Profundo cañón
calizo formado por una antigua e intensa erosión fluvial del río Lobos. Se
sitúa en las sierras de pie de monte que separan las estribaciones de la
Cordillera Ibérica y la alta meseta del Duero. El río se encajona desde Burgos
y continua horadando las calizas cretácicas en Soria recorriendo más de 25 km.
Por Ucero, Nafría de Ucero, Herrera de Soria, Santa María de las Hoyas, San
Leonardo de Yagüe y Casarejos, convirtiéndose este entorno en uno de los
paisajes kársticos más significativos de la geografía española. Este espacio
natural fue declarado Parque Natural el 10 de octubre de 1985 y comprende una
superficie de 9.580 hectáreas. La formación más espectacular es el propio Cañón
fruto de la doble acción erosiva, de desgaste y, sobre todo, de disolución de la
roca por el agua, siendo más vivo el hundimiento del lecho al ceder las grutas
subterráneas, por lo que aparecen las típicas zonas cóncavas o lermas en los
flancos del Cañón, que además son muy vistosas por los teñidos de óxidos y
aguas que escurre.
COMO LLEGAR:
Desde Soria capital dirección Ucero, por la N-234 durante 37 km., después de
Abejar girar a la izquierda por la SO-5018, seguir durante 25 km., girar a la
derecha por la SO-920, llegar a Ucero, seguir hasta el Centro de Interpretación,
que está junto a la piscifactoría, para recabar información
ITINERARIO:
APARCAMIENTO / ERMITA DE SAN BARTOLOMÉ / CUEVA GRANDE / COLMENAR DE LOS FRAILES
/ ARROYO VALDERRUEDA / ESTRECHAMIENTO DEL CAÑÓN / REGRESO POR EL MISMO CAMINO
DE IDA.
LA RUTA:
Vamos camino de El Rasillo cerca del Parque Natural Sierra de Cebollera en La
Rioja. Hemos salido a las 06:00 de la mañana y estamos en Soria estirando un
poco las piernas por su casco antiguo. Hay un mercadillo medieval muy
concurrido. Buscamos restaurante para comer y salimos en dirección a Ucero.
Ha sido fácil llegar, circular por estas carreteras es una bendición, apenas hay tráfico. Nos acercamos al Centro de Interpretación que está al lado de piscifactoría donde nos amplían información y salimos hacia el aparcamiento. Hay una buena vista del Castillo Templario de Ucero.
Para nosotros es la
segunda vez que venimos en diez años, para Antonio y Maribel es la primera. El
recorrido máximo por el río es de 25 km hasta Hontoria del Pinar en Burgos,
mucha gente hace unos 9 km hasta el Puente de los Siete Ojos y los menos osados
se quedan en la ermita de San Bartolomé. Todos estos datos son de ida, muy a
tener en cuenta si no se dispone de un vehículo de regreso. Nuestro horario
esta tarde es limitado, nos quedan más de cien kilómetros hasta nuestro
destino. Nos enfundamos la ropa y calzado de montaña y comenzamos cerca de la fuente
Valdecea, por las indicaciones de “sendero del río”.
El otoño se dejar ver en la vegetación. Primero vamos por un camino ancho que entra en el bosque para luego seguir por la izquierda pegados a las paredes por un sendero con barandas de madera.
El terreno tiene algunas ondulaciones y comienzan a aparecer las paredes del Cañón. Por la izquierda dejamos atrás un gran pedrusco en forma de monolito natural de gran tamaño y al fondo vemos la ermita de San Bartolomé.
Situada en una pequeña elevación preside la entrada al Cañón del Río Lobos, protegida por sus altas y erosionadas paredes. Dos gigantescos tocones de roble hacen de pilares de pórtico, en vida debieron ser hermosos ejemplares. Por la izquierda, la erosión ha embellecido las paredes.
A estas horas está cerrada al igual que la vez anterior. He leído datos sobre esta enigmática ermita y siento curiosidad por conocer su interior. Quizás al regreso tengamos suerte. En los riscos del Cañón vemos dos buitres leonados que vigilan nuestros movimientos.
Al pasar la ermita, el río Lobos hace un pequeño meandro donde crecen nenúfares y otras plantas acuáticas. Lo cruzamos por un puente de madera que nos emplaza en la entrada de la Cueva Grande. Amplia y espaciosa oquedad de elevados techos en las paredes calizas producida por la erosión y las correntías de aguas.
Volvemos al camino que gira a la izquierda rodeando la ermita por detrás. Aquí el cauce es más ancho y los murallones del Cañón nos ofrecen su cara más artística, la naturaleza y el desgaste han cincelado huecos y recovecos que teñidos por los óxidos que arrastran las aguas han culminado una bella obra.
Continuamos camino. Hay pocos buitres en vuelo y solo en algunos promontorios se ven posados algunos, quizás sea por lo avanzado de la tarde. En un recodo a la derecha, en una espectacular pared agujereada, llegamos al Colmenar de los Frailes.
En una especie de nicho o repisa del acantilado y a varios metros de altura, encontramos el Colmenar de los Frailes, que era gestionado por la Comunidad de Monjes Templarios de la Ermita de San Bartolomé, actualmente quedan cinco colmenas que están hechas con trocos huecos y accedían a ellas por medio de escalas de madera.
