Posted by : Vaig a Peu domingo, 21 de diciembre de 2014

El río Chícamo, afluente del río Segura por su margen izquierda, recorre parte del término municipal de Abanilla, una zona árida caracterizada por la irregularidad y  torrencialidad de las precipitaciones. El nacimiento del río tiene lugar en las proximidades de la pedanía de Macisvenda y a lo largo de su curso se encuentran situadas numerosas pedanías pertenecientes al municipio de Abanilla: de norte a sur, El Chícamo, La Umbría, El Tollé, El Partidor, Sahués, Ricabacica y Mahoya, así como la localidad que da nombre al término, Abanilla. Se trata de un río de características semiáridas, que discurre mayoritariamente por una cuenca de naturaleza margosa. Posee un elevado interés hidrológico, geológico, botánico y faunístico. La cabecera del río Chícamo, forma un conjunto de charcas que alberga entre otras especies protegidas, la única población de interior de la región de Murcia del fartet (Aphanius Iberus), especie catalogada en peligro de extinción. Debido a la importancia ecológica y ambiental que presenta este espacio se encuentra catalogado como LIC, Lugar de Importancia Comunitaria. Hace unos 10 millones de años, la mitad suroriental de la región de Murcia, formaba parte de un estrecho marino, salpicado de islas y que comunicaba el océano Atlántico con el mar Mediterráneo. Al Norte de Macisvenda existía un macizo emergido de relieve agreste, del que partían diversos torrentes, que en su desembocadura en el mar, en las épocas de intensas precipitaciones, depositaban grandes cantidades de sedimentos detríticos groseros (gravas), originando pequeños abanicos deltaicos. El sedimento más grosero se acumulaba cerca de la línea de costa, donde era erosionado por el oleaje y por organismos marinos, como los dátiles de mar (Lithophaga sp) y las esponjas endolíticas (Clionia sp). Mientras que el más fino, era arrastrado hacia el interior de la cuenca marina y sedimentado sobre sus fangos. Así, la superficie subacuática del abanico deltaico estaba unas veces cubierta por sedimentos detríticos depositados tras las fuertes lluvias, por un antiguo cauce fluvial y otras por arenas de playa, durante las épocas de calma. En aquella época en la región de Murcia existía un clima cálido y cerca de la costa,  en épocas con pocas tormentas, sobre los sedimentos deltaicos se instalaban colonias de corales, que originaban pequeños parches arrecifales y que muy a menudo eran sepultados por nuevas avalanchas detríticas, tras lluvias intensas.
CÓMO LLEGAR: Por la CV-84 dirección Aspe. En la rotonda continuar por la CV-845, pasar por Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes y en la pedanía de Barbarroja entramos en la región de Murcia por la MU-410, llegar Macisvenda, aparcar en la carretera.
ITINERARIO: MACISVENDA / CENTRO BUDISMO / ERMITA / DESVÍO IZQUIERDA / BAJADA AL CAUCE / CURSO DEL RÍO / CARRETERA / CAJER / SALIDA / MACISVENDA.
COMPONENTES: VICENTE, SUSI, ANTONIO Y MARIBEL.

LA RUTA: Iniciamos desde Macisvenda por la carretera, para torcer poco después a la izquierda, callejear un poco entre sus solitarias calles, para salir del pueblo por la pista de cemento que va a Tollé. Vamos en suave descenso y enseguida dejamos las casas atrás.

No hace mucho fresco, el día está totalmente despejado y el sol tímidamente comienza a iluminar los sitios más elevados. En la zona de la derecha, tenemos una preciosa vista de las onduladas lomas y colinas que el sol va alumbrado. Promete un buen día.

Dejamos el cemento y la pista de tierra hace varias curvas sinuosas entre plantaciones de almendros y olivos; las vistas y el paisaje crecen ante nuestros ojos. Nos acercamos a una ladera arcillosa de color rojizo que la erosión ha moldeado con rugosidades y cárcavas.

La ruta promete ser muy entretenida por los diversos fenómenos geológicos que atraviesa. Enfrente tenemos una bonita loma de forma cónica que el sol comienza a iluminar. Son tierras casi baldías que el esparto y otros matorrales hacen de barrera de contención para que no se desmoronen.

El pueblo se queda atrás definitivamente  a los pies de la sierra del Cantón, y en el otro lado, no muy lejana, tenemos la sierra de La Pila. Por delante el paisaje sigue extendiéndose y solo un poco de bruma nos impide ver el mar.


Enfilamos una gran recta donde nos cruzamos con otro grupo de senderistas que marchan en sentido contrario. Nos acercamos a las espaciosas instalaciones de una comuna de monjes budistas afincada en esta zona. Tienen un gran buda de barro pintado en una pequeña colina.

Alrededor de las instalaciones hay varios chalets y casas de campo con cultivos de viña, y algo más alejada una urbanización. Desde esta distancia la estampa de Macisvenda con la sierra del Cantón parece un paisaje pirenaico de alta montaña.

Arribamos a la ermita de Nuestra Señora de la Asunción. Aquí tenemos que tomar un camino que sale por la izquierda, recorrerlo durante unos doscientos metros, para tomar otro que comienza a la derecha. El paisaje cambia bruscamente, bajamos a una zona quebrada y abandonada cubierta de matorral.

Nuestra referencia una casa cueva que hay a la izquierda. Seguimos adelante donde el sendero se pierde entre el matorral alto, bajamos un inclinado terraplén y poco después entramos directamente en el cauce del río Chícamo. Continuamos por la izquierda.

