Posted by : Vaig a Peu sábado, 22 de noviembre de 2014

El jabalí (Sus Scrofa) es el antepasado del cerdo doméstico, con el cual no nos costará sacarle el parecido. La mayor diferencia se aprecia en el recio pelaje que lo cubre, siendo el pelo recio y duro. Tiene también el hocico más alargado. En los machos adultos, muy difíciles de ver, se distingue unos caninos largos, estando los de la mandíbula superior doblados hacia arriba, descansando contra la parte interna de los caninos inferiores, largos y rectos. Las crías tienen unas franjas longitudinales de color pardo y cremas, por lo cual se les llama “rayones” en lugar de jabatos. Vive solo o en grupos pequeños; los machos viven separados de las hembras salvo en el periodo de apareamiento en invierno. Las hembras adultas suelen ir acompañadas por las crías,  incluso por la de dos camadas sucesivas. Es un animal sobre todo nocturno, recorriendo grandes distancias. Suelen bajar a los campos de cultivo durante la noche, por lo que son frecuentes los atropellos en las carreteras comarcales. Se alimenta de gran cantidad de productos, principalmente vegetales pero también animales. Será difícil a lo largo de nuestras excursiones por las sendas en los barrancos y en las umbrías vemos lugares con el manto fértil removido. Son ellos buscando los tiernos brotes o los gusanos sustanciosos. Su época de celo es en el invierno y las crías nacen en primavera o a principio del invierno. Una camada puede tener hasta diez crías, quedando a resguardo unos días antes de seguir a la madre. No ataca a las personas si no es atacado, acorralado o molestado en la crianza de sus vástagos. Es más, es difícil verlo en libertad. Los visitantes de Sierra Espuña lo solemos ver en la Fuente del Hilo pues allí es donde se ha habituado a algunos ejemplares jóvenes a comer desperdicios de las comidas y, al no estar escamados, no huyen de las personas.
CÓMO LLEGAR: Autovía E-15 hacia Murcia, salida nº 138 hacia Granada, salida nº 609 TOTANA/ALEDO. Por el centro del pueblo dirección Las Santas/Aledo. En Aledo continuar por la carretera del Parque Regional de Sierra Espuña dirección Caruana y el Purgatorio. A pocos kilómetros entrar al parque por Las Alquerías y seguir hasta el Collado del Pilón. Aparcar en este hermoso mirador.
ITINERARIO: COLLADO DEL PILÓN / SENDA BARRANCO DE BALLESTEROS / CORTA FUEGOS / LAS CUNAS / COLLADO BERMEJO / CAMINO INTERIOR / TORRENTERA / PEÑA SOLEADA / ARCO DE SIGISMONDI / CARRERÓN DEL DIABLO / PEÑA SOLEADA / TORRENTERA / CAMINO DEL PINILLO / ACEQUIA DE TOTANA / CASA LA CARRASCA / BARRANCO DE EN MEDIO / COLLADO DEL PILÓN.
COMPONENTES: VICENTE Y JULIÁN

LA RUTA: Hoy hemos querido quitarnos la espinita del Carrerón del Diablo de hace dos semanas cuando nos llovió. Por no repetir ruta la hemos modificado pero con el mismo destino final, el Arco de Sigismondi y el Carrerón del Diablo; esta vez saliendo desde el Collado del Pilón.

Hace un día precioso con una ligera neblina. Nuestras primeras miradas van hacia el Morrón de Espuña (1.583 m.), que preside la parte central del parque, y en concreto hacia Peña Soleada. En un recoveco de su lado izquierdo existe quizás el lugar más singular y apartado de Sierra Espuña.


Iniciamos desde el mismo mirador del collado; en un principio vamos por encima de la loma para coger luego el Sendero del Barranco de Ballesteros. Tomando altura, tenemos más presente el Morrón Grande y a su lado el Pedro López (1.569 m.) y mirando hacia abajo, el Cerro del Purgatorio (1.201 m.)

Llegamos a una bifurcación donde el ramal de la derecha baja,  desciendo por el Barranco de Ballesteros hasta el Área Recreativa de Las Alquerías. En este momento dejaremos el sendero que se va por la izquierda y nosotros seguiremos por la loma buscando el corta fuegos.


El trazado es intuitivo, con algunos mojones y en constante subida ganando altura, por lo que con el zoom, ya podemos distinguir el Torreón de los Exploradores en la cima del Morrón. Atravesamos una preciosa zona rocosa que linda con el Barranco de Ballesteros.


Desde la base rocosa, una senda nos dirige entre pequeños pinos y matorral bajo hasta la parte más alta de esta sierra. Las Cunas (1.406 m.) Un mojón de piedras marca esta altura. No tiene ningún glamur, pero las vistas son preciosas pese a la neblina. Peña Apartada está al otro lado, y desde arriba es difícil de ver.

