Fue
a finales de la década de los cincuenta, concretamente en 1959, cuando se
incorporó por primera vez como paso previo a la cabalgata de Reyes de Elda, el
descenso por el monte Bolón de los antorcheros, anunciando así la llegada a la
ciudad del séquito real. Desde entonces, y de forma ininterrumpida, se ha venido
realizando este descenso que anuncia año tras año, gracias a la colaboración del
grupo de montaña del Centro Excursionista Eldense, la noche de la
magia y de la ilusión, para niños y mayores. El concejal de Fiestas, Francisco
Muñoz, quiso agradecer públicamente a los montañeros del Centro Excursionista
que “mantengan viva esta tradición”, en la que el Ayuntamiento
eldense colabora aportando un total de trescientas antorchas. El responsable
del grupo de montaña del Centro Excursionista Eldense, Miguel Juan, explicó que
cuando se inició la actividad, que el próximo año cumplirá medio siglo de
existencia, eran apenas unos pocos los que tomaban parte en la misma. Ahora se
contabilizan alrededor de mil quinientas personas, y las antorchas se
distribuyen básicamente entre los niños. El encendido de las antorchas tiene
lugar a las seis menos cuarto de la tarde y, al margen de los cerca de
trescientos montañeros del Centro Excursionista Eldense, participan montañeros
de otros puntos de la provincia al tratarse de una actividad
considerada única en toda España. A ellos se suman alrededor de un millar
de personas, básicamente de Elda y de Petrer. Para el presidente del Centro
Excursionista Eldense, Rogelio García, supone “un orgullo poder
realizar esta actividad, que de forma tradicional lleva la ilusión a todos los
ciudadanos en la noche de los Reyes Magos”. Así, tras el descenso de las
antorchas por el monte Bolón, da comienzo la cabalgata con la llegada en
camello de los tres magos de oriente, que recorre el itinerario habitual desde
la Avenida de Monóvar, por las calles San José de Calasanz, Nueva, Antonio
Maura, Avenida de Chapí, Padre Manjón, Antonino Vera, José María Pemán,
Dahellos, Ortega y Gasset, Nueva y Colón, hasta la plaza del Ayuntamiento,
donde los Reyes realizan la Adoración ante el Belén viviente, y se dirigen a
los niños de Elda desde el balcón principal del Ayuntamiento tras ser recibidos
por la alcaldesa de la ciudad. (Alicante
Vivo)
sábado, 30 de abril de 2016
miércoles, 20 de abril de 2016
LAS ISLAS BALLESTAS Y EL GEOGLIFO CANDELABRO, PERÚ
Las
Islas Ballestas son unas islas que están en el Océano Pacífico, próximas a la
costa del Perú. Se encuentran 260 km al sur de Lima, en las cercanías de la
ciudad de Paracas en la provincia de Pisco. El nombre se los dieron los
conquistadores españoles, dada la gran cantidad de cuevas y arcos, semejantes a
las ballestas, que el bravío oleaje ha esculpido en las rocas. La abundante
vida que existe en la bahía de Paracas y las islas se hace posible gracias a
las corrientes frías de Humboldt. Esta corriente es la que llena las aguas de
las Islas Ballestas de plancton y microorganismos, enriqueciendo aún más este
mar con cardúmenes de peces como lenguados, cojinovas, corvinas, toyos y
anchovetas. Cuando pensamos en pingüinos rápidamente los asociamos con el frió
de la Antártida. El pingüino de Humboldt es la única especie de pingüino en el
Perú. Vive en las costas desérticas de Perú y Chile. Pasa la mayor parte de su
vida en el mar, en la corriente peruana de Humboldt. Otro nombre que se les da
a estos pingüinos, es
Pájaro Niño. Estos pingüinos comen anchoveta y pejerrey y viven hasta 20 años.
Tienen dos polluelos al año e incuban el huevo 40 días. Sus nidos lo hacen en
el suelo excavando, o los depositan en el guano. Los pingüinos son aves que no
pueden volar, pero se han adaptado muy bien a la vida acuática. Son excelentes
nadadoras y buceadoras. Tienen en su cuerpo dos capas de plumas que son
impermeables al agua y al viento. Una vez al año cambian su plumaje. Los
pingüinos de Humboldt pueden adaptar la forma de la cornea de su ojo para ver
bien bajo y sobre la superficie del agua. Tienen una coloración para confundir
a los peces, un pico especial para atrapar peces. A diferencia de las aves voladoras sus huesos son densos
para ayudar en el buceo. Estos pingüinos están en peligro de extinción debido a
amenazas naturales como el fenómeno del niño y también por reducción de sus
zonas de anidación, captura y consumo, pesca con dinamita y uso como mascota. Miles
de aves marinas vuelan entre las Islas Ballestas y pueden llegar a verse sus
nidos sobre las rocas, entre ellas tenemos al pelícano, cóndor, piqueros,
flamencos, etc. El grupo de los mamíferos
de las islas está compuesto por la gran colonia de lobos marinos apostados
en las playas de rocas que golpean el oleaje, luchan ferozmente para mantener
la hegemonía de su harén, compuesto
normalmente por doce hembras. Los delfines también visitan con frecuencia las
aguas alrededor de las Islas Ballestas.