Es un lecho llano y bastante amplio en este tramo, con vegetación de matorral, cañizo, juncos y esporádicamente alguna palmera y pinos. Lo delimitan paredes no muy altas formadas de gravas y margas aglomeradas que el tiempo y la erosión han ido moldeando.

A estas horas la humedad es muy alta. El curso libre del río es pequeño, pero lo acompaña desde su nacimiento unas tuberías que transportan directamente parte de su caudal. Se nota que hace unas semanas cuando llovió copiosamente, el caudal ocupaba toda la rambla.


Dejamos atrás una pequeña pineda y entramos en una parte más embarrada y separada del curso del agua; en las paredes de enfrente vemos las entradas a otras  casas cueva y por nuestro lado, los primeros Bad Lands (tierras malas) paredes de tierra en las que la erosión y el agua han surcado hendiduras y rugosidades.

Volvemos junto al agua que corre mansamente. A su lado la vegetación es más espesa con juncos y cañizo, formando un paisaje típico de humedal. El caudal se desplaza a la izquierda junto a las paredes y poco después tenemos que cruzarlo.

Marchamos entre las hermosas paredes torneadas, y el río que tenemos que vadear en varias ocasiones, volviendo de un lado a otro, esquivando el agua; bonito tramo muy entretenido. En el paisaje aparecen las palmeras, que le dan unas pinceladas de oasis al entorno.


El trecho siguiente es espectacular, con un poco de imaginación podemos estar visitando Petra, la ciudad esculpida en las paredes sin tener que ir a Jordania. En el otro lado, nuevo despliegue de Bad Lands con surcos más profundos en la impresionante tierra gris.

En el centro de la rambla aparece una gran piedra compuesta de sustratos de mayor dureza y que resiste la erosión. Es una zona más llana y los cruces al río son muy amplios. Llegamos a una especie de cortijo no habitado donde decidimos tomar nuestro almuerzo.


El día mejora y nos vamos despojando de ropa de abrigo. El río hace una curva izquierda derecha y aparecen más casas de campo, donde dos hombres intentan paliar los efectos de la riada. Nueva curva junto a otras casas y una pasarela metálica.


En el siguiente tramo no nos cansamos de vadear el río, pasamos de cañaveral a palmeras, rectas paredes desgastadas y alcanzamos la carretera que conecta con la MU-9A que va de Macisvenda a la ermita y queda en el centro de nuestro recorrido circular.

Proseguimos adelante y llegamos al comienzo del tramo más temido, el Cajer. Hay varios paneles y carteles informativos de la zona, y que recomiendan no cruzar en caso de lluvia.  Al inicio hay algunos pinos pero pronto se angostan las paredes y entramos en el desfiladero.











Vamos expectantes a cada paso hasta que llegamos a lo que nos temíamos, hay más agua de la que creíamos y desconocemos la profundidad de algunas pozas. Tardamos poco en tomar la decisión y es unánime: todos al agua. Sabíamos que nos teníamos que mojar, qué más da un poco más.


Maribel, mujer valiente donde las haya, es la primera en lanzarse al agua sin quitarse las zapatillas. Los demás tenemos que descalzarnos las botas y arremangar los pantalones al máximo. El agua está fría del carajo, pero te acostumbras pronto, lo difícil es caminar descalzo sin ver las piedras que pisas.


Las risas se acaban pronto al llegar a una poza profunda. Agua más arriba de la cintura son palabras mayores. Atrás, o trepar una de las paredes. Cuesta un poco decidir, hay pocos agarres, pero Maribel está que se sale, un empujón y ya está arriba, me ayuda a mí, y yo a los demás.


Caminamos un trecho por las paredes pero el cañón se angosta formando un embudo y tenemos que volver al agua. Fuera botas, ahora es mucho más sencillo y de menor profundidad. Cerca de una pequeña cascada salimos del cauce por la derecha y nos calzamos definitivamente.


Avanzamos por las rocas hasta que tenemos que cruzar a la izquierda. Entre el cañaveral se abre una apretada senda que poco a poco se va definiendo más. La zona es exhaustiva en vegetación y quedan huellas del último paso tumultuoso de las aguas.

Poco a poco salimos a la luz del día y vuelve a ensancharse el cauce. Tenemos como referencia una antigua acequia ahora en desuso. Curiosamente podemos observar diferencias en las piedras que las mujeres utilizaban para lavar, las lisas y modestas losas y las de última generación con surcos acanalados para restregar.

El recorrido del río Chícamo va terminado al acercarnos a la Charca del Fartet (Aphanius Iberus) especie de pez catalogada en peligro de extinción. Las aguas turbias nos impiden observar algún ejemplar. En esta ruta no vamos al nacimiento del río ya que la cantidad de cañaveral impide ver brotar el agua.

Conectamos con la carretera MU-9A que antes aludíamos, y durante unos dos kilómetros entre bancales de jóvenes granados, va surgiendo Macisvenda en el horizonte junto a la sierra del Cantón. Ha sido una bonita y divertida excursión.
Se perfectamente que mucha gente no haría lo que hemos realizado, pero peligro no hay, y en esta ruta si pasas por el Cajer siempre te tienes que mojar los pies, puesto que el curso del agua es permanente. En otras épocas podrá haber menos agua, pero siempre la habrá. Recomiendo la ruta por su belleza y puede ser muy divertida.
RECORRIDO: CIRCULAR.

AGUA EN RUTA: DEMASIADA.
DISTANCIA: 13,8 KM.
TIEMPO: 05:00 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 395 M.
ALTURA MÍNIMA: 232 M.
DESNIVEL POSITIVO: 169 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 169 M.
DIFICULTAD: MODERADA.


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