Regresamos por el mismo camino hasta el corta fuegos, al bajar la primera pendiente veremos un mojón que nos marcará una senda a la derecha. La tomamos y en un descenso rápido nos deja junto al Centro de Vigilancia Sanitaria de Fauna Silvestre, y el Collado Bermejo (1.201 m.).

Seguimos por el asfalto en dirección a la blanca torreta eléctrica. Junto a ella tomamos un camino que paralelo a la carretera evita varias curvas para luego cruzarla, donde continua de nuevo. Mirando atrás, ahora si distinguimos Peña Apartada.

Marchamos por el camino hasta que unos hitos de piedras nos señalan la subida hacia la pedrera. Primero entre los pinos del bosque, donde es fácil seguirlos, y luego, intentando subir hacia el lado derecho con el fin de evitar parte de la pedrera.

El desnivel es fuerte en tan corto trayecto, y las piedras sueltas hacen incómoda la subida, pero con paciencia y haciendo zetas lo vamos superando. La hermosa y vertical pared, coloreada de ocre de la Peña Soleada se va acercando y tomando tamaño real.

Desde su base impresiona su enormidad. Debemos rodearla por su parte izquierda y entrar en un agreste y pétreo rincón por el que debemos seguir subiendo entre las rocas y restos de pedrera. El color de las paredes cambia a tonalidades de gris oscuro y menos sonrosado.


Lo primero en que nos fijamos es la gran grieta, arriba a la derecha, que forma el Carrerón del Diablo. Luego cruzamos en diagonal hacia la izquierda la pedrera, y los que ya hemos estado alguna vez, haciendo un esfuerzo visual logramos ver el Arco de Sigismondi.


Tal es su mimetismo con el entorno, que no lo descubrimos hasta estar delante de él. Arco de Sigismondi, maravilloso capricho de la naturaleza en un marco de incomparable belleza abrupta. Hacemos muchas fotos y traspasamos el arco, es como entrar a un mundo imaginario de Tolkien.













Volvemos al centro de la pedrera para dirigirnos al rincón de la derecha y afrontar la estrecha hendidura en ascenso: El Carrerón del Diablo. Su base es la parte por la que está unida Peña Soleada al Morrón de Espuña. Estrecho desfiladero de agobiantes  paredes.

No es aconsejable a quienes no gusten de poner las manos para trepar. Dos de las trepadas son muy sencillas, subir apoyando las manos, y la tercera, algo más larga, hay que buscar los agarres para las manos y apoyos para los pies. Para los que hemos sido agraciados con otras aptitudes a costa de la merma de nuestro cuerpo, el esfuerzo es algo mayor, pero lo conseguimos.

Una vez arriba queda un destrepe de unos cuatro metros, pero mucho más sencillo de lo que parece, puesto que tiene múltiples apoyos y agarres para descender. Entramos en otro escondido rincón pétreo y salvaje. Su belleza es la poca accesibilidad que tiene, es una inclinada pedrera poblada de pequeñas carrascas.


Decidimos tomar nuestro merecido almuerzo en este recóndito lugar con vistas al tapiz verde del pinar, y a las Cunas y Peña Apartada que tenemos enfrente. Después comenzamos a descender por la pedrera pegados a las paredes de Peña Soleada hasta llegar a su base.

Luego, buscando los mojones de piedras, esta vez por la izquierda, continuamos el descenso por la inestable pedrera, intentando esquivarla en lo posible; alcanzando el bosque y el camino interior, que tomamos por la derecha. Desemboca en el Camino del Pinillo.

Al llegar a la Acequia de Totana, dejamos el camino por la izquierda y en una rápida bajada por encima de la tubería, arribamos a la Casa Forestal de la Carrasca y su fuente. Un grupo de montañeros se está tomando un respiro en este apacible lugar.

El otoño decora bellamente el entorno con el dorado de los nogales y el anaranjado de los quejigos. Hacia algunos años que no la visitábamos y su placa de barro nos recuerda la gran nevada de abril de 1809, donde fenecieron 33 yeguas y un buey. Actualmente la casa está cerrada y su corral en ruinas.

Retornamos al camino y marchamos por la izquierda. El resto del trayecto es sosegado y ameno. Mirando hacia atrás vemos lejana la casa, a los pies del Morrón de Espuña que vuelve a tomar posesión del paisaje. El camino hace varias rampas para salvar el Barranco de En medio.

El fin de la ruta ya se intuye y alcanzamos el Collado del Pilón. El día ha mejorado en claridad y al mirar hacia el Morrón distinguimos Peña Soleada y sabemos, aunque no lo vemos, donde están el Arco de Sigismondi y el Carrerón del Diablo, objetivos cumplidos de hoy.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA:
DISTANCIA: 13,7 KM.
TIEMPO: 05:00 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.406 M. (Las Cunas)
ALTURA MÍNIMA: 1.072 M. (Collado del Pilón)
DESNIVEL POSITIVO: 787 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 785 M.
DIFICULTAD: ALTA.


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