LAS LÍNEAS DE NAZCA, PERÚ
Entre
las poblaciones peruanas de Nazca y Palpa descansa uno de los más grandes misterios arqueológicos de todos
los tiempos. El desierto, uno de los más áridos del planeta, fue el hogar de la
cultura Nazca, que entre los años 200 a.C. y 600 d.C. creó un conjunto de
gigantescos geoglifos, sólo visibles
desde cierta altura, que forman figuras animales, humanas y geométricas. Desde
que los arqueólogos empezaron a estudiar las figuras, en los años treinta del
siglo XX, se han sucedido decenas
de teorías sobre su creación, su significado y, sobre todo, su
utilidad. Hoy sabemos con bastante certeza que los habitantes de la zona crearon
los geoglifos retirando las piedras
enrojecidas de la superficie para que se viera la arenisca blanca que se
encuentra debajo pero ¿qué les llevó a crear esas gigantescas figuras? En un
principio los arqueólogos pensaron que las líneas no eran más que caminos, pero
cobraron más fuerza otras teorías que aseguraban que las figuras
constituían “centros de adoración” pensados
para agradar a una divinidad situada en las alturas, e, incluso, formaban un
gigantesco calendario, que tenía como propósito apuntar al sol y los cuerpos
celestes. El hecho de que las líneas de Nazca no fueran más que caminos no
parece lo más atractivo, pero un grupo de arqueólogos japoneses que ha revelado la situación de
100 nuevos geoglifos de Nazca cree que la primera teoría, que fue formulada por
el antropólogo peruano Julio Cesar
Tello –el primero que estudió seriamente el
yacimiento–, podría ser en parte acertada. Los investigadores de
la Universidad Yamagata, liderados por el doctor Masato Sakai, han presentado sus hallazgos en la convención anual
de la Sociedad Americana de Arqueología, que se celebró el pasado mes de abril.
Para entender la
relación entre las distintas imágenes, Sakai y sus colegas analizaron la
localización, el estilo y el método de construcción de los nuevos geoglifos y descubrieron que
existen cuatro tipos diferentes de
figuras que tienden a agruparse en diferentes rutas, todas ellas con el mismo
destino: la ciudad preinca de Cahuachi. Hoy sólo queda en pie una
pirámide, pero entre el año 1 y el 500, cuando la urbe vivió su esplendor, era
un centro de peregrinación de
primer orden y, a todas luces, capital de la cultura Nazca. Los investigadores
han descubierto que los geoglifos no
sólo varían en cuanto a forma, también en cuanto a tipo de construcción. Algunas
figuras están formadas tras retirar las piedras de su interior y otras tras
apartar sus bordes. Según los arqueólogos japoneses, las figuras de Nazca
fueron construidas por al menos dos culturas bien diferenciadas, con técnicas y
simbolismos diferentes, que pueden observarse en los geoglifos que trazan el camino de su zona de origen a la ciudad de Cahuachi. “Los geoglifos
del tipo A y B (que corresponden a imágenes de cóndores y llamas) se localizan
en el área adyacente al Valle de
El Ingenio, pero también en el camino que va desde allí a
Cahuachi”, ha explicado Sakai a Livescience. “Parece razonable asumir que
los geoglifos del tipo A y B fueron
dibujados por un grupo del Valle de El Ingenio”. Los arqueólogos descubrieron
que los dibujos cambiaban notablemente en la región más cercana al Valle de
Nazca, y la ruta que va de allí a Cahuachi. Gracias a la UNESCO, las líneas de
Nazca son Patrimonio de la
Humanidad desde 1994.
lunes, 18 de abril de 2016
AREQUIPA, PERÚ
Arequipa es
la capital y mayor ciudad del Departamento de
Arequipa,
es la sede del Tribunal Constitucional y la «Capital Jurídica del
Perú». También conocida como la «Ciudad Blanca». Es la segunda ciudad más
poblada del Perú después de Lima, alcanzando el año 2014 los 869.351
habitantes según proyecciones del INEI. Arequipa constituye un importante
centro industrial y comercial del Perú y gracias a su notable actividad
industrial es catalogada como la segunda ciudad más industrializada del
país; dentro de su actividad industrial destacan los productos
manufacturados y la producción textil de lana de camélidos con
calidad de exportación; por lo que la ciudad mantiene estrechos vínculos
comerciales con Chile, Bolivia y Brasil; vínculos con las ciudades
conectadas por medio del Ferrocarril del Sur, así como con el puerto de Matarani.
