CÓMO LLEGAR: Por la AP-7 A-7 hacia Albacete, salida por la A-7 en dirección Benidorm / Valencia, salida en la nº 691 San Vicente del Raspeig/Alcoy. Dirección Alcoy por la A-7. Salida en la nº 480, hacia Tibi por la CV-810, pasar Tibi en dirección a Xixona por la misma carretera, hasta el desvío hacia Montnegre de Dalt, aparcar después de la ermita, junto al panel del SLV-151.
COMPONENTES: VICENTE, PEPE Y SANTI.
ITINERARIO: INICIO PANEL SLV-151 / DERECHA / VISTAS DEL BARRANCO / BARRANC DE LES SALINES / MATERIALES DE TRIÁSICO / COSTRAS SALINAS / PRESA / ROCA COLGADA / DESV. AL BCO. DE LA MASCUNA / SALIDA DEL BARRANCO / CAMPO A TRAVÉS / CAMINO / CRUZAR CARRETERA / DERECHA / CASA SILIM / IZQDA. / DCHA. / VISTA AL PANATANO / PUENTE / ERMITA / DESAGÜE / ESCALONES / PLACA RIADA 1793 / PANTANO / RUINAS CASETA / DCHA. ESCALONES / VISTAS AL PANTANO / CRUZAR PISTA / SEGUIR RECTO / IZQUIERDA / VÉRTICE / LA ESCOBELLA / BAJADA / CRUCE PR-CV 282 / IZQ. CAMINO DE LA SENDERA / DESV. IZQDA. / BARRANCO / IZQDA. / IZQDA. PISTA ASFALTO /CARRETERA DE TIBE / ERMITA DE MONTNEGRE.
LA RUTA: Volvemos al Pantano de Tibi con un trazado diferente, lo hemos alargado un poco más añadiéndole la bajada al Barranc de les Salines y después de pasar por la presa seguir hasta el Alt de la Escobella.
Iniciamos desde panel del SL-V 151, junto a unas casas derruidas, por el camino que sube entre ellas. Tenemos un bonito y despejado amanecer sobre el Maigmó (1.295 m) aunque soplan fuertes rachas de viento.
Seguimos las marcas verdes y blancas del sendero local, girando a la derecha junto a un viejo aljibe con puerta metálica, donde ya por sendero comenzamos a subir por la loma, dejando atrás vistas sobre la pedanía de Montnegre.
Bordeamos una finca y avanzamos sobre otra loma que nos refleja una colosal estampa poco habitual de la Penya Migjorn de Xixona (1.226 m.), mientras que a nuestras espaldas el Maigmó queda vigilante.
Comenzamos a intuir la hendidura del barranco por sus tonos rojizos, al tiempo que el paisaje se llena de montañas no muy lejanas como sierra de Almaens y la Carrasqueta, conformando un paraje agreste y escarpado.
Poco a poco llegamos a la parte alta de la ladera del Barranc de les Salines donde obtenemos una esplendida vista a su cauce y a un sorprendente paisaje donde el color varia en una amplia y compleja gama cromática.
Tomamos precauciones en la inclinada bajada al lecho del barranco lo que nos permite saborear los colores y las formas esculpidas por la erosión en las laderas de enfrente, socavadas por las aguas al precipitarse al fondo.
Un poste con paletas informativas indican las direcciones de los senderos, pero hoy reducimos el recorrido del barranc, marchando solo por la izquierda, no iremos a la presa de la derecha, ni al mirador de enfrente.
Aguas arriba comienza un suntuoso desfile de coloridas paredes erosionadas, intentamos no perdernos ningún detalle, siempre hay algo distinto de una vez para otra. Las paredes nos protegen del frío y molesto viento.
En algunos tramos del cauce del barranco corre un hilillo de agua, quizás remanente de las últimas lluvias que todavía se están filtrando. Vemos en los márgenes del cauce rocas en equilibrio excavadas por el agua en su base.