Las siguientes paredes son puro espectáculo para su contemplación, son como un cuadro impresionista en el que no encuentras qué punto es más bello en donde fijar tu atención.
Llegamos a una zona con más vegetación, el camino se vuelve senda y nos pega a las paredes de la izquierda formando estrechos pasillos entre algunas sabinas que dan colorido al paisaje rocoso.
Retorna el camino ancho y la arboleda se hace más densa con espigados y jóvenes olmos que el otoño está pintando de amarillo. Estamos en la confluencia del arroyo Valderrueda con el río Lobos, donde se forma otro pequeño meandro con plantas acuáticas.
Proseguimos un poca más hasta que el cauce se estrecha y las paredes parecen aprisionarte formando agresivos espolones, es zona con más matorral. Pero la tarde está avanzada y el sol cayendo. Decidimos emprender el regreso.
Me quedo un poco rezagado porque en unos riscos otro grupo de buitres nos observan desde las alturas y aunque me acerco bastante trepando por la ladera, ni se inmutan. Ahora si vemos algunos en pleno vuelo regresando a los oteros.
Poco a poco
deshacemos el camino de ida fijándonos ahora en aspectos y lugares que antes
habíamos pasado por alto o con distinta perspectiva. La suerte está de nuestra
parte. La ermita tiene la puerta abierta y al vernos un chaval viene a
atendernos, está a cargo de la ermita y cerrará cuando nosotros terminemos. La
entrada de acceso vale 1€, lo cual nos parece razonable, alguien cuida de esta
joya y nos ha permitido visitarla.
La iglesia
protogótica de San Juan de Otero, ahora dedicada a San Bartolomé. Fue
construida en el primer cuarto del siglo XIII, cuando el estilo románico daba
paso al gótico. Los rumores que la afaman, como vinculada a la Orden de los
Caballeros del Temple, se deben a que formaba parte de un cenobio templario del
que solo de conserva la capilla. Históricamente, en una bula de 1170, el Papa
Alejandro III hace referencia al convento templario de San Juan de Otero,
perteneciente a la diócesis de Osma. Se trataría de uno de los cinco conventos
templarios que tenía el Temple en Castilla en el momento de su disolución, en
1312. La primera cita documental de Ucero es de 1157, lo que hace suponer que
en esta fecha los monjes templarios debían ocupar ya la ermita de San
Bartolomé, y el castillo próximo. Pero la primera documentación en la que se
hace referencia a la existencia de este ermita, como tal, es de 1477.
Enclavada en un
lugar equidistante de los dos puntos más septentrionales de la península: los
cabos de Creus y Finisterre. Este punto central lo llaman el “Omphalos”, el
centro del mundo. Hay dos teorías, una primera que dice que podía haber estado
localizado en el mismo lugar que San Bartolomé y fuese reemplazado por la
construcción, y que se edificara a la par que éste, a mediados del siglo XII.
Las ruinas de la pequeña iglesia que subsistiesen podrían ser, en tal caso, las
del primitivo santuario templario. La iglesia tiene planta de cruz latina, pero
carece de cúpula en su estructura. Los dos rosetones muestran influencias
musulmanas en su entrelazado, pues forman una estrella de cinco puntas. Estas
estrellas de cinco puntas invertidas “pentalfa” entrecruzadas por cinco
corazones para los musulmanes aluden al órgano del verdadero conocimiento, el
corazón, la gnosis del Dios, y el estar rodeados por el círculo protector o
matraz, nos sugiere la parte oculta del conocimiento. Además el triangulo invertido
es la copa, el grial. Por lo tanto estos óculos tendrían un carácter esotérico
solo accesible a los iniciados.
Cuando salimos el muchacho cierra la puerta y dice que va hacer una pequeña ronda. Le decimos que hemos hecho todo el recorrido en solitario y ha sido muy placentero. Llegamos al aparcamiento de la fuente Valdecea, descargamos mochilas y con el coche nos dirigimos al puerto de la Galiana, para desde su mirador contemplar todo el trazado el Cañón del río Lobos. El sol se está ocultando.
Cuando salimos el muchacho cierra la puerta y dice que va hacer una pequeña ronda. Le decimos que hemos hecho todo el recorrido en solitario y ha sido muy placentero. Llegamos al aparcamiento de la fuente Valdecea, descargamos mochilas y con el coche nos dirigimos al puerto de la Galiana, para desde su mirador contemplar todo el trazado el Cañón del río Lobos. El sol se está ocultando.
El GPS no sabe de
obras y nos lleva a nuestro destino por el Puerto de Santa Inés. El descenso
por la parte riojana está en obras, transitable, pero en obras. Vamos despacio,
pero nos cruzamos con vacas, caballos y otros bichos no identificables en la
oscura noche. A las nueve llegamos a nuestra casa rural en El Rasillo de Cameros. Tiempo
justo para ducharnos e ir a cenar al un restaurante cercano. Mañana será un
gran día.
RECORRIDO:
LINEAL. IDA Y VUELTA.
AGUA EN RUTA:
FUENTE VALDECEA, AL INICIO DE LA RUTA.
DISTANCIA: 7,850
KM.
TIEMPO: 02:37
HORAS.
DESNIVEL
POSITIVO: 120 M.
DESNIVEL
NEGATIVO: 110 M.
DIFICULTAD:
BAJA.
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