La ciudad fue fundada el 15 de agosto de 1540, bajo la denominación de «Villa
Hermosa de Nuestra Señora de la Asunta» en nombre del marqués don Francisco Pizarro y
el 22 de setiembre de 1541 el monarca Carlos V en Cédula Real ordena
que se la llame «Ciudad de Arequipa». En el periodo virreinal adquirió importancia por su
sobresaliente papel económico, y se caracteriza por el fidelismo hacia
la Corona Española, recibiendo títulos como «Muy
Noble y Muy Leal» y el de «Fidelísima» por parte de la corona. En la historia
republicana del Perú la ciudad adquiere mayor protagonismo en el campo
político, siendo foco de rebeliones populares, cívicas y democráticas, y
ha sido también cuna de sobresalientes figuras intelectuales, políticas y
religiosas del país. En la época republicana se le otorga el título de
«Heroica ciudad de los libres de Arequipa». Su casco histórico se extiende sobre una
superficie de 332 hectáreas y fue declarado por la Unesco como «Patrimonio Cultural
de la Humanidad», el
patrimonio histórico y monumental que alberga y sus diversos espacios escénicos
y culturales la convierten en una ciudad receptora de turismo nacional e
internacional, en su casco histórico destaca la arquitectura
religiosa virreinal y republicana producto de mezcla de características
europeas y autóctonas, que constituyeron a una propia escuela
estilística denominada «Escuela arequipeña» de crucial importancia en toda
la región y cuya influencia llegó hasta Potosí (Bolivia).
Una tradición cuenta que el inca Mayta Cápac recibió
una petición de sus súbditos al llegar al valle del Chili.
Éstos le solicitaban el permiso de quedarse en la comarca para poblarla, pues
quedaron maravillados por la belleza del paisaje y la suavidad del clima. El
inca respondió "Ari qhipay" (en quechua: "Sí, quedaos");
ésta fue la etimología que utilizó el padre Calancha y que fue traducida por J.
Ignacio Gamio. Otra versión del origen del nombre de la ciudad es la del
padre Blas Valera y la del Inca Garcilaso de la
Vega que
sostiene que el origen del antiguo nombre proviene de una antigua voz aimara,
"ari qquepan", debido a que los nativos llamaban así a un caracol
marino cuya concha usaban a "guisa de trompa bélica" y que en
castellano significa "trompeta sonora". Otra etimología, expuesta por
el quechuólogo cusqueño Juan de la Cruz
Salas y Sánchez y
el historiador Ernst Middendorf,
toma en cuenta el hecho que la región recibió un intenso poblamiento de
colonias de origen altiplánico y que el nombre proviene de la expresión aimara
"ari qhipaya" o "ariq qipa", de ari (agudo,
filoso o puntiagudo) y qhipaya (detrás), que significaría
"detrás del pico", haciendo referencia al cono volcánico del Misti,
que domina el horizonte arequipeño.
sábado, 16 de abril de 2016
PUNO: LAGO TITICACA, EL MAR DE LOS ANDES.
Algo
tiene el Titicaca. Algo que despierta sensaciones irracionales, de misterio;
inquietante en ocasiones y, otras, de una relajante placidez. Uno de esos
lugares que forman parte de la mítica del viaje. El intenso azul oscuro de su
superficie atrae a los viajeros, llegados desde los confines del planeta, al
tiempo que los atemoriza. Sobre todo al conocer que en determinadas zonas los
fondos se encuentran a más de 280 metros bajo las aguas. También por el hecho
de que navegar a casi 4.000 metros de altura es algo que, a buen seguro, debe
ir en contra de la naturaleza humana… La realidad, como tantas veces ocurre,
contradice el sentido común, y lo cierto es que el lago, compartido por Perú y
Bolivia, es uno de los principales reclamos turísticos de ambos países. Un
lugar de inconfundible estética, cultura y gastronomía andinas, por el que
navegan hoy, como hace miles de años, los caballitos de totora, pequeñas
embarcaciones confeccionadas con las hojas y tallos de ese junco, muy común en
las zonas lacustres y pantanosas de América del Sur. Esa misma planta es la
base de otra de las particularidades del lago: las islas artificiales
realizadas por los uros, comunidad indígena que hasta mediados del pasado siglo
interactuaba con el lago en una prodigiosa armonía. Cuando se desembarca en una
de estas islas se tiene una extraña sensación, como de estar caminando sobre un
mullido colchón vegetal. Muchos las denominan islas flotantes, aunque la
realidad es que están bien asentadas sobre el fondo del lago. Eso sí, las
auténticas están del lado peruano, en Bolivia se han construido algunas desde
2007 con fines turísticos. Convendría exponer algunos datos para comprender la
importancia y singularidad del Titicaca en este entorno de alta montaña; su
longitud máxima es de 204 kilómetros por 65 de anchura, con una superficie de
más de 8.500 kilómetros cuadrados, variable en función de las estaciones y los
aportes hídricos, que se concentran, sobre todo, durante los meses de enero a
marzo. Tiene un perímetro costero de 1.125 kilómetros y el volumen de agua
alcanza los 890 kilómetros cúbicos. Agua que alimenta a numerosas plantas
autóctonas, como las 21 especies acuáticas y semiacuáticas, incluida la ya
mencionada totora –que ocupa el 70 por ciento de la superficie de la Reserva
Nacional en Perú–, la yana llacho (que se usa habitualmente en los acuarios),
la purima y la lenteja de agua. En el lago abrevan numerosos animales, entre
los que destacan varias especies de camélidos, como la llama, la vicuña y la
alpaca, cuyes –roedor muy representativo de la Cordillera Andina– y zorros.