También hay trechos en los que las sales precipitan y forman una costra salina blanca sobre las laderas del cauce, dando un colorido suave y diverso en tonos pastel, en otros, los rojos densos mantienen su primacía.
Nos vamos acercando a la presa de este lado por su parte más elevada al ir contracorriente. Se salva por la izquierda, por encima del muro que encauza el lecho. En el lateral hay nueve grapas escalonadas y una cadena para izarnos.
Desde el muro de contención tenemos buenas vistas a ambos lados. En el otro costado el descenso es menos vertical y también está apoyado por varias grapas que nos ayudan a descender de nuevo al lecho del barranco.
Esta parte del cauce es más amplia, con algo de vegetación y esporádicos pinos, pero igual de vistosa en colorido de areniscas y roquedos. Pasamos por una singular roca con una muesca en su base producto de la gran erosión del agua.
Vuelven hermosas laderas acanaladas de colores rojizos, ocres y cenicientos, y entre la espesura, una desgastada muela con laderas de arenisca y costras salinas que se precipitan al cauce veteando una bella imagen.
Tras una pequeña hoz todo vuelve a ensancharse con vistas a nuevas lomas descarnadas que la erosión ha ido esculpiendo aristas en dudoso equilibrio, o tiesas muelas que amontonan las areniscas desprendidas a sus pies.
Dejamos atrás a la derecha la confluencia con el Barranc de la Mascuna que hoy no visitaremos y Estamos atentos a un Waypoint que hemos marcado como salida del barranco, campo a través, que nos dejará frente a la Casa de Silim.
Es una especie de barranquera de margas arcillosas fácil de patear, aprovechando su lecho o subiendo por los laterales que le da un punto de aventura. Con este tramo de unos 400 m. conseguimos unir las dos rutas.
En la parte de arriba conectamos con un camino de tierra donde vemos la irregular brecha del Barranc de les Salines que rasga el agreste paisaje, y en el otro lado, la Casa de Silim con miradas a la Penya Migjorn.
Cruzamos la carretera CV-819 y caminamos por ella unas decenas de metros en dirección a la Casa de Silim y su enorme balsa, antigua construcción hoy en ruinas y que dominaba todo el paraje. Poco antes de llegar a la casa, giramos a la derecha por un camino de tierra.
Tomamos dirección hacia las faldas de la sierra pasando por algunas construcciones. Elevándonos con vistas al Maigmó por debajo de grandes farallones para tener una mirada sesgada de la presa a ras de las aguas.
En la derecha, una puerta metálica abierta nos da entrada al camino de la presa bajo los puntiagudos roquedos. Nos desciende haciendo dos curvas cerradas y nos sitúa junto al puente antes de llegar a la presa.
Cruzamos el puente en dirección a la antigua vivienda del encargado de la presa y la ermita de la Divina Pastora, donde hay un escudo real tallado en piedra en el que está grabado el año 1786, época del reinado de Carlos IV.
Sobrepasada la casa hay una estrecha senda de cemento, medio excavada en la pared con barandas de cable metálico sujetado por piquetas que llega a la base de la presa, donde observamos el agujero de su aliviadero.
Desde esta posición podemos ver su reducido tamaño con una altura media de unos 42 metros. La anchura del dique es de 9 metros en la base y 59 metros en la coronación y su espesor es de 33 metros en la base y 20 metros en la parte superior.
Una vez en la base, se sube por una retorcida y vertical escalera de peldaños excavados en la roca caliza, protegida por una baranda metálica y cables. Si no se tiene vértigo, es sencillo de subir, pero siempre tomando precauciones.
Subimos a la parte alta del dique por el cerro de La Cresta, con una anchura de veinte metros, lo que da mucha seguridad para movernos. La visión del embalse a ras del agua es impresionante, pese a su reducido tamaño.
Sobre el dique, los 59 metros que separan a las paredes de La Cresta de las del Mos del Bou, nos dan una idea de lo pequeña que es y lo sobredimensionada que está su estructura para el caudal que contiene en la actualidad. Las rachas de viento nos salpican de agua.
