándonos del cauce del arroyo que queda ahora a nuestra derecha.














Al principio de este nuevo trazado, las hayas siguen predominando en las laderas junto a los torrentes, pero poco a poco van dejando protagonismo al rebollar y a los pinos silvestres, que a esta altura vemos como masifican las lomas de los alrededores.













Cerca de unos troncos paramos a comer y reponer fuerzas físicas ya que nuestro espíritu está lleno a rebosar. Al continuar, el paisaje cambia radicalmente. Los rectos y espigados pinos silvestres con helechos que amarillean a sus pies,  han sustituido por completo a las hayas.

Nos cruzamos con una pareja joven que baja por un camino a la izquierda. Son los que están a cargo del refugio en el área recreativa de El Rajao. Traen una cesta idéntica a la que llevaba la otra persona, pero su contenido en hongos es distinto: pequeños robellones, unos blancos y grandes, abiertos como paraguas y delgado tronco con anillo, otros cerrados como huevos alargados y unos pequeños de un color morado que dicen son los más exquisitos. Nos explican como pelarlos y cocinarlos. Les comentamos a grandes rasgos cómo eran los hongos que tenía la otra persona y se les ponen los dientes largos, comentan entre ellos la posible zona de recolección. Rivalidad micológica.





Continuamos. Hemos dejado de subir y el camino se ciñe a los contornos sinuosos de las laderas con apenas desniveles. Cambia de nuevo el paisaje: vuelve el rebollar y se van incorporando poco a poco los robles con algunos núcleos de hayedo.





El camino va girando paulatinamente a la derecha dejándonos ver las lomas de enfrente donde el bosque las invade totalmente cubriendo hasta sus redondeadas cimas. El roble va ganando presencia y en la ladera de un barranco hay una pequeña franja de troncos secos o quemados.





Nos hemos decidido a recolectar algunos hongos similares a los que la pareja traía, pero no creo que nos atrevamos a cocinarlos. El descenso se hace ahora más fuerte, cerrándonos a la derecha. En un recodo del camino tenemos la visión de la única sierra que el bosque no ha invadido. Las nubes se van acercando.






Unas curvas más del camino nos dejan a la puerta del refugio, cerca de nuestro coche. Nos aseamos y cambiamos de ropa, queremos aprovechar el resto de la tarde. Ha sido una excursión tranquila y reposada en la que la naturaleza nos ha brindado un espectáculo maravilloso.


Comienza a chispear. Es curioso el respeto que nos tiene el tiempo, solo llueve cuando subimos al coche y cesa cuando bajamos para comenzar las rutas. Camino de Logroño nos dirigimos hacia San Millán de la Cogolla, a visitar los Monasterios de Suso y Yuso. Durante el camino arrecia la lluvia y al llegar a San Millán continúa lloviendo. Las taquillas y los accesos están cerrados, Son casi las seis de la tarde del domingo y final del puente, quizás eso haya influido.



Tomamos camino de la capital, Logroño. Aparcamos en el subterráneo de la Plaza del Espolón y previsores, paraguas en mano visitamos la catedral. Bonitos recuerdos de las etapas del Camino de Santiago. Luego callejeamos por las principales avenidas, cruzamos uno de los puentes sobre el río Ebro que por las lluvias trae aguas marrones y ya oscureciendo, nos vamos acercando a la calle Laurel y adyacentes, real motivo de nuestra visita a la capital. Es imposible ir a más de cuatro bares degustando sabrosas tapas y no salir sonriendo a todo el mundo.
Tenemos que volver a El Rasillo. Hay que hacer maletas y dejar las mochilas preparadas para ir a la Laguna Negra de paso que vamos regresando a casa. Han sido días intensos, imbuidos en la impresionante naturaleza de estas tierras.



RECORRIDO: CIRCULAR
AGUA EN RUTA: AL INICIO Y EN EL ARROYO TOBÍA.
DISTANCIA: 8,250 KM.
TIEMPO: 02:40 HORAS.
DESNIVEL: 280 M.           
DIFICULTAD: BAJA.

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