También aves como la parihuana (o flamenco andino) y ánsares, como la guayata,
distintas especies de patos y zambullidores, además de la garza blanca grande,
la gaviota alpina y el cóndor. Comparten hábitat con diversas especies de
anfibios, como la rana gigante del Titicaca, y de reptiles, como los diferentes
tipos de lagartijas. Muchos de los animales se alimentan de la variada fauna
íctica, con peces como el suche, el carachi, la trucha y el pejerrey, aunque
estos dos últimos hayan llegado hasta aquí de la mano del hombre.
jueves, 14 de abril de 2016
EL VALLE SAGRADO
miércoles, 13 de abril de 2016
VISITANDO CUSCO
El
mercado Central o Mercado de San Pedro es uno de los más antiguos del Cusco,
fundado en 1925; a pesar de su antigüedad no tuvo cambios significativos, pero
aún sigue siendo el mayor centro de concentración y abastecimiento de la
ciudad. El encargado de la construcción de este mercado fue Gustav Eiffel,
ingeniero francés. Desde inicios del siglo XX el mercado de la ciudad estaba
emplazado en la explanada de la Plaza San Francisco, hasta el período del
Alcalde Don Manuel Silvestre Frisancho, periodo en que se edifica un nuevo
mercado de abastos. El nuevo edificio se construyó en lo que era el camal o
matadero que estuvo emplazado desde tiempos coloniales frente al Templo de San
Pedro y parte de los huertos del Beaterio de Santa Clara. El nuevo mercado de abastos
se inauguró el 7 de Junio de 1925, fue la superficie cubierta más grande que
hasta entonces se había construido, tipología totalmente desvinculada en su
diseño de lo que era la tradición constructiva. Tiene un estilo colonial, es un
edificio de planta rectangular y una sola altura, con columnas y cubierta
metálica, que ocupa una manzana completa, no puede sino proceder de la
necesidad de proteger la actividad que en otro tiempo debió desarrollarse, en
este mismo lugar, al aire libre. Entrar al mercado, es conocer el patrimonio
cultural de Cusco, sus costumbres, sus historias, sus productos, sus aromas, su
forma de intercambio, la cultura viva que aquí alcanza una expresión autentica,
porque se sabe que el mercado es un foco donde confluye la necesidad, donde
tiene lugar el encuentro diario, una puesta en escena teatral entre vendedores
y compradores, continuamente repetida en el tiempo. El turista puede apreciar
el color de cuanto le rodea, lo primero que se puede ver son los mostradores
repletos de frutas, expuestas de una manera muy particular, aquí el orden es
compositivo, pictórico; una exuberante acumulación tan alejada a su entender,
del desorden que curiosamente está muy bien establecido, así mismo se puede ver
bancos donde es posible degustar comida tradicional y exquisiteces en diversa
presentación, de acuerdo al paladar del visitante, junto a estos mostradores
hay otros que ofrecen algunos productos básicos para el comercio y la
alimentación de la ciudad, es el caso del maíz, extraído de la enorme variedad
de choclos de todos los tamaños y colores, desde el casi blanco al negro
morado, así mismo de otros productos típicos como la papa, yuca, camote, oca,
maní, verduras frescas, productos secos, y gran cantidad de artesanía y ropa
tradicional.
martes, 12 de abril de 2016
CAMINO INCA-4, WIÑAYWAYNA – INTIPUNKU - MACHU PICCHU.
Las
primeras referencias directas sobre visitantes de las ruinas de Machu Picchu
indican que Agustín Lizárraga, un arrendatario de tierras cusqueño, llegó al
sitio el 14 de julio de 1902 guiando a los también
cusqueños Gabino Sánchez, Enrique Palma y Justo Ochoa. Los visitantes dejaron
un graffiti con sus nombres en uno de los muros del templo de
las Tres Ventanas que fue posteriormente verificado por varias
personas. Existen informaciones que sugieren que Lizárraga ya había
visitado Machu Picchu en compañía de Luis Béjar en 1894. Lizárraga les
mostraba las construcciones a los «visitantes», aunque la naturaleza de sus
actividades no ha sido hasta hoy investigada. Las primeras referencias directas
sobre visitantes de las ruinas de Machu Picchu indican que Agustín Lizárraga,
un arrendatario de tierras cusqueño, llegó al sitio el 14 de julio de 1902 guiando a los también
cusqueños Gabino Sánchez, Enrique Palma y Justo Ochoa. Los
visitantes dejaron un graffiti con sus nombres en uno de los
muros del templo de las Tres Ventanas que fue posteriormente verificado por
varias personas. Existen informaciones que sugieren que Lizárraga ya había
visitado Machu Picchu en compañía de Luis Béjar en 1894. Lizárraga les
mostraba las construcciones a los «visitantes», aunque la naturaleza de sus
actividades no ha sido hasta hoy investigada. Hiram Bingham,
un profesor estadounidense de historia interesado en encontrar los últimos
reductos incaicos de Vilcabamba oyó sobre Lizárraga a partir de sus contactos
con los hacendados locales. Fue así como llegó a Machu Picchu
el 24 de julio de 1911 guiado por otro arrendatario
de tierras, Melchor Arteaga, y acompañado por un sargento de la guardia civil
peruana de apellido Carrasco. Encontraron a dos familias de campesinos
viviendo allí: los Recharte y los Álvarez, quienes usaban los andenes del sur
de las ruinas para cultivar y bebían el agua de un canal incaico que aún
funcionaba y que traía agua de un manantial. Pablo Recharte, uno de los niños
de Machu Picchu, guio a Bingham hacia la «zona urbana» cubierta por la maleza. Bingham
quedó muy impresionado por lo que vio y gestionó los auspicios de la Universidad de Yale, la National Geographic
Society y
el gobierno peruano para iniciar de inmediato el estudio científico del
sitio. Así, con el ingeniero Ellwood Erdis, el osteólogo George Eaton, la
participación directa de Toribio Recharte y Anacleto Álvarez y un grupo de
anónimos trabajadores de la zona, Bingham dirigió trabajos arqueológicos en
Machu Picchu en 1912 hasta 1915 período en el que se despejó la maleza y se
excavaron tumbas incas en los extramuros de la ciudad. La «vida pública» de
Machu Picchu empieza en 1913 con la publicación de todo ello en un artículo en
la revista de la National Geographic. Si bien es claro que Bingham
no descubre Machu Picchu en el sentido estricto de la palabra (nadie lo hizo
dado que nunca se «perdió» realmente), es indudable que tuvo el mérito de ser
la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas, estudiándolas con
un equipo multidisciplinario y divulgando sus hallazgos. Ello pese a que los
criterios arqueológicos empleados no fueran los más adecuados desde la
perspectiva actual, y pese, también, a la polémica que hasta hoy envuelve
la más que irregular salida del país del material arqueológico excavado (que
consta de al menos unas 46.332 piezas) y que recién en marzo de 2011 comenzaron
a ser devueltas al Perú
lunes, 11 de abril de 2016
CAMINO INCA-3, ABRA RUNKURAKAY – PHUYUPATAMARCA – WIÑAYWAYNA
La
quebrada de Picchu, ubicada a medio camino entre los Andes y la floresta
amazónica, fue una región colonizada por poblaciones andinas, no selváticas,
provenientes de las regiones de Vilcabamba y del Valle Sagrado, en Cuzco, en
busca de una expansión de sus fronteras agrarias. Las evidencias arqueológicas
indican que la agricultura se practica en la región desde al menos el
760 a.C. Una explosión demográfica se da a partir del Período Horizonte
Medio, desde el año 900 de nuestra era, por grupos no documentados
históricamente pero que posiblemente estuvieron vinculados a la etnia Tampu del
Urubamba. Se cree que estos pueblos podrían haber formado parte de la
federación Ayarmaca, rivales de los primeros incas del
Cuzco. En ese período se expande considerablemente el área agrícola
"construida" (andenes). No obstante, el emplazamiento específico de
la ciudad que nos ocupa (la cresta rocosa que une las montañas Machu Picchu y
Huayna Picchu) no presenta huellas de haber tenido edificaciones antes
del siglo XV. Hacia 1440, durante su campaña hacia Vilcabamba, la quebrada de Picchu fue
conquistada por Pachacútec,18 primer inca del
Tahuantinsuyo(1438-1470).