Ahora continuamos hacia el cerro del Mos del Bou, elevándonos hasta la caseta que hay derruida y visitando su interior. Para continuar obviamos el PR y por detrás de la caseta, entre los pinos y las rocas, veremos pasos y peldaños excavados.
Con unas vistas increíbles sobre la presa, las aguas del pantano y el abrupto cerro de La Cresta, nos van descendiendo paulatinamente por la ladera del embalse. No hay que tener prisa y disfrutar del momento.
Alcanzada la media altura de la ladera, en la umbría de la pineda el sendero nos sigue deslizando por la cola del Pantano, y entre el ramaje vamos recreándonos con vistas a la otra vertiente, es como el caudal de un gran río.
Tras el paso junto a un rocoso paredón el sendero desciende casi al nivel de las aguas para comenzar a separarnos de ellas girando a la izquierda, por un nuevo camino que nos eleva dando las últimas miradas al embalse.
Con suave desnivel recorremos el camino que al poco vuelve a darnos grandes imágenes del del Cantal del Pixador y el Maigmó. Alcanzamos la cadena y la puerta que cierra el paso a vehículos en el Camí del Pantá.
Junto al cartel que avisa de las maldades del mejillón tigre, que por desgracia ha invadido el Pantano, cruzamos la pista asfaltada y seguimos de frente, por el ancho camino que nos llevara de regreso en un largo trayecto.
En un cruce de caminos seguimos recto elevándonos lentamente al tiempo que se amplían las panorámicas lejanas a la Penya Migjorn, va apareciendo la alargada muralla del Cabeçó d’Or y el Maigmó.
Vemos las redondeadas lomas y la Escobella al fondo, moteadas por un ralo pinar. Hacemos otro giro a la izquierda por un camino más ancho y pedregoso que con creciente desnivel comienza a surcar las lomas.
Es un camino monótono y esforzado donde el vendaval nos vapulea, estamos a su merced. A lo lejos vemos dos lomas puntiagudas unidas por un collado, una tiene punto geodésico y la otra es la Escobella. El paisaje montañoso nos recrea.
Una tras otra superamos todas las lomas hasta alcanzar la del vértice geodésico, el Altet de la Mosca (659 m) según he leído en un mapa. Las vistas llegan hasta el mar, pero el viento hace que descendamos rápido.
La bajada nos lleva al collado para enlazar con la subida hacia la Escobella, pero poco antes de llegar a la cima desistimos ante la persistencia del fuerte vendaval. Con grandes vistas tomamos el descenso lateral hacia un nuevo collado.
Balizado con un poste con paletas informativas del PR-CV 282 seguimos por la izquierda hacia el Pla del Totxar, caminando paralelos a la Escobella, que ahora se ha convertido en una barrera rocosa casi infranqueable.
Seguimos descendiendo por el PR entre matorral bajo y esporádicas manchas de pinar y alguna edificación campestre, teniendo por delante la barrera del Cabeçó d’Or y el mar, dejando atrás la curiosa imagen de la Escobella.
En otro poste informativo seguimos por la izquierda, por la Sendera de la Cañada real del Palamó a la Penya Roja, camino de tierra ancho y bien cuidado, hasta otro poste con paletas que seguimos por la izquierda.
El camino termina convertido en sendero que se adentra en un pequeño barranco fácil de transitar que nos va a seguir bajando suavemente con vistas a los caseríos de Montnegre bajo la protectora imagen de la Penya Migjorn.
El barranco termina junto a un viejo corral y un carretil asfaltado que seguimos por la izquierda hasta la CV-819 que pasa por la ermita y las casas de Montnegre donde finalizamos esta gran ruta, tan solo incomodada por el vendaval.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 15,8 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 05:45 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 665 M. (La Escobella)
ALTURA MÍNIMA: 267 M. (Barranc de les Salines)
DESNIVEL POSITIVO: 743 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 733 M.
DIFICULTAD: MODERADA.