El emplazamiento de Machu Picchu debió impresionar al monarca por sus
peculiares características dentro de la geografía sagrada cusqueña. y por
ello habría mandado a construir allí, hacia 1450, un complejo urbano con
edificaciones de gran lujo civiles y religiosas. Una nueva versión sobre
el origen de Machu Picchu fundamentada por el investigador peruano Julio
Valdivia Carrasco está circulando y en la que sostiene que fue Huiracocha Inca quien
ordeno la construcción de esta maravilla mundial aproximadamente en los años
1380-1400. Se cree que Machu Picchu tuvo una población móvil como la mayoría de
las llactas incaicas, que oscilaba entre
300 y 1000 habitantes pertenecientes a una élite (posiblemente
miembros de la panaca de Pachacutec) y acllas. Se ha demostrado que la fuerza
agrícola estuvo compuesta por colonos mitimaes o mitmas (mitmaqkuna) procedentes de diferentes
rincones del imperio. Machu Picchu no era desde ningún punto de vista un
complejo aislado, por lo que el mito de la "ciudad perdida" y del
"refugio secreto" de los soberanos incaicos carece de asidero. Los valles
que confluían en la quebrada formaban una región densamente poblada que
incrementó espectacularmente su productividad agrícola a partir de la ocupación
incaica, en 1440. Los incas construyeron allí muchos centros
administrativos, los más importantes de los cuales fueron Patallacta y Quente Marca, y abundantes
complejos agrícolas formados por terrazas de cultivo. Machu Picchu dependía de
estos complejos para su alimentación, pues los campos del sector agrario de la
ciudad habrían resultado insuficientes para abastecer a la población. La
comunicación intrarregional era posible gracias a las redes de caminos
incaicos: ocho caminos llegaban a Machu Picchu. La pequeña urbe de Picchu
se llegó a diferenciar de las poblaciones vecinas por la singular calidad de
sus principales edificios. A la muerte de Pachacútec,
y de acuerdo con las costumbres reales incaicas, ésta y el resto de sus
propiedades personales habría pasado a la administración de su panaca,
que debía destinar las rentas producidas al culto de la momia del difunto inca. Se
presume que esta situación se habría mantenido durante los gobiernos de Túpac Yupanqui(1470-1493)
y Huayna Cápac (1493-1529). Machu Picchu
debió perder en parte su importancia al tener que competir en prestigio con las
propiedades personales de los soberanos sucesores. De hecho, la apertura de un
camino más seguro y amplio entre Ollantaytambo y Vilcabamba (el del Valle de Amaybamba)
hizo que la ruta de la quebrada de Picchu fuera menos empleada.
domingo, 10 de abril de 2016
CAMINO INCA-2, WAYLLABAMBA – WARMIWAÑUSCA – ABRA RUNKURAQAY
La
divinidad de la Pachamama (la Madre
Tierra) representa a la Tierra, pero no solo el suelo o la tierra
geológica, así como tampoco solo la naturaleza;
es todo ello en su conjunto. No está localizada en un lugar específico, pero se
concentra en ciertos lugares como manantiales, vertientes,
o apachetas. Es una deidad inmediata y
cotidiana, que actúa directamente, por presencia y con la cual se dialoga
permanentemente, ya sea pidiéndose sustento o disculpándose por alguna falta
cometida en contra de la tierra y por todo lo que nos provee. No es una deidad
creadora sino protectora y proveedora; cobija a los seres humanos, posibilita
la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad.
A cambio de esta ayuda y protección, el pastor de la Puna Meridional está
obligado a ofrendar a la Pacha parte de lo que recibe, no solo en los momentos
y sitios predeterminados por el ritual sino, particularmente, en todos los
acontecimientos culturalmente significativos, configurándose así una suerte de
reciprocidad. Sin embargo se la considera asimismo con una faz negativa: la
Pachamama tiene hambre frecuente y si no se la nutre con las ofrendas o si
casualmente se la ofende, ella provoca enfermedades.
Los quechuas, los aimaras y otras etnias de la región andina, realizaban
ancestralmente ofrendas en su honor, sacrificando entre otros camélidos para
derramar su sangre. Entre otros objetos se ofrecen hojas de coca, conchas marinas mullu y
sobre todo el feto de la llama,
según una creencia para fertilizar la tierra sin que faltara jamás la cosecha, este tipo de ofertorio suele
llamarse en los Andes centro-meridionales «corpachada». La Pachamama, más
las deidades Mallku y Amaru, conforman la trilogía de la
percepción aimara sociedad - naturaleza; y
sus cultos son las formas más antiguas de celebración que los aimaras realizan
en la actualidad. Con la invasión de los españoles y la persecución de las
religiones nativas (llamada en esa época «extirpación de idolatrías»), la
deidad Pachamama, producto del sincretismo,
comenzó también a ser muchas veces a través de la Virgen María.
Actualmente se mantiene y conserva el sistema de creencias y rituales
relacionados con
la Pachamama, practicada
principalmente por las comunidades quechuas y aimaras, y otros grupos étnicos que han
recibido la influencia quechua-aimara, en las áreas andinas de Bolivia, Ecuador
y Perú, pero también en el norte de Chile, y en el norte de Argentina.
A través de los migrantes, se ha hecho conocida en otros lugares, y se ha expandido
a numerosas ciudades y grandes metrópolis modernas como Buenos Aires, por este
motivo se puede ver ocasionalmente en tal ciudad (especialmente en los años noventa y
a inicios del presente siglo) a gente que, por ejemplo, vuelca un poco del vino
o la cerveza que está por beber diciendo: «Antes para la Pacha». Al realizar el
ritual en el hogar por primera vez se debe realizar todos los años de no
hacerlo se dice que se acaba la buena suerte y los alimentos que provee. El ritual central de la Pachamama o
fiesta de la Madre Tierra es la challa o pago, que como
ya se ha mencionado implica un acto de reciprocidad. Aunque se ha popularizado
el primer día del mes de agosto como día principal para su realización, de
hecho se lo practica durante todo el mes, y en muchos lugares también el
primer viernes de cada mes. Las ceremonias
están a cargo de personas ancianas o de mayor autoridad moral dentro de cada
comunidad. En el caso del pueblo aimara esta persona recibe el nombre
de 'yatiri'. También se realizan
ceremonias a la Pachamama en
ocasiones especiales, como al partir de viaje o al pasar por una apacheta.
Según Mario Rabey y Rodolfo Merlino ―antropólogos argentinos que han estudiado
la cultura andina desde los años setenta a
los noventa, «el ritual más importante es
el challaco». Challaco es una deformación de los vocablos
quechuas ch'allay y ch'allakuy, que se refieren a la
acción de ‘rociar insistentemente’, 'aspergar'; en el lenguaje corriente
de los campesinos del sur de los Andes Centrales, la palabra challar se
usa como sinónimo de ‘dar de comer y beber a la tierra’. El challaco, tal como
se practica en la zona estudiada, abarca una compleja serie de pasos
rituales que comienzan en las viviendas familiares la noche de la víspera,
durante la cual se cocina una comida especial, la tijtincha, y que culminan en un ojo de agua o la toma de una
acequia donde se realiza el ritual principal a la Pachamama, con una serie de ofrendas que incluyen comida, bebida,
hojas de coca y cigarros. La religión centrada
en la Pachamama se practica en la
actualidad en forma paralela al cristianismo,
al punto tal que muchas familias son simultáneamente cristianas y
pachamamistas. En Bolivia la Pachamama es identificada con la Virgen de Copacabana en La Paz, la Virgen de Urkupiña en Cochabamba, y
la Virgen del Socavón en Oruro. En Perú, específicamente en Puno, la Pachamama es identificada con la Virgen de la
Candelaria.
sábado, 9 de abril de 2016
CAMINO INCA-1, PISCACUCHO KM 82 – WAYLLABAMBA
El
Qhapaq Ñan, el Gran Camino Inca, es una asombrosa red de caminos que conectó el
gigantesco territorio del Imperio Incaico, llamado Tahuantinsuyo. Desarrolló un
sistema de comunicación que permitió a los incas dominar nuevos territorios,
asimilar culturas contemporáneas y administrar los recursos de los diferentes
ecosistemas. Su rescate y puesta en valor es un agente unificador cultural para
la región. Más de 30.000 km que unen seis países de Sudamérica, donde Perú
tiene más del 37% del largo total del camino declarado por la Unesco. Muchas de
las rutas ya habían sido previamente establecidas por otras culturas de los
3500 años a.C., pero quienes las convirtieron en una red estratégica de caminos
reales a través de increíbles condiciones geográficas fueron los incas. Varios
puntos de su extensión superan los 4.500 m.s.n.m. Los caminos se necesitaron
para trasladar información: En el Cusco, el inca podía recibir información
proveniente de Quito, Ecuador, en un promedio de doce días. Para movilizar
ejércitos: La expansión inca necesitó el desplazamiento de grandes cantidades
de gente. Para el transporte de bienes y alimentos: En Cusco podían acceder a
insumos marinos frescos debido a la rapidez del transporte. Para el traslado de
mano de obra: Esta era necesaria para la construcción del mismo camino y sus
servicios. Los más de 30.000 km de la red de caminos representaron un gran
sistema de comunicación integrado por: caminos troncales y transversales. Del
camino longitudinal de la sierra, que es la gran vía central, se desprenden
numerosos caminos o ejes transversales hacia el camino de la costa. También
existen puentes, muros de contención, drenajes, escalinatas y calzadas, tambos,
almacenes y llactas. La accidentada geografía del camino inca necesitó de estas
ingeniosas formas de construcción. Los puentes fueron divididos en cuatro tipos:
Colgantes. Elaborados con fibra de Cabuya, ccolla o criznejas (oriundas de la
sierra) atadas a dos estribos de piedra con barandas de 70 cm. El puente
Q’eswachaka (Cusco) se teje cada año usando ccolla y las mismas técnicas de
hace 500 años. También los hay de troncos con ataduras de soguillas de cabuya o
paja con base de piedra. De lajas de piedra. De balsas de totora ligadas. Los
Tambos eran puestos estratégicamente construidos a lo largo de los caminos.
Aproximadamente cada 20 o 30 km. Servían
de descanso y hospedaje para los mensajeros oficiales llamados chasquis, fue
una de las figuras más importantes, pues era el principal mensajero del inca;
llevaba quipus y encargos mediante un sistema de postas corriendo grandes
distancias en el menor tiempo posible. Tenía entre 18 y 20 años y era formado
desde niño. También las comitivas oficiales y los ejércitos en campaña. Se
estima que en el Tahuantinsuyo hubo entre mil y dos mil tambos. Las llactas
eran centros administrativos para la gestión del gobierno a lo largo y ancho
del territorio. Mantenían una enorme población flotante que residía por
temporadas: funcionarios estatales, sacerdotes, yanaconas, curacas, soldados,
acllas y mitimaes. Machu Picchu, en el Cusco, es una de las más conocidas
llactas.
viernes, 8 de abril de 2016
CUSCO, CAPITAL INCA
Dos
leyendas incaicas atribuyen la fundación de Cusco a su primer jefe de estado,
un personaje legendario llamado Manco Cápac,
junto a su hermana y consorte Mama Ocllo.
En ambas se afirma que el lugar fue revelado por el dios sol (Inti) a los fundadores después de una
peregrinación iniciada al sur del Valle Sagrado de los
Incas.
Por datos arqueológicos y antropológicos se ha ido estudiando el verdadero
proceso de la ocupación del Cuzco. El consenso apunta a que, debido al colapso
del reino de Tiahuanaco se produjo la migración de su
pueblo. Este grupo de cerca de 500 hombres se habría establecido
paulatinamente en el valle del río Huatanay, proceso que culminaría con la
fundación del Cuzco. Se desconoce la fecha aproximada, pero gracias a vestigios
se acuerda que el emplazamiento donde se ubica la ciudad ya se encontraba
habitada hace 3000 años. Sin embargo, considerando únicamente su
emplazamiento como capital del Imperio incaico(mediados
del siglo XIII) el Cuzco aparece como la ciudad
habitada más antigua de toda América. Crónicas antiguas como las del
cronista Pedro Sarmiento de
Gamboa (1530-1592)
afirman la existencia de grupos étnicos en el valle de Cuzco antes del
surgimiento del Imperio Inca. Dicho autor menciona a los guallas, los sahuasiray y
los antasayas como los pobladores más
antiguos; en tanto que los alcavistas como los copalimaytas y culunchimas son considerados moradores
más recientes. También se sabe que los ayarmacas habitaban la región, siendo
los únicos que no fueron doblegados por los incas, convirtiéndose en sus principales
rivales en el dominio de la comarca. Cuzco fue la capital y sede de Gobierno
del Reino de los Incas y lo siguió siendo al
iniciarse la época imperial,
convirtiéndose en la ciudad más importante de los Andes y de América del Sur. Este centralismo le dio auge y se
convirtió en el principal foco cultural y eje del culto religioso. Se atribuye
al gobernante Pachacútec el
haber hecho del Cuzco un centro espiritual y político. Pachacútec llegó al
poder en 1438, y él y su hijo Túpac Yupanqui dedicaron
cinco décadas a la organización y conciliación de los diferentes grupos
tribales bajo su dominio, entre ellos los lupacas y los collas. Durante el periodo de Pachacútec
y Túpac Yupanqui, el dominio de Cuzco llegó hasta Quito, al norte, y hasta el río Maule,
al sur, integrado culturalmente a los habitantes de 4500 km de cadenas
montañosas. También se cree que el diseño original de la ciudad es obra de
Pachacútec. El plano del Cuzco antiguo tiene forma de puma delineado, con la
plaza central Haucaypata en la posición que ocuparía el pecho del animal. La
cabeza del felino estaría ubicada en la colina donde está la fortaleza de Sacsayhuamán.
Los incas organizaron su división administrativa de manera que los límites
de las cuatro regiones del imperio coincidieran en
la plaza principal del Cuzco. Los conquistadores españoles supieron
desde su llegada a lo que es hoy territorio peruano, que su meta era tomar la ciudad
del Cuzco, capital del imperio. Tras capturar al inca Atahualpa en Cajamarca,
iniciaron su marcha hacia el Cuzco. En el camino fundaron algunas ciudades como
enlace entre la capital del Imperio y la pionera ciudad de San Miguel de
Tangarará.
El 23 de marzo de 1534, Francisco Pizarro fundó
a la usanza española la ciudad del Cuzco, estableciendo como Plaza de Armas la
ubicación que aún mantiene la ciudad moderna y que era también la plaza
principal durante el incanato y que se encontraba rodeada de los palacios de
quienes fueron los soberanos incas. En el solar que da al norte se inició la
construcción de la catedral. Pizarro otorgó a la ciudad la denominación
de Cuzco, Ciudad Noble y